El león que se creía ratón

827 25 1
                                    

Moty era un león proveniente de la raza real de los "Layons", un gran reino que gobernaba todo el Bosque Frondoso. Él era un excelente rey, el cual se preocupaba por todos los animales, en especial por los pequeños y débiles. Su cargo era muy importante, dirigía con mano dura, hasta que un día ocurrió algo inesperado: el gran rey Moty había perdido la cabeza, se creía un ratón y temía a todo lo que lo rodeaba.

En todo el Bosque Frondoso se rumoreaba que fue debido a un golpe que se dio en la cabeza, generando que perdiera la memoria, convirtiéndose así en un simple e insignificante ratón. Ya no tenía ese aspecto poderoso, su alma heroica se había perdido por completo. Debido a eso, el Bosque Frondoso se quedó sin protección, permitiéndoles la entrada a muchos animales malvados.

Un día el gran león escapó, debido a que no confiaba en nada ni en nadie, y por alguna razón se perdió en el Pantano Mucoso, el cual estaba infectado de mosquitos y otros insectos. Con la piel erizada y lleno de miedo caminó de vuelta por donde había venido, pero eso no le resultó, parecía que entre más caminaba, más se perdía; ese lugar parecía un laberinto, o eso es lo que él creía. Abrumado sin saber que hacer se tiró en el piso a llorar, estaba desesperado; no sabía cómo regresar, ni quien era.

Luego de unos minutos de tanto llorar, Moty escucha la voz de alguien, de inmediato mira hacia atrás y observa a un gran y anciano sapo, el cual está flotando en el agua pantanosa. Al verlo él le pregunta quién es, y el sapo responde: soy el espíritu del pantano. Confundido Moty se le queda mirando y le pregunta que si sabe quién era él, el sapo afirmó moviendo la cabeza y luego de unas miradas más le dice que él es Moty, el rey del Bosque Frondoso, que nunca lo olvidara y que siempre creyera en sí mismo.

De pronto el sapo desapareció y nuevamente Moty quedó solo, pero esta vez decidió creer en sí mismo y comenzó a caminar sin saber a dónde iba. No importaba cuánto tardara, lo importante era que creía en sí mismo. Dos hora después, de largo recorrido encontró la salida, y con ella, la memoria.

Moraleja: Nunca dejes de confiar en ti mismo, con confianza puedes resolver cualquier problema.

Fábulas Animales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora