Capítulo III.

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-¿Qué haces aquí? -digo agitada mientras me siento en la cama.
Tyler borra su pequeña sonrisa y frunce el ceño. Demasiado bonito, ya decía yo...
-El trabajo, ¿recuerdas?
Asiento, y una pregunta fugaz que pasa por mi cabeza, acaba saliendo por mis labios antes de que pueda analizarla.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Veinte minutos.
Lo miro rápidamente y por un momento, veo un atisbo de sonrisa en su rostro.
-Llevas veinte minutos viéndome dormir.- afirmo.
-Es divertido; babeas un poco.- se burla sin sonreír.

Saco todos los apuntes de biología que son necesarios y me acomodo en la cama, apoyando la carpeta en mi regazo. Tyler se sienta a mi lado y bajo la mirada hacia mis manos, que están empezando a sudar.
-Vale....-comienzo mirando el plan de trabajo.- ¿Qué es el ADN?
-Es un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos.
Levantó la vista del papel sin creer lo que veo. ¿Quién es este?
-¿Qué? -dice molesto.
-Nada...-respondo nerviosa.-Es que... No era la idea que tenía sobre ti.
Tyler frunce el ceño aún más, y coge un lápiz. Comienza a escribir su parte y es entonces cuando me doy cuenta de la situación. No va a hablarme.

Dios, ¿por qué tuviste que abrir la boca, Ale?
Media hora después, el moreno no ha dicho ni una sola palabra. Sigue con el ceño fruncido y los labios entreabiertos, cosa que no me viene muy bien.
Tyler se da cuenta de mi mirada, pero su reacción es volver la vista al papel, sin dirigirme la palabra.
-¡No puedo más! -suelto irritada.- ¿Por qué demonios no hablas?
Su ceño fruncido desaparece, y en su mirada veo sorpresa, aunque su rostro sigue estando serio.
-Alessandra...
Cierra los ojos cuando su móvil interrumpe las palabras que iban a decirme, a lo que yo aprieto los labios por aguantarme las ganas que tengo de tirar el dichoso aparato por la ventana.
-Tengo que contestar.-dice pálido.
Asiento lentamente, extrañada por su reacción. Lo veo salir al balcón, y me siento en el escritorio, para escuchar aquella conversación.
-¿Qué es lo que te pasa, Tyler? -susurro al recordar su rostro tomar un color totalmente opuesto al suyo.
Se pasea de un lado a otro del balcón, nervioso por el constante movimiento de sus manos.
-Son cinco mil dólares, tío. Ya lo sabes.- suspira frustrado.- La coca en cantidad, lo siento. Estaré en media hora.

Cierro los ojos y aprieto los labios de nuevo. ¿Tyler es traficante de drogas?
Unos segundos más tarde, entra en mi habitación y se sienta en la cama con la mirada baja.
-¿Pasa algo? -pregunto dudosa.
Su rostro reflejaba tristeza. Estaba segura que era eso, aunque parecía como si él mismo luchará para mostrar lo contrario.
-Nada..- responde tajante.
Muerdo mi labio por no soltarle un puñetazo.
-Vale, hemos terminado.- digo recogiendo el trabajo.
Su mirada estaba fija en la mía; pero esta vez no había ceño fruncido ni rostro serio. Era una expresión extraña.
Revisa su móvil una vez más, y veo que palidece por segunda vez.
-Alessandra...Tengo que irme.- dice nervioso.
Asiento sin mirarle a los ojos y lo acompaño al piso de abajo. Arranca su moto con prisas y, antes de marcharse, me mira por última vez.
Cuando lo veo alejarse, un vacío se crea a mi lado, al contrario que en mi cabeza, donde las preguntas sin respuestas ocupan toda mi mente.

Tengo que despejarme, o acabaré por volverme loca.
Cojo mi móvil y hago lo único que se me pasa por la cabeza en ese momento.
Llamar a mis chicas.
Holland: ¡Hola, chicas!
Maia: Neeeeenas.
Ale: ¿Estáis libres?
Maia: Estoy terminando los deberes, pero puedo salir.
Holland: Yo ya los he hecho.
Ale: ¿En mi casa?
H y M: ¡Sí!

En diez minutos, las tres estábamos reunidas, teniendo una de nuestras peculiares charlas.
-¿Y qué tal con Posey?
Me atraganto con la coca-cola que estaba bebiendo, haciendo que mis amigas se miren entre ellas.
-¿Ha pasado algo? -pregunta Maia.
-No.-niego con la cabeza repetidamente.- Es... Muy callado.
Omito el tema de la llamada telefónica, y las chicas me hacen hablar de temas sin sentido.

-Me llama un número desconocido.-dice Maia antes de descolgar.
Holland y yo continuamos nuestra charla sobre futbolistas; no hacemos caso a Maia, que está detrás de nosotras con el corazón a mil.
-¿Has visto a Neymar? ¡Dios! -exclamo abriendo los ojos.
-Chi...chicas.-tartamudea Maia.
-¿Te ha mordido un Cullen?-pregunta Holland a nuestra amiga, que está literalmente blanca.
-El Sr. Amell.- señala su móvil.- Me ha pedido que vaya al instituto; tenemos que hacer un nuevo proyecto para química.
Holland me mira e imito su acto. Ambas sonreímos, aunque no sea de verdad.
-Ten cuidado, ¿vale?

00:00 AM, Sr. PoseyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora