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- Así que... - Empezó diciendo mirando todo el lugar. - Aquí nos conocimos.

El pequeño asintió sonriente. Sin despegar la vista del chico al otro lado de la mesa.

Este solo miraba el cristal con asombro. Sonriendo cada vez que aparecía un pez. Era increíble.

- Me encanta. - Añadió, realmente impresionado.

Sonrió al escucharle y miró sus manos. Apoyadas en la mesa, pálidas. En sus nudillos se podían apreciar algunas heridas o moratones. A Ashton le gustaba eso, tenía personalidad. Tenía algo que no podía dejar de mirarlo. Aunque a algunos las heridas o moratones les parezcan desagradables, a él le gustaban. Significaba que habían trabajado, luchado por algo o se habían esforzado. West trasmitía eso, poder y fuerza. Todo de él correspondía al esfuerzo.

Ashton miró sus propias manos. Pequeñas, delicadas. Sin marcas, bonitas para todos. Sus uñas bien recortadas, con algo de esmalte transparente. Suspiró. Comunes.

No se dio cuenta que West le miraba hasta que habló.

- Tienes unos ojos muy bonitos.- Dijo con una sonrisa.

El castaño automáticamente sonrió.

- Y una sonrisa preciosa.- Añadió, observando su hilera de dientes blancos y brillantes.

Éste negó.

- Yo no tengo... - Murmuró pero fue interrumpido por las manos de West sobre las suyas.

Azul y verde se encontraron. Océano y bosque. Zafiro y esmeralda.

- Y una piel muy suave.- Finalizó, acariciando sus manos.

Ashton se quedó helado, le daba miedo mover cualquier parte de su cuerpo. Así que agachó la cabeza y sonrió.

- Gracias...

Love EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora