Suena una vez más mi radio-reloj. Creo que es la cuarta vez. Algo muy en el fondo de mi cerebro me dice que me levante, que es un día importante.
Sólo es un domingo. Puedo dormir hasta tarde porque no entreno los domingos, sólo...
- El Servicio de Domingo! - Grito desesperada. Salto de la cama y reparo en el escritorio de mi habitación, donde descansa muy bien planchado mi vestido morado. Amo a mi madre.
Sólo me queda combinar mis zapatos, hacer algo con este cabello rojo y tapar las ojeras.
Golpean mi puerta.
- Creo que ya hay vida ahí dentro... - Escucho susurrar a mi padre. Mi madre ahoga apenas una carcajada.
- Puedo oírlos desde aquí... - Digo casi ofendida, aunque es imposible enojarse con ese par.
- Nos estamos yendo más temprano a la Iglesia, debemos orar por un matrimonio nuevo. - Dice mi padre. - Dejamos el auto de tu madre para que puedas llegar a tiempo. Nos llevamos a Tim. Dios te bendiga hija. Nos vemos luego.
- Adiós. - Respondo, yendo directo a cepillarme los dientes.
Elijo unos zapatos de tacón color marfil, el cual combino con una hebilla floreada con la que retocó mi cabello algo peinado.
Salgo de la habitación casi lista. Tomo una dona de la mesa de la cocina y la termino antes de cerrar la puerta con llave.
Algo está mal. Realmente mal. El sol está quemando mis ojos. Vuelvo a abrir la puerta de mi casa y veo sobre la mesa del living los lentes de sol de mi padre. Unos RayBan clásicos con los que pretende parecerse a Jack Nicholson. Eso está mejor. La noche de rock en la Isla han dejado sus restos.
Enciendo el auto de mi madre y mi estómago avisa que esa dona no ha sido suficiente. Chequeo mi teléfono celular y veo que tengo unos minutos para pasar por un latte bien caliente y otra dona en StarBucks. Después de todo, una atleta debe desayunar como Dios manda, ¿No?.
Aparco rápido muy cerca de la puerta y salgo disparada a por mi desayuno de campeona. Hay como diez personas antes que yo, esperando. Escucho un pitido que me avisa que tengo un nuevo mensaje de Whatsapp. Es un audio de mi madre. Acerco mi oído al teléfono para escucharlo.
- Hija, ¿Ya estás de camino a la Iglesia? Tu padre me pidió que te avisara que hoy no podrá asistir la hermana García... ella tenía que leer unos versículos. ¿Puedes hacerlo tú?...
Oh, no. Mi voz todavía está tambaleante. Espero no se noten demasiado mis ojeras. Busco en mi cerebro los versículos del devocional del día viernes. Una neblina comienza a disiparse. La tengo. Contesto el audio.
- Si, ma. Tengo una palabra para hoy. Cuenta conmigo. Hice una pequeña parada en StarBucks para llegar desayunada.
Un tilde. Dos tildes. Dos tildes azules. Ha escuchado mi audio. Cuando la aplicación me avisa que mi madre está grabando una respuesta, es mi turno para pedir. Un joven llamado Dennis me atiende.
-¿Que vas a llevar? - Su sonrisa es amplia y casi falsa.
- Un latte mediano con un poco de canela y una dona con chocolate y pasas, por favor.
- ¿Algo más? - Repite de memoria.
- Nada más.
Luego de pagar, recibo mi pedido casi al instante y vuelvo corriendo hacia el vehículo. Otro mensaje ha llegado:
- Está bien. Te esperamos no llegues tarde. Alguien espera por ti...
¿Alguien espera por mi? ¡Por Dios santo! Olvide por completo que Arik iba a ir hoy al Servicio. De hecho, no creí que fuera tan puntual. El latte bien caliente me despierta por completo y la dona acalla el sonido en mi interior. Comienzo a ponerme nerviosa cuando entro al estacionamiento de la Iglesia. Veo su Camaro y recuerdo el porqué de la invitación. Hoy Jesús puede tocar su corazón.
Apenas cierro la puerta del auto, me abrazan por la espalda.
- Creí que nunca llegarías, amiga... - Gracias a Dios es sólo Sue. - ¿Donde te habías metido? Tu chico estuvo aquí muy temprano. Parece que no ha dormido para llegar a tiempo.
- Espero que no se duerma durante el sermón... - Y juntas reímos, hasta que vemos como Arik se acerca a nosotras.
Otra vez me desconcierta su vestuario. Lleva un pantalón de vestir color gris claro, unos zapatos negros y una camisa blanca muy bien planchada. Las mangas arremangadas y una sola pulsera con tachas plateadas en su mano derecha.
- Señoritas. - Nos saluda sonriente. - Debo decir que de veras están muy lindas. - Le pasa su mano a Sue y ella lo acerca con ésta y le da un sonoro beso en la mejilla.
- Ayer creo haber visto a tu gemelo malvado en un bar de Rikers... - Suelta Sue.
- ¿Dos niñas de iglesia en la Isla Rikers? No lo creo... - Arik me pasa su mano derecha para saludarme y repito lo que mi amiga, besando su mejilla. - Debo acostumbrarme al acercamiento físico, ¿No es así?
- Absolutamente. - Respondo, sin poder contener la sangre que me ruboriza. - Y lo de anoche, sólo fue por un reto. Creo que será la única vez que estas bellezas pisarán ése Hoyo.
- Nunca digas nunca...
- Realmente suenas como una believer. - Digo riéndome. - ¿Entramos?
- He venido por el show, ¿No? ¿Que hay de Jerry?
- Debe estar afinando su guitarra, o algo por el estilo. Hoy le toca ministrar. - Dice Sue.
- Ministrar, debo hacer demasiadas notas mentales hoy, Crystal.
- ¿Dimensión desconocida, Arik?
- Créeme, nunca he estado en un lugar como éste. ¿Nos sentamos por aquí? - Nos señala el último banco, ya dentro de la Iglesia.
- Pensaba irnos a la primera fila. Es como nuestro sector VIP.
- No, gracias. Creo que aquí estaré bien.
- Ok, yo los dejo por un rato, tengo trabajo que hacer. - Dice Sue, saludándonos con la mano. Antes de irse y sin que Arik se percate, guiña rápidamente su ojo derecho. Creo que no se aguantaba más.
- ¿Trabajo? - Pregunta Arik. - ¿También ministra?
- No, multimedia. Ella es la encargada de colocar las letras de cada canción que vamos a cantar hoy. Ya lo verás, es muy buena.
Continuamos hablando de todo un poco por unos minutos, hasta que veo acercarse a mi madre.
- ¡Arik! ¡Que gusto me da verte aquí! - Y antes que se termine de levantar del asiento mi madre le da un abrazo. - Dios te bendiga, hijo...
- Miriam, ¿Verdad?... - Dice él, casi tartamudeando.
- Así es. Espero que puedas llevarte algo lindo de aquí.
- Muchas gracias, señora Beck.
- Mamá, creo que papá te está llamando. - Y señalo al frente donde mi padre hace ademanes hacia nosotros.
- Perdón. Debo orar para la apertura. Nos vemos luego, hijo.
Mi madre se retira y pasa directamente al púlpito, con su Biblia en la mano.
- Creo que...
- Shhh... - Lo interrumpo. - Está por empezar. - Mi madre acerca su micrófono y auspicia la apertura.
- Muy buenos días queridos hermanos y hermanas. Hoy es un día especial, donde nos congregamos siendo fiel a la palabra de Dios. Les invito a ponerse de pie para que juntos, podamos orar y pedirle a Jesús que tome el control y dominio de éste lugar, ¿Amén?.
- ¡Amen! - Decimos todos, al unísono.
- Padre bueno y Dios nuestro, venimos delante de Tu presencia una vez más para agradecerte por este día tan hermoso que nos regalas. Queremos encomendarte éste Servicio a Ti, Espíritu Santo. Que podamos elevar nuestra alabanza delante de tu trono con gratitud en nuestros corazones. Tú eres el centro, la piedra angular de éste lugar. Muchas gracias por escucharnos. En el nombre de tu Hijo amado Jesucristo, Amén.
- ¡Amén! - Repetimos con fuerza.
Suenan los acordes de la guitarra de Jerry, tocando la intro de Holding Nothing Back del grupo Jesus Culture, y todo aplaudimos y gritamos con gran gozo.
- Nada mal esa guitarra... - Me codea Arik.
- Eso no es nada, vas a saltar antes de la tercer canción.
- El pogo no es mi estilo.
El tiempo de alabanza que vivimos en la Iglesia, me lleva a cerrar los ojos, olvidándome de todo a mi alrededor.
Luego de casi media hora, el ambiente se serena y comenzamos a adorar a Dios. Abro mis ojos para espiar a mi invitado, al que veo con los ojos cerrados y frunciendo el ceño. Acaricio su hombro para hacerlo sentir mejor, y al notar mi mano, abre los ojos y me mira con algo de ira. Vuelve a cerrarlos. Me sorprendo de su reacción, por lo que comienzo a orar por su vida.
Luego de un momento, lo veo más relajado, y cuando la música termina veo algunas lágrimas caer por sus mejillas. Es una buena señal.
- Te dije que amarías mi dimensión... - Le susurro al oído. El sonríe apenas.
- No cantes victoria.
Mientras nos sentábamos, la señora Brown anuncia que oiremos una palabra de meditación.
- Mi turno...
- ¿No dejan descansar a nadie aquí? Voy a decirle al gerente que hoy es domingo...
- ...y por la mañana. No te muevas de aquí, ya regreso.
- No te prometo nada, Crystal.
Camino por el pasillo central con la Biblia en mis manos y aunque no suelo demostrarlo, siento un poco de nervios. Miro de pasada a mi padre, quien me guiña su ojo derecho. Tomo el micrófono y busco con la mirada a Arik. Gracias a Dios no se ha ido.
- Buenos días hermanos. Les invito a abrir sus Biblias en Lucas 4:16. Tal vez es una palabra conocida, pero es algo que Dios ha estado hablando éste último tiempo conmigo. Dice así: "Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros." Si usted está sintiendo hoy alguna opresión, alguna enfermedad, o si quiere ser libre de alguna adicción. Jesús es la repuesta. Él vino a dar libertad a los cautivos. Que puedan meditar esta palabra, Dios los bendiga.
Entrego el micrófono y cuando estoy bajando los escalones de la plataforma, lo busco una vez más con la mirada. Lo veo mirando el suelo negando con la cabeza, otra vez se ve ofuscado, y antes de que llegue a él, se adelanta y sale casi corriendo de la iglesia.
Apresuro mis pasos para alcanzarlo pero es inútil. Llego hasta la calle para ver como enciende su Camaro y sale disparado, dejándome atrás.
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Crystal Beck - La hermandad De Los Cuernos Y La Sangre #StarsAwards2018
ParanormalCrystal Beck es una adolescente cristiana común y corriente. Destaca en sus competencias de natación y es hija del Pastor de la Iglesia Bautista de North Bergen, New Jersey. Una noche, asiste a un recital de rock junto a su amiga Sue, para juntas ve...