Capítulo 14

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LUKE

Cuando nuestros labios se encuentran solo puedo pensar en una cosa - estos labios los había besado yo antes - no se por qué, parezco tonto, a lo mejor cuando estás tan enamorado de alguien sueñas con esa persona y parece que la hayas besado antes, ¿pero qué tonterías estoy diciendo? Si los ángeles no dormimos nunca, nunca estamos cansados.

Nos separamos y ella me mira, con cierto rubor en las mejillas y cuando voy a decir algo se lanza hacia mí y me besa, justo en ese momento lo recuerdo todo, en estar tumbado en la cama y notar unos labios, esos labios que hicieron que me aferrara a la vida, porque tenía que volver a probarlos, y ya lo había hecho. Cuando separé mis labios decidí hablar.

- Este beso ha sido casi tan bueno como el primero - le digo refiriéndome al que me dio cuando estaba inconsciente.

- Porque este te lo he dado yo - me contesta creyendo que no me acuerdo del verdadero primer beso.

- El primero también me lo diste tú - le dije con una sonrisa juguetona.

Cuando se da cuenta de lo que me refiero el rubor en sus mejillas se hace más intenso, y me mira con cierta vergüenza en su mirada.

- ¿Cómo lo sabes? - me pregunta sin apartar la vista de mis ojos.

- Porque ese beso fue la cosa a la que me aferré cuando estaba luchando por seguir con vida.

- Pero si vosotros sois inmortales - me dice con cierta extrañeza en su mirada.

- Esa piedra es nuestro punto débil, es la única cosa en el mundo que nos mata, lo que me pregunto es cómo ha llegado a las manos de ellos - si cayera en malas manos estaría perdido.

No iba a decirle nada más, ya tenía bastante información dándole vueltas en el cerebro como para decirle que hay unos cuantos demonios a los que no les caigo muy bien.

No volvimos a hablar del beso, aunque yo sí quería hacerlo. No solo hablar sobre él, volver a ponerlo en práctica. No le pregunté por qué me besó cuando estaba dormido, pero estaba esperando el momento adecuado para preguntárselo, y ese momento llegó cuando estaba a punto de irse a dormir.

Ágata se mete en el baño, como todos los días a cambiarse de ropa, cuando sale lleva puesto un pijama de dos piezas, la de arriba sin mangas y la de abajo tan cortos que por poco se le ve el culo, levanto mi mirada para volver a clavarla en ella.

- ¿Estás mejor? ¿Te duele algo? - me pregunta refiriéndose a que hace 24 horas estaba en la cama sin moverme.

- No, todo ha pasado - le digo tranquilizandola.

- ¿Cómo te sentiste mientras estabas inconsciente? - me preguntó sentándose en su cama y dándole unas palmaditas a su lado para que yo ocupara ese lugar.

- Bueno, antes de que me dieras el beso no sabía ni donde estaba, la verdad, pero después de ello sabía que tenía dos opciones - levanté un dedo - una era quedarme en ese sitio oscuro para siempre y - levanté un segundo dedo - la otra era luchar para conseguir salir de la oscuridad. En ese momento me dolía todo el cuerpo y me costaba moverme, pero decidí que tenía que enfrentar el dolor y volver aquí contigo - se me presentó la oportunidad para preguntarle sobre el beso. - ¿Por qué me besaste?

- Puu...ee...s - se atranca un poco, respira profundamente y finalmente lo suelta - Porque llevaba tiempo queriendo hacerlo y creia que no te ibas a enterar.

Me sorprendo ante su respuesta, no sabía que lo iba a decir tan directamente. Le sonrió y se me queda mirando.

Iba a decir algo pero su padre asoma la cabeza por la puerta.

- ¿Podemos hablar? - le pregunta.

Nos extrañamos ante la pregunta del padre. Se sienta al lado de Ágata y le mira atentamente.

- Voy a estar un mes fuera por el trabajo, pero no te preocupes que voy a llamarte todos los días y te traeré algo de donde voy.

- No te preocupes papá, seguro que ese mes se pasa rápido - abraza a su padre y este deja la habitación cabizbajo.

- Es tan sensible... - dice Ágata sonriendo.

Me voy a meter en la cama con ella y me pone una mano en la barriga, le miro con extrañeza y me contesta.

- Como entre mi madre y nos vea en la cama me mata asi que tú a tu sitio - me señala la silla y le miro con la cara triste.

- Pero si ayer dormimos juntos - le digo.

- Si, pero porque estabas muriéndote, ahora estás vivito y coleando - me dice riéndose.

- Bueno, no me encuentro muy bien la verdad - le digo tocándome la cabeza y poniendo cara de dolor.

- No cuela campeón - me dice sonriendo. - Mañana vuelve a intentarlo.

Se da la vuelta y se queda tan tranquila que se duerme a los pocos minutos. Me quedo sentado mirándola y sonrío inconscientemente por tener a esta chica en mi vida.

Ángeles guardianesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora