¿Estamos lejos de casa?

DOCE

Ya es nuevo día. La claridad inunda la sala, pero parece no darnos ánimos. La niña que estaba a mi lado, ella que me sonreía cuando estaba bien ya no está. Ahora hay un anciano. Hay caras nuevas y no tan nuevas, pero todas con ese gesto de desesperación en sus ojos grandes. Tampoco está Harry.

Veo que se acercan dos médicos hacia mi cama. Me descubren las piernas y me revisan. No siento sus manos allí abajo. Aunque cuando trepan hasta mi abdomen suelto varios gemidos desgarradores del dolor.

Uno de ellos se inclina hacia mi cara y saca una linterna para que responda a la luz que va y viene frente a mis ojos. El otro se retira hacia la cama continua.

-Hola Matilde. ¿Has dormido bien anoche?

-Sí. Perfecto- es la primera vez que conozco las caras de mis médicos. Siempre que venían estaba durmiendo o estaba sedada por los calmantes.

-Eso es bueno ¿Sabes?- hace una pausa y sonríe- ¿Estás sola o hay alguien acompañándote?

-Yo... Yo estoy acompañándola- dice el muchacho del uniforme verde con el niño entre sus brazos mientras juguetea con su barba. <Harry, no puede ser>. Parece haber llegado corriendo por como hablaba. Está agitado. Se sienta al otro lado de la camilla – Good morning, Matilde – coloca al pequeño en su regazo y me toma de la mano.

-¿Voluntario inglés del ejército? – Pregunta la doctora y Harry asiente con la cabeza - ¿Te han designado a una persona en particular?

-No, – agrega Harry inmediatamente – los voluntarios no podemos tocar a los heridos. Les hacemos compañía y estamos a su disposición. Delegan un determinado grupo de militares a cada institución y cada equipo se separa según la cantidad de salas o personas haya.- la doctora lo interrumpe con la mano.

-Sí querido, conozco muy bien la organización – le dedica una sonrisa - son de gran ayuda para mantener el orden en medio de este caos – me dirige una mirada y vuelve a centrar su atención en Harry- ¿Tienes un minuto?

Harry asiente, carga en brazos al pequeño y se alejan lo suficiente para que no pueda oírlos. Cierro los ojos y los abro cuando oigo al muchacho acercarse.