VEINTIUNO

17 1 3
                                    

- NARRADOR –

A la mañana siguiente Matilde despierta completamente sudada y agitada por leves temblores que le recorren el cuerpo. Después de la situación que atravesaron ayer, Harry pudo tranquilizarla y evitar que la ceden para evitar que se desencadene un desequilibrio nervioso en su organismo. Presa del delirio Matilde dice:

-¿Has visto alguna vez aquellos bichos, Harry?

-¿Qué bichos, Matilde?

- Esos, esos de ahí ¡Sácalos! ¡Están subiendo por las mantas!

-Matilde- Susurra Harry con una voz apenas audible, colocándole una mano sobre la frente de la muchacha para comprobar la temperatura corporal. Ardía. Se levanta con el rostro desencajado y va en busca de un médico

Ambos se acercan con paso firme hasta la camilla y observan a Matilde. El sudor y comienza a empaparla y no deja de moverse desesperadamente en la cama, quitándose las mantas quedando completamente desnuda ante la mirada de todos. El médico saca un pequeño frasco de la chaquetilla, lo carga en una jeringa y lo inyecta en el suero de Matilde. Al instante queda atontada por el efecto del medicamento, balbucea unas palabras en español y se queda dormida.

Indiferentes a la pálida desnudez de Matilde, interrumpida por machucones y heridas, los dos hombres vuelven a cubrir su vulnerable cuerpo con las mantas.

-Voy a traerle una bata así no queda tan expuesta, o si tiene calor puede quitarse las mantas. Enseguida regreso – Harry asiente sin dirigirle la mirada. Sólo tiene ojos para Matilde en este momento. Por un lado quiere correr y no detenerse jamás. Alejarse de este lugar y de esa muchacha que había logrado poner su mundo patas arriba. Y por el otro desea quedarse para siempre junto a ella. Diciéndole cosas lindas. Acariciándola. Besándola. Un beso. Tan solo un beso. Disfruta ver como sus labios se mueven al decir algo. Los desea de una forma descomunal. Incluso muchas veces tuvo que reprimir ese maldito impulso de abalanzarse sobre ellos.

Aunque esta vez no pudo resistirse. Se arrodilla a la derecha de la camilla y la observa con una mirada desesperada. Le seca un poco el sudor de la frente y se inclina finalmente hacia ella.

-Wake up, my Matilde. Please! – Susurra acariciando los labios de la chica con la yema de sus dedos.

Se acerca un poco más estrechando esa distancia que existe entre sus cuerpos y deposita un pequeño beso a Matilde. Fue tan suave, tan delicado y a la vez tan raro que le produjo miles de sensaciones. Continuaría allí mismo besándola, pero no de ese modo; lo volvería hacer cuando ella recupere la lucidez.

Aunque ahora le angustiaba de una manera horrible la sequedad de sus labios, las grietas profundas que los atraviesan.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 04, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Estamos lejos de casa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora