Capítulo 3

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LUKE

Me encantan los días en los que nuestros dueños van a la playa porque así nosotros también podemos ir con ellos, bueno, en realidad tenemos que ir sí o sí, ya que somos sus ángeles guardianes. 

Cuando llegamos a la playa me pongo justo a su derecha, no quiero estar con ellos como si fueran mi familia, porque no lo son, yo no tengo familia, la persona más cercana que tengo es Ágata, y ni si quiera puede verme. Todas las noches intento comunicarme con ella por sueños, pero me es imposible, está muy cerrada, sin embargo esta noche ha sido diferente y no sé por qué, pero cuando vi que me podía ver mi corazón se hinchó de alegría, antes de que el idiota de Kile también consiguiera meterse y gastarle  una broma haciendo que se despertara de un salto. En ese momento si hubiese podido le habría matado, pero eso es imposible.

- Venga tío, deja de mirar a la chica y pon tus cosas de una vez en el suelo - me río cuando escucho a Tyler y me giro hacia ellos.

Pongo mi toalla en el suelo y me tumbo en ella, de una manera que me permita ver a Ágata. Algunos días me metía en su cuarto cuando no estaba haciendo nada y le contaba cómo me había ido, aún sabiendo que no me escuchaba, pero ver su mirada celeste tal y como la mía hacía que deseara que algún día pudiese verle y así decirle lo bonito que eran sus ojos. De repente, se gira hacia mí y me mira fijamente, con extrañeza, como si me recordara de aquel sueño, de repente abre mucho los ojos y se da la vuelta, se me escapa una risita cuando le veo hablando con ella misma. Pero, un momento, ¿cómo ha podido verme? Eso es imposible, solo nos pueden ver los ángeles, pero entonces ¿por qué me ha podido ver? Ágata se levanta y se dirige al agua, menos mal que no se ha dado cuenta ninguno de mis amigos, porque en ese caso estaría jodido. 

- Luke, vamos a ir a la orilla a jugar con el balón, ¿te vienes? - me levanto de la toalla sin decir nada y voy con los chicos.

Me pongo de tal manera que observo el mar, así puedo tener vigilada a Ágata por si le pasa algo. Puede sonar muy protector, pero ese es mi trabajo. 

- Chicos, voy a dar una vuelta, ¿venís? - yo niego con la cabeza y rezo porque se vayan todos y así pueda hablar con Ágata y asegurarme de si me puede ver o no.

Finalmente se van todos y cuando creo que están lo suficiente lejos me acerco a la orilla donde ella está haciendo una voltereta, sonrío al pensar en lo infantil que se ve, y eso es algo que me encanta de ella.

- Hola - le digo cuando me acerco hacia ella, esperando a que en realidad no me haya oído y todo sean imaginaciones mías.

Pero esta vez la suerte no está de mi parte y me responde con un simple hola, aunque solo haya dicho eso mi corazón se acelera al verla sonrojarse un poco.

Me pregunto si debería contarle que soy un ángel, pero me niego porque seguramente no me creería. Simplemente le hablo como si fuese un humano normal y corriente.

- ¿Cómo te llamas? - le pregunto, aunque en realidad sepa cual es su nombre, aquel nombre que me encanta.

- Ágata - me responde aún más sonrojada, sé que su experiencia con los chicos es prácticamente nula porque ella siempre corta la conversación, nunca la he visto interesada en algún chico. - ¿Y tú?

- Gabriel - le digo el primer nombre que se me viene a la cabeza, aunque si en un futuro quiero contarle lo de que soy ángel se reirá a carcajadas.

Se acerca a mí para darme dos besos como la gente humana costumbra a hacer al presentarse y yo me paralizo por un segundo ante el primer contacto real con ella, puedo sentir su mano en mi hombro derecho y su mejilla rozar mis labios mientras sus labios rozan mi mejilla, el mismo acto dos veces, lo he visto tantas veces que me lo sé de memoria. Con una sonrisa se separa y se me queda mirando. Cuando pienso un poco me doy cuenta de que tengo que contarle que soy su ángel porque tengo que estar con su familia las 24 horas del día y se extrañará cuando esté en su casa todo el día.

- ¿Sabes dónde está el paseo marítimo del parque de mesones? - le pregunto a sabiendas de que vive a 2 minutos andando del paseo.

- Si, vivo creca de allí, a unos 2 minutos andando - sonrío ante su respuesta y me despido de ella antes de que vuelvan mis amigos.

- Bueno, pues quedamos allí a las 8 de la tarde, tengo que contarte una cosa y no  puedes mirar a mi dirección cuando vengan mis amigos, porque se enfadarían conmigo, ¿entendido? - le pregunto rápido antes de que asienta con la cabeza un poco extrañada y yo me marche hacia la toalla no sin antes guiñarle un ojo.

Justo cuando llegan mis amigos aparece una mujer y un hombre de unos treinta años que saludan a Ágata y a su madre mientras se instalan en la playa.

- Presiento que hoy va a ser un buen día - me dice Tyler mientras se tumba al lado mía.

No sabes nada, pienso sonriendo de oreja a oreja.



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