Capítulo 3: Un lugar especial

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Pasé unos cuantos infectados en el camino pero al fin había llegado a mi destino, me quedé unos segundos parada enfrente pensando si debía entrar o no pero había manejado una hora así que no podía simplemente marcharme.

Abrí la puerta discretamente mientras sacaba mi machete comencé a caminar, me dirigí hacia el estudio y miré su fotografía -cuanto los extraño - pensé mirando la foto de mis abuelos.

Antes de que toda esta mierda comenzara, cuando todo era normal mis abuelos eran los que me brindaban su apoyo incondicional, los que sin importar cuan problemática yo sea ellos estaban allí para mí.

Subí las escaleras para dirigirme a mi cuarto, a mi abuelo se le ocurrió la magnifica idea de hacerme una habitación para cuando quiera escapar de los problemas en casa, desgraciadamente mi padre estaba peleado con ellos así que no se frecuentaban muy a menudo, mi abuela murió antes de todo esto y mi padre no pudo encontrar al abuelo.

Al entrar a mi habitación estaba todo tal cual lo había dejado los focos de navidad sobre la cabecera de la cama, el graffiti en la pared.. me acerqué y con la punta de mi dedo seguí uno que decía Jake & Eliza. Volteé la mirada y continué revisando todo lo que había allí, me sorprendió ver que tenía ropa de Jake -Ah ya -pensé, el se quedaba a dormir conmigo, a mis abuelos les encantaba el chico rudo.

Saqué su chaqueta del closet y me la puse era increíble que su perfume siguiera impregnada en ella. recordé que tenía un Ipod por suerte estaba apagado lo que significaba que tenía carga (siempre tengo el vicio de apagar las cosas que necesitan batería) agarré una mochila y metí ropa, fotografías y el Ipod para ya marcharme.

Me dirigí hacia la bodega del abuelo donde almacena las armas puesto que él había sido soldado y conservaba algunas, elegí de todo tipo unas más grandes que otras la verdad es que no sabía mucho de ellas.

Estaba cerrando la rejilla cuando escuché un ruido -Mierda Eliza -me dije a mí misma, comencé a caminar lentamente cuando lo vi aparecer justo enfrente de mi, era él pero en realidad ya no lo era, se me abalanzó quería morderme, le sujeté la cara con una mano mientras con la otra me percataba de que no pueda hacerme daño, era algo estúpido que este dentro de una habitación llena de armas y que no pueda usarlas, al menos no con él.

Busqué miles de maneras para deshacerme de su agarre pero no lo lograba, estaba tan asustada que sólo podía fijarme en sus dientes amarillentos tan cerca de mi mejilla, no sé como carajos le hice pero logré tirarlo aprovechando salir corriendo para cerrar la puerta.

Me encontraba tirada del otro lado de la puerta, pegada a ella escuchando sus gruñidos y sintiendo la vibración de los golpes que lanzaba. Quería quedarme con la desesperante idea de que estuviera desaparecido, hubiera preferido eso, hubiera tenido esperanza.

Se hacía de tarde y mis padres debían estar preocupados pero en ese momento estaba sumergida en una tristeza que nada mas me importaba. Sin verlo venir me quedé dormida y cuando me dí cuenta la noche había caído, era mi primera noche en completa soledad, bueno casi completa.

Sentía como los ojos se querían salir de mi rostro, debía ser porque había llorado hasta quedarme dormida, tenía que encargarme de esto -Tienes que hacerlo Eliza, tienes que enfrentarlo - sabía que tenía que hacerlo, me odiaría toda la vida si lo dejaba vagando como un cadáver putrefacto intentando alimentarse de alguien más.

Respiré lentamente esperé unos minutos y abrí la puerta mientras retrocedí unos cuantos pasos esperando que saliese, una vez que caminó hacia a mí intentando morderme le agarré el cuello saqué mi machete..

-Lo siento de verdad que lo siento, te quiero tanto abuelo -las lágrimas de nuevo inundaron mis ojos y le dí un golpe atravesando el cráneo.

La sangre estaba esparcida por toda la habitación mientras su cuerpo seguía tendido en el piso me quedé fijamente mirándolo, como en esas veces que te quedas observando y te pierdes, te pierdes y no regresas hasta que algo te devuelve a la realidad. Agarré una pala y me dirigí al patio trasero comencé a cavar en medio de la noche, allí me encontraba sin miedo a que algo me atacase, tenía el alma en pedazos ¿Qué podía preocuparme? traté su cuerpo con tanta amabilidad, es verdad que ya no era él que era un monstruo cierto, pero alguna vez allí estuvo una persona que tanto me amó y al que le debía muchísimo.

Lo enterré y fue allí que comprendí que era realmente lo que estaba pasando, entendí que ya no debía ser la misma que no debía ser débil. No solo enterré a mi abuelo, enterré mis sentimientos y mis miedos con él.

Comprendí que ya no había un lugar especial, al menos no para mí......

Quédate junto a mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora