Vale aclarar que esa fue mi primera fiesta
y la última.
No me gusta tomar y no aguanto el olor a cigarrillo,
ni los gritos de tanta gente en un solo lugar.
Pero por encima de todas las cosas,
no soporto verte mal.
Te harás una idea de cómo se me vino el mundo abajo
cuando la noche empezó a agonizar
y te volví a encontrar después de no haberte visto durante horas.
Y cuando te pregunté dónde habías estado,
me contaste que con un muchacho.
Que no estabas segura de qué había pasado,
pero todavía sentías el peso de su cuerpo sobre el tuyo,
el sabor amargo de los gritos que él ignoró aún te escocían la garganta,
que las manos te dolían de tanto intentar escapar de su agarre.
«No se lo digas a nadie. Por favor. Si se sabe, todos empezarán a hablar de esto y me conocerán por... seré solo una...»
Sé que de haberme pasado a mí, no podría parar de llorar.
Pero tú solo parecías enojada,
toda la rabia del mundo contenida en tus ojos
y en tus dientes apretados
y en tu voz rota cuando me contaste que aquel chico era un amigo tuyo y que llevaban saliendo poco más de un mes.
Que va un año más que tú,
que todos tus conocidos son también sus conocidos
y que el lunes vas a tener que verlo a la cara
y hacer de cuenta que no pasó nada.
ESTÁS LEYENDO
ojos que no ven
General FictionSky era invisible. Y tenía ojos para todo. [ primer parte ] © aftterhours 2016