quince

1.1K 130 2
                                    

Ayer estábamos juntas en el callejón

y antes de que pudiera hablar,

me dijiste que tenías algo que contarme.

Sobre la pelea del otro día, dijiste. Sobre aquella chica.

«Resulta que él siempre tuvo novia, aunque cuando se lo pregunté me dijo que no. Y cuando ella le fue a reclamar que en la fiesta lo había visto enrollándose con otra chica, él le dijo que yo me le tiré encima. Que estaba borracha y había sido mi culpa, que me dijo que no una y otra vez y trató de alejarme pero que yo simplemente no escuchaba.»

Soy pésima para estas cosas: nunca sé qué decir y me aterra empeorar todo,

si es que esto puede empeorar.

«Oh. Y, ¿cómo estás ahora sobre...? Bueno, ya sabes, sobre eso...»

Fumabas un cigarro tras otro y el humo me ponía los ojos llorosos.

«La verdad es que no me importa. Ella se me acercó, me empezó a decir de todo y yo no me iba a quedar ahí parada dejándola tratarme así. No hice nada malo y no es mi culpa que su novio sea un imbécil y ella una tonta. Se lo dejé bien en claro, quiero creer.»

«No, no hablo de la pelea. Hablo sobre Lucas y lo que pasó en la fiesta. No hablamos mucho de eso y quiero... necesito saber si estás bien.»

Miraste para otro lado, seguiste fumando

y por unos segundos no dijiste nada.

Después, rompiste en llanto.

Te derrumbaste, te quebraste enfrente de mí sin sentir vergüenza.

Nunca te había visto llorar.

Te abracé en un intento por mantenerte unida,

te apreté firmemente contra mi cuerpo

y limpié cada una de tus lágrimas.

Tú me mirabas,

y en medio del llanto esbozaste una sonrisa diminuta.

No hizo falta emitir palabra,

pues con eso ya nos decíamos todo.

ojos que no venDonde viven las historias. Descúbrelo ahora