Capítulo IV

63 8 4
                                    

De regreso a casa, pero esta vez en el coche de mi madre, puedo ver la interminable lista de mensajes de Sue. En más de treinta y ocho mensajes, la palabra "llámame" es la única que aparece. Mi madre, de hermosos ojos verdes, me observa por el rabillo del ojo.

- ¿Qué? – Le digo, arqueando una ceja.

- Entonces... ¿Arik? – Dice sonriente.

- Voy a golpear a papá si ha distorsionado alguna parte de mi historia...

- ¿Debería?... – Y su risa, que es preciosa, está a punto de lanzarse a mí.

- Es sólo una persona... un muchacho... apuesto, no lo niego... pero sólo lo invite a la Iglesia porque sentí que así debía hacerlo...

- Está bien... te creo, nena. Sólo estaba jugando contigo. ¿Tienes fe en que vendrá mañana?

- Tengo fe en que Dios tocará su corazón mañana... – Y mientras hablo con ella, texteo a Sue: "Cariño, estoy de camino a casa con mi madre. Te llamo desde mi habitación. Besos"

- Buena respuesta. Las mujeres llegamos a Cristo por Cristo... en cambio los hombres, llegan a Él por medio de nosotras... Un gran poder tienes en esa sonrisa...

- No va a venir por mí... eso te lo aseguro. Pero que venga ya será una batalla ganada. Pude vencer la vergüenza e invitarlo... es un avance, ¿No?

- Debo admitirlo... ¿Y cómo es él? ¿Se parece a tu padre?

- Ni en lo blanco del ojo... Es alto, tez morena, cabello oscuro... y es baterista.

- Ser baterista tiene sus encantos. Mira a tu padre. Cuando nos conocimos, él tocaba la batería en una Iglesia Pentecostal de Staten Island. Claro que antes la música era diferente... el sólo quería tocar con los Stryper...

- ...como decía... es baterista de una banda de Metal mundana. ¡Escucha éste nombre! Dark & Deep Experience!!! Vaya Nombre! Pero él tiene potencial. En cambio su cantante... Oh Dios mío... O sea... ¿En serio?

- ¿Qué tiene su cantante...?

- Es que no canta... él sólo... grita... y mucho... no sé cómo sigue con voz una vez que terminan una presentación...

- Estás siendo muy mala con ese chico...

- No realmente... – Digo sonriendo. – Ya lo verás...

Ingresamos a North Bergen por West Side Avenue. Me encanta el lugar donde vivimos. Me hace pensar que estamos en Londres. Tiene ese toque de Pequeña Inglaterra que hace que ames pasar el invierno aquí. La nieve, la navidad, todo es un gran espectáculo. Mientras pienso acerca de los hermosos atardeceres en mi barrio, algo llama mi atención.

O mi vecino acaba de cambiar su Chrysler Caravan, o el Camaro deportivo que está frente a nuestra casa es de alguien más. Mientras mi madre estaciona, intento mirar quién está apoyado sobre el capó del auto. Mi corazón se detiene.

- No lo puedo creer... – Digo.

- ¿Qué sucede, cariño?...

- ...es él... sobre el capó del Camaro... – Mi corazón parece cambiar de cero palpitaciones a mil.

- "Él"... ¿Quién?... No entiendo...

- ¡Arik!... sobre el capó del Camaro... – Mi madre comienza a darse vuelta. – ¡No lo mires! – Digo, intentando hacerme pequeña en el asiento.

- Algo tendrás que decirle, porque se dirige hacia aquí... – Sonríe mi madre.

No se cómo, ni por qué, ni de dónde saco la valentía para salir del auto. Sólo sé que lo hago en un segundo.

Crystal Beck - La hermandad De Los Cuernos Y La Sangre #StarsAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora