Mi mente no paraba de darle vueltas y vueltas al asunto si tan solo hubiera estado en una situación diferente en ese momento no me encontraría en una camioneta con gente desconocida, aunque viendo el lado bueno ellos parecían ser personas fuertes y de carácter. Mi familia era la razón por la que me encontraba con ellos, con su ayuda podría encontrarles y eso era lo único que quería.
-¿Por qué tan seria? -me dijo la mujer que estaba enfrente de mi, era la que había intentado ayudarme.
-No sé, quizá este pensando en que estoy con una banda de secuestradores postapocalípticos y posiblemente necesite huir -contesté y le sonreí, si pretendía convencerlos en que me ayudasen a buscar a mi familia tenía que ser lo más amable y carismática posible, cosa que no había sido anteriormente.
La mujer me sonrió y se sentó alado de mi -Aquí entre nosotras ¿parezco lo suficientemente ruda para parecer de una banda de secuestradores postapocalípticos? -me preguntó haciendo una cara de esperanzada, cruzó los dedos y cerró los ojos -Dí que si, por favor por favor por favor -dijo de una manera tan graciosa que no pude evitar sonreír.
-Para ser sincera eres la que más miedo me ha causado, ese pelirrojo queda como niñita a tu lado - ella soltó unas carcajadas tremendas que contagió al hombre de cabello gracioso que solo nos observaba.
-Soy Tara -me dijo extendiendo su mano derecha mientras que con la otra se secaba las lágrimas que le había causado la broma.
-Eliza -le dí un apretón de manos.
Las camionetas se detuvieron, todos se bajaron y comenzaron a caminar.
-¿Vienes? -dijo Rosita.
Agarré mi mochila para después seguirles el paso. Caminamos como diez minutos entre el bosque hasta que llegamos a lo que podría ser una fortaleza, tenía un muro completamente alto y estaba hecho de un material que a simple vista parecía lo que le sigue de resistente, dos hombres se encontraban en lo alto del muro nos miraron y cuando vieron a Rosita levantaron la mano.
-Han llegado, ¡abran las puertas! -gritó uno de ellos.
Las enormes puertas se abrieron y comenzamos a caminar, había mucha gente entretenida haciendo cosas, quedé boquiabierta con lo que mis ojos veían.
-Woaaah -dije sin disimular mi asombro.
Era un lugar enorme que estaba repleto de pequeñas casas de un lado mientras que en el otro había lo que parecía ser una área exclusiva de cultivos, habían paneles solares y una maquina en la cual los hombres sacaban agua.
Niños corrían de un lado para otro jugando con una pelota, unas cuantas niñas platicaban de cosas que parecían ser graciosas porque sus sonrisas eran de oreja a oreja, algunas personas estaban en el área de cultivo mientras que otras platicaban despreocupadas mientras fumaban o leían de algún libro.
-Es grandioso ¿no? -dijo Tara.
-¿Grandioso? esto es ..... -no había terminado la oración cuando una mujer de cabello negro se le acercó y le dio un beso en los labios.
-Llegaste -le dijo emocionada, la mujer la agarró de la mano y se la llevó.
-Lo siento me llevan -dijo mientras se alejaban -pero te dejo en buenas manos -gritó.
Veía que se alejaba y abrazaba a la que debía ser su novia, se le veía muy feliz pero en realidad a todos en ese lugar se les veía felices es como si el mundo no estuviera hecho mierda y siguiera funcionando tal como antes.
-Ven que tenemos que hablar -me dijo Rosita pasando por delante de mí.
- Si claro en buenas manos -pensé.
Entramos a una habitación llena de libros y pinturas colocadas en las paredes. La habitación tenía una ventana que mostraba una vista de toda la comunidad. Rosita comenzó a caminar, se quitó un cinturón que tenía dos armas y lo asentó en el escritorio, se dirigió al bar que estaba en un lado y sirvió dos copas.
-¿Y bien? -se sentó, me dio una de las copas.
Agarré mi mochila y saqué todas las armas que tenía en ella -Elige las que quieras - dije y ella comenzó a reír.
-Bueno rubia ¿Qué tú no te has dado cuenta? -preguntó -¿Ya viste el lugar en dónde estás? -se paró dejando su copa en la mesa y se dirigió hacia una pintura, la descolgó y en la pared había una puerta -acércate -me dijo.
Abrió aquella puerta y el espacio estaba repleto de armas y municiones, las armas eran de todos los tamaños y de todos tipos desde armas blancas hasta armas de fuego.
-No entiendo -le dije.
-Mira Eliza no estás aquí porque quiera tus armas, como puedes ver no las necesito al menos no por ahora, lo que necesito de ti es tu habilidad -
-Mi.. ¿mi habilidad? -dije algo nerviosa, no tenía idea a lo que se refería.
-Así es, sé que si hubieras estado en otra situación hubieras sabido lidiar con ello -dijo refiriéndose a la horda de infectados que me interceptó -hay algo en ti Eliza que me puede ser de gran ayuda, no creas que me paso los días rescatando gente por la carretera, no a todos les ofrezco ayuda -continuó diciendo.
-¿Y en que te puedo ayudar? -dije interesada.
-Esperaba que dijeras eso -sonrió -necesito gente que se encargue de las diferentes rutas de exploración -dijo seriamente -por rutas de exploración me refiero a búsqueda de suministros ¿puedes ayudarme con eso?- dijo sin quitarme la vista de encima.
Sin pensarlo dos veces contesté -Cuenta conmigo -
-Muy bien, ahora ve y dile a Eugene que te entregue los mapas de las rutas que te corresponden, como eres nueva te dará las más sencillas -dijo, se paró y se dirigió a su bebida -espero en muy poco tiempo darte las rutas excitantes -articuló una media sonrisa.
-Rapidez es una de mis habilidades -le dije mientras salía de la habitación.
Salí en busca de Eugene pero al ver el magnífico lugar en donde me encontraba hizo que me olvidara de lo que tenía que hacer, me quedé parada unos minutos observando a todas esas personas que convivían en armonía, me encontraba en un lugar lleno de felicidad pero sin embargo me sentía más vacía que nunca, me faltaba algo y ese algo era mi familia.
De pronto sentí unos brazos alrededor de mi cintura me volteé lo mas rápido que pude y la vi, llevaba trenzas y un vestido rosado.
El rosado siempre le había quedado tan bien, estaba enfrente de mí y estaba más hermosa que nunca..
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Quédate junto a mí.
FanfictionAnte el desate de un virus que arrasa con la ciudad y posiblemente con el mundo entero, Eliza Griffin, una chica de tan sólo 19 años se enfrenta ante una situación que podría cambiar su vida entera, quedarse con los suyos o embarcar un viaje en busc...