PRÓLOGO

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DANAE

Había una vez...

Es una broma, por dios. Esto no es un cuento de Disney, ni tampoco es narrado en tercera persona. ¿Qué creían? Olvídenlo, vayamos al grano. ¡Bienvenidos a mi prólogo! Tomen asiento, sírvanse unas palomitas y disfruten. También tenemos galletas.

-Danae Rodríguez

¿Dónde dejé mi sostén? Genial genial genial. Fantástico. Lunes en la mañana y no encontraba mi sostén. En menos de una hora debía estar decente, y estar decente incluía a la casa también. Bien, podía simplemente sacar un sujetador de mi armario, claro. Pero ese no era el problema. De hecho tengo varios  más, la situación era que habría visita. Y por supuesto, uno bien casual puede girarse y encontrar entre las manzanas mi sostén de encaje. No, eso no podía pasar.

No me malinterpreten, anoche no fue una noche de esas, ni hubo desmadre. Básicamente yo solo llegué a casa, me desabroché el sostén por sobre la blusa y lo arrojé por ahí.

Por más ardiente que sea mi profesor de español, no debería llegar a la casa de una alumna y hallar sostenes dispersos por toda la sala. O cocina. O baño. ¡He ahí el problema! Joder, ni siquiera tengo idea de dónde esté.

Bien, Danae, vamos a calmarnos. Si no lo has encontrado a simple vista, él tampoco lo encontrará, tú relájate. Caminé hasta el baño y cierro con seguro. No quisiera verme en una situación incómoda de nuevo.

Tardé mi tiempo en la ducha. Era realmente relajante sentir el chorro de agua sobre mi cabeza. Eché shampoo a mi cabello hasta las puntas y tomé mi tiempo en eso, bastante tiempo. Por Dios, digo, mi cabello es realmente largo, no por algo tengo la fama de ser Rapunzel latinoamericana.

Salí del baño envuelta en una toalla y me dirigí a mi alcoba a ponerme ropa interior. Encendí la radio y seleccioné una buena canción para animar esta deprimente mañana de lunes. Volumen al máximo. Perfecto.

Finalmente caminé a la sala en una búsqueda a profundidad de mi sostén. Una bola de grasa arrugada y pelos apareció junto a mis pies y me observa con esos ojos de ángel. No resistí a su ternura.

-¿Cómo está el bebé gordo más bello del universo?-hablé con esa voz de bebé irritante mientras le hacía cariños a su panza. -Estás gordo, pequeña bola de grasa. Envidio tu felicidad, Kiwi.

Presentando a ustedes, mi perro. Kiwi Rodríguez, el bulldog.

Kiwi es un perro feliz, muy diferente a Alfredo, mi pez.

Pero esa es otra historia.

Mi búsqueda por el sostén era realmente interminable. Pero me sentía cómoda estando únicamente en ropa interior bailando en la soledad de mi casa. Bailaba como una morsa electrocutada, no se dejen engañar por mi sabrosura latina. Es una leyenda, no todas bailamos bien, créanme.

En fin, yo me encontraba feliz y contenta con media dona glaseada en la boca. Desayuno saludable, señores.

Repentinamente la puerta fue abierta y ese lugar vacío se vio ocupado por un muchacho con camisa blanca, corbata oscura y un sombrerito agradable. Además de tener un paquete en sus manos.

-¡Entrega para la señorita Rodríguez!... Wow.

Me tomó unos segundos procesar la situación.

Estaba semidesnuda frente a este chico.

COÑO.

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AUXILIO, REACCIONA DANAE. COMO SEA.

Le aventé mi dona y empecé a chillar.

-¡Fuera extraño! ¿Qué ya nadie tiene respeto? Shu, largo. Hasta luego, joven -. Todo entre gritos y movimientos desesperados.

El chico se quedó ahí parado, parecía que no podía formular palabras o lo que sea. Ni siquiera articular un movimiento.

-Ah... Yo... Soy el p-portero, vine a d-dejar... -tartamudeó. Me halaga en cierto modo toda esta situación. En especial porque el chico tenía un aspecto digno de admiración... Bastante digno. Creo que después de esto empezaré a escribir fanfics de él en wattpad y me haré famosa.

-Bien, entonces solo déjalo y largo. No me obligues a usar una sartén -aproveché en dirigirme detrás del sillón para cubrirme hasta el cuello y fulminarlo con la mirada, así como suelen hacerlo en todas las novelas juveniles.

Parecía que el portero había regresado en sí y pudo actuar con normalidad.

-Disculpe la intromisión -se aclaró la garganta -. Tal vez esta no es la mejor manera de presentarnos pero quisiera decir-

-Sí sí, eso no funciona conmigo - lo corté -. Desfilando, mi amigo. Hasta luego. Y cierra la puerta al salir, por favor. Gracias, nene. Muy amable.

Y se marchó.

Bien, a encontrar ese sostén.


Hola bellezas, así es. Regresé y con toda la sabrosura. Veremos qué es lo que Mama Ariane trae para ustedes esta vez, mis retoños. En serio espero que les guste. Háganmelo saber con sus estrellas;) oh sí ;u; Quiero saber qué piensan. Dejen sus opiniones en los comentarios y qué esperan.

Patatas con salsa

Ariane

¡Danae, deja caer tu cabello! #CA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora