Capítulo II

106 12 3
                                    

Donald McIntyre viste como un ejecutivo de Wall Street. De hecho, no se aleja mucho, ya que realmente es un empresario exitoso. Tiene un traje gris brillante de Christian Dior, camisa blanca y corbata negra con pequeñísimos rombos plateados. De aspecto juvenil, su cuerpo parece estar bien entrenado, por lo que su espalda es ancha y sus manos fuertes. El apodo de Lobo Negro le sienta bien a su mirada, siempre expectante. Esta mañana luce cansado, por lo que no deja de fumar. Lleva en su anular un gran anillo dorado con una piedra negra y el pelo algo desgarbado, mostrando sólo en este detalle, los nervios que lo consumen, o tal vez algo de ira.

Su estudio es amplio, con muebles que brillan en cuero marrón. Un escritorio que parece sacado de una obra de Dickens, majestuoso. En la pared cuelgan varios títulos, donde sobresale el de Leyes en Yale y una cabeza de un lobo negro embalsamada. Un regalo de un amigo por su apodo, una pequeña broma íntima.

Sentado en su gran sillón Luis XV, no deja de ver la puerta. Mientras termina su tercer cigarrillo, comienza a asentir con la cabeza frenéticamente. Como si alguien le estaría dando órdenes al oído. Sus ojos se sorprenden de repente y luego de un largo pensamiento, sonríe.

- Eso podría resultar muy beneficioso para todos. Él podrá jugar un rato y nosotros tendremos nuestra movida también... – Dice Donald, con una pequeña sonrisa creciendo en sus comisuras.

En ese momento, se escucha desde la calle el aparcamiento de un auto. Las puertas que se cierran y pasos que cada vez se acercan más al estudio McIntyre & Asociados.

Antes de que la puerta suene, Donald oprime el botón de su contestador telefónico.

- Hágalos pasar, Brittany. Los estoy esperando.

- Desde Luego Sr. McIntyre. – Contesta la voz joven desde el otro lado.

La puerta se abre y entran los dos jóvenes. Geoffrey Miller, de aspecto parco y vestido con una camiseta negra de Slipknot, jeans negros ajustados y gastados en las rodillas y muslos. Botas de soldado negras con varias tachas plateadas y la melena dorada que casi llega a su hombro. El otro muchacho, Arik Tomasson, de aspecto robusto y pelo corto, esta vestido con un poco más de color que su amigo. Viste una camisa escocesa de distintos tonos de verde, arremangada hasta los codos. Sólo una pequeña pulsera con tachas, que representa el diez por ciento de lo que ha usado para el recital. Un pantalón bordó ajustado y zapatos negros de punta cuadrada.

- ¡He aquí, el futuro de La Orden! Tomen asiento, por favor. Arik – Dice, estrechando su mano. – Geoffrey. ¿Quieren algún café?

- Estoy bien así. – Dice el chico parco.

- ¿Arik? ¿Alguna Monster para retomar fuerzas?

- Gracias, estoy bien.

- ¡Ok! Vayamos a lo concerniente de este encuentro. Me han dicho mis pequeñas voces que su recital en Café Wha? ha sido todo un éxito, ¿No es así?

Una pequeña e inusual sonrisa se dibuja en el rostro de Geoffrey, mostrando gozo por las palabras oídas.

- Algo así. La música es un canal envolvente. – Dice el muchacho.

- ¡Vaya si lo es! – La voz de McIntyre suena demasiado exultante, a juzgar por la impaciencia con la que esperaba la llegada de los jóvenes. – Y tú Arik... ¿Qué me dices de anoche? ¿Algo que haya llamado tu atención?... ¿Alguna jovencita, quizás?...

Crystal Beck - La hermandad De Los Cuernos Y La Sangre #StarsAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora