No te voy a mentir: leer cosas viejas siempre me arranca unas cuantas lágrimas. Te juro que no sé cómo es que sigo guardando todas estas cartas. Las leo y siento que ocurrieron hace años luz; pero de todas formas, no se me hace difícil ponerme en la piel de la yo de quince años.
La verdad es que a veces pienso en ti. Cuando estoy entre amigos y empezamos a contar anécdotas, cuando le hablo a mi hija de los romances que tuve yo a su edad. Uno nunca puede olvidarse de las personas a las que realmente quiso, y hubo un momento en el que te quise más que a nada. Pero las cosas cambian; la vida sigue, nos transformamos, aprendemos. Y nos rompemos un poco más el corazón, mientras buscamos a alguien que finalmente nos ayude a arreglarlo.
No sé dónde estés ahora, y dudo que te acuerdes de mí. Me enseñaste muchísimo, porque del dolor se aprende. Y a pesar de todo, Arya, no me arrepiento de haberte conocido.
Jamás lo haría.
Siempre tuya,
Sky
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ojos que no ven
General FictionSky era invisible. Y tenía ojos para todo. [ primer parte ] © aftterhours 2016