Siempre éramos las últimas en salir del salón después de clases. Todos los días llegábamos juntas al club de música ligera, pero ni la extrovertida Ritsu, ni la tierna Tsumugi ni la enojona Mio sospechaban algo. Seguramente aún piensan que soy la niñita inmadura que el año pasado no sabía tocar guitarra, y de seguro aún creen que Azusa es una enana indoblegable. ¿Qué iban a sospechar? O al menos yo querría que lo hicieran. O quizás no.
El pastel que trajo Tsumugi hoy era de fresas con crema. Sabía delicioso. Mientras nos contaba sus vivencias usando el transporte público (primera vez que tomaba un bus y era la gran novedad para ella), Mio llevaba a su boca de modo sugerente una fresa con crema bajo la atenta y pícara mirada de Ritsu, justo al frente.
- ¿Q-Qué? - aún con la fresa en su boca llena de crema.
- Ni en los mejores sitios de "entretenimiento para adultos" se encuentra un jugueteo tan provocativo, Mio.
La aludida escupió la crema tan fuerte que llegó al rostro de Ritsu, quien explotaba en risa y su compañera se cubría la boca y se sonrojaba.
- ¡¿Oye, que no tienes otra cosa más que hacer que imaginar situaciones indecorosas?!
Yo no comprendía qué era tan gracioso. Es más, una polilla estaba pegada a la luz y me quedé mirándola un buen rato.
- Yui, te estoy hablando...
¿En qué momento el tiempo pasó tan rápido y no me di cuenta de que me llamaban?
- ¡Ah! Ahm... este...
- Te estaba preguntando si te parece que en el Festival Escolar de la semana entrante estrenemos la nueva canción - la atenta mirada de Ritsu me decía que llevaba un buen rato tratando de hablarme.
- Eh... s-sí, por supuesto... - me limité a decir pretendiendo entender de lo que hablaban.
- ¡Yo digo que ensayemos ya! ¡Nos hemos relajado mucho últimamente y no podemos permitirnos errores, menos en el Festival Escolar! - la pequeña Azusa se puso de pie y fue a buscar su guitarra.
Tsumugi se levantaba retirando los platos y tenedores con esa inquebrantable sonrisa que la caracteriza. La siguió Ritsu que se estiraba con fuerza y Mio, antes de hacer lo mismo, me miró con ese amenazante rostro que indica que nuevamente algo hice mal.
- Deberías poner más atención a lo que conversamos, Yui - se puso de pie y fue por su bajo. Yo me quedé sentada, sin ganas de nada. Quería más pastel.
El redoble de Ritsu en la batería indicaba que el ensayo estaba por comenzar.
- ¡Perdí mi uñeta! - se quejaba Azusa
- ¡Azu-nyan, yo te doy una! - busqué en el bolsillo de mi blusa una de las tantas que tenía.
- Oye, que no soy tu sirvienta. Podrías ponerte de pie y traerla.
Estaba muy concentrada hurgando mi bolsillo como para prestarle atención. La pequeña vino a mi lado de todos modos, estiró su brazo para recibir la uñeta, pero en lugar de dársela, tomé su brazo, lo tiré hacia mí y la abracé para luego protestar bromeando.
- ¿Porqué hay que ensayar? ¡Yo quiero más pastel!
- ¡Oye, que yo vine por la uñeta, Yui!
A pesar de reclamarme, se quedó abrazándome... No, en realidad yo la abrazaba a ella que seguía de pie, y yo sentada con mis brazos rodeando su cintura y mi cabeza sobre su pecho. Fue entonces que descubrí un gusto que me condenaría de por vida. Dejé de llorar en broma, me quedé en silencio y escuché atentamente un rítmico golpeteo. Me tomó un par de segundos descubrir que lo que escuchaba era el latido del corazón de Azusa. Era el primero que escuchaba en mi vida, al menos en persona, ya que había escuchado latidos en la televisión o en las películas, pero nunca uno real. Me quedé apretando a Azusa pretendiendo que sólo la abrazaba, mientras me sumergía en el extraño y reconfortante éxtasis de su corazón latiendo. Estaba un poco rápido y se escuchaba algo lejano...
- ¡¡Que me sueltes, te digo!! - el grito de Azusa me despabiló. Ella estaba roja.
- Déjala, quizás está comprobando si tus "amigas" son más grandes que las suyas - Ritsu bromeaba sobre nosotras desde la batería.
- ¡¡Que me sueltes!! - la pequeña se zafó de mis brazos y me arrebató la uñeta.
- ¡Ponte de pie de una buena vez, Yui, y ensayemos! - me recriminaba Mio, y la obedecí de inmediato.
En realidad, nunca me importó el tamaño de mis "amigas". Son pequeñas, siempre lo han sido, y me sentía bien así.
Ritsu golpeó sus baquetas.
- One! Two! One, two, three, four!
Comenzamos a tocar y el bombo de la batería me desconcentró. Me pareció que hubieran sido unos fuertes y rápidos latidos. Mis dedos se enredaron y hubo que parar la música.
- Yui, concéntrate - me decía Mio.
Yo no podía dejar de pensar en los reconfortantes latidos de Azusa. De hecho, en más de algún momento me quedé mirando su pecho imaginando cómo estaría su corazón ahí dentro. Finalmente, después de unas cuantas distracciones mías, pudimos terminar la canción completa.
Era hora de irse a casa. Habremos tocado la canción unas siete veces, o más, no sé. Todas ya tenían sus instrumentos guardados, incluso la delicada Tsumugi ya cerraba el estuche de su teclado.
- Te esperamos en la salida, Yui - me decía la rubia con su suave voz mientras salía por la puerta seguida de Mio y Ritsu.
- Apúrate, Yui - se quejaba Mio.
Mientras guardaba a Gitah (así llamaba cariñosamente a mi guitarra), me di cuenta que Azusa era la última en salir antes de mí.
-¡Azu-nyan! - la llamé antes que saliera, mientras torpemente seguía guardando a Gitah.
- ¿Qué quieres?
No supe qué decirle. No quería que me viera como loca por lo que pasó antes del ensayo.
- E-Este... cuenta conmigo si se te pierde una uñeta. Tengo muchas.
- Lo tendré en cuenta - me respondió mientras salía por el dintel.
- ¡Azu-nyan! - la volví a llamar, y ahora sí que no tenía nada que decirle. Solo no quería que se fuera, o más bien quería esperar a que las demás se alejaran. Los lejanos gritos de Ritsu me indicaban que ya estaban en el primer piso.
- ¡Tenemos que irnos, Yui! - me respondió Azusa volteándose a mí.
- Quiero pedirte un favor - le dije. La pequeña se acercó a mí impaciente por irse.
- Pues dime, que ya se hace tarde.
Me tomó un buen rato armarme de valor para decírselo. Las palabras no me salían, o más bien no sabía de qué modo pedirle lo que quería de ella.
- ¡Yui, respóndeme! ¿Qué es lo que q...
- ¡Quiero que me dejes escuchar tu corazón, Azu-nyan!
Me sonrojé y no pude mirarla al rostro. Parece que ella también se sonrojó, aunque no me fijé. Solo me di cuenta que ambas quedamos paralizadas, mientras ahora era mi corazón el que latía con fuerza dentro de mi pecho.
#HoukagoHeartTime
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Houkago Heart Time, a けいおん!! K-ON!! Fanfiction
FanfictionNo sólo por provocarme ternura era que la abrazaba tanto. Había algo más, algo que descubrí que me encantaba y que me dejaría atada a ella, quizás por siempre. No todo era té después de clases. En plena adolescencia sentimientos nacían, e involucrab...