-Quedate ahí-le dijo ella -No des un paso más, esto se puede arreglar. Hay otras salidas.
+Déjame por favor, ya no tengo nada porque vivir -dijo él
-Si tienes, me tienes a mi, te acuerdas? Siempre contigo -le dijo al muchacho
+No estas conmigo, no de la forma que yo quiero -dijo
- De cualquier forma que sea, te prometí que iba a estar contigo siempre. No te es suficiente? -dijo ella
+Ya no soy tuyo, nunca fuiste mía. Saltar al vacío va a a solucionar tus problemas y acabar con mi dolor, te vas a librar de mi, no querías eso? No querías eso cuando te llamaba todas las noches suplicandote para que vuelvas? Te necesitaba y no estuviste, me lo prometiste -le dijo a la chica.
Los envolvió un silencio aterrador. Tenía razón, le había fallado pero no era su culpa, sinceramente no lo sabía. Él se encontraba a pasos del abismo y ella intentaba salvarlo; la primera vez no pudo lograrlo y él se sumió en una terrible depresión. Ahora, acá están los dos, cara a cara.
-No... no sé que decir. Te quise ayudar pero no pude, estaba fuera de mi alcance -trato de disculparse. Estaba buscando las palabras correctas, revisaba dentro de su cabeza todas las cosas que pasaron, alguna expresión mal dicha sería el fin de todo, lo impulsarían a saltar. Ella no quería eso.
+Solo tienes para decirme eso?-se rió
Silencio de nuevo. Solo se escuchaba a lo lejos los motores de los autos pasar por la autopista.
-Una vez. Una noche, te dije que era capaz de hundirme con vos, hubiera hecho lo que fuera por vos. Te lo prometí, pero al tiempo me di cuenta que no podía hacer eso, era vos o yo. No tuve otra opción. Perdón por haber sido egoísta e irme, te deje sin nada...
+No digas más- la interrumpió.- Ya escuché suficiente-.
- Amor, perdón si te sofoqué, perdón- se sintió rara al volver a llamarlo así, pasaron meses desde la última vez que recuerda haberle dicho así.
+.....- se quedó en silencio.
La muchacha se dió la vuelta y regresó por donde vino. El frío la arropaba, se estiraba las mangas del suéter para refugiarse del viento del otoño. Ya no sabía que hacer, todo era un tortura. Camino un par de metros y se detuvo a admirar el atardecer, esos colores que siempre veía desde el balcón de su departamento, sonrió melancólica. Antes, él siempre se detenía en el marco de la puerta a observarla cuando ella se encontraba apreciando esa maravillosa vista, se acercaba despacio hacia ella y le rodeaba la cintura con los brazos y le depositaba un casto beso en la espalda.
En ese momento, ella cerró los ojos y se dejo llevar por la emoción de esos recuerdos que la asaltaron.
Se sintió frágil y cuando sintió que se iba a romper en mil pedazos ahí mismo, en ese lugar, pudo sentir el calor de un cuerpo ajeno que la rodeo por la espalda y le susurró al oído:
+Nunca dejaría que te derrumbaras, no si estoy yo para impedirlo... amorAna