Kagome: Odio.

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Kagome

Últimamente no me he sentido nada bien, me duele la cabeza y tengo unas nauseas terribles por la mañana. No soy tonta y menos estúpida para ignorar lo que mi cuerpo me indica, sé que estoy embarazada pero no se dé cuánto.

Por eso mismo le pedía a mi mejor amiga Sango que me acompañara al médico, lo que no sabía ni imaginaba era que Sango trajera a Miroku, su novio.

-Mira Kagome, el padre de Miroku es un buen doctor y es muy discreto.

-Umm, bueno, pero eso sí, no quiero que le digan nada a Inuyasha –me sonroje -, y tampoco a su hermano.

-¿Por qué no? –me pregunto Miroku.

-Me da miedo –reí un poco nerviosa.

Miedo se quedaba corto con lo que sentía. Cuando miraba al hermano mayor de mi novio sentía una presión en el estómago, para ser más exactos en la parte baja del vientre, pero más que una presión era un cosquilleo. Así fue desde el primer día que lo vi.

Me aterro la mirada fría que me dedicaba y sus gruñidos que eran claramente una muestra de desprecio y con eso sabía que no me quiera ahí.

Cuando estaba en casa de los Taisho, el hermano mayor no estaba. Y eso me aliviaba y entristecía el alma. Sé que es contradictorio pero así es como me sentía. Amaba mucho a la familia Taisho. Los padres de Inuyasha me aceptaron con los brazos abiertos a pesar de mi origen humilde.

Los Taisho eran adinerados y mi familia solo era duella de un templo. Nada de que alardear.

-No seas tontita Kagome –Miroku acaricio mi cabeza de forma paternal.

Este chico era como mi hermano. A pesar de que solo lo conozco por ser el mejor amigo del hermano de mi novio –o eso es lo que queremos que piensen, que embrollos ¿verdad? –, pero aun así lo quiero. Es de confianza y lo más importante ama con locura a mi mejor amiga Sango.

-A Kagome le da miedo su cuñadito –rio Sango.

Sango es la mejor y una loquita de primera. Muy observadora por cierto. La muy insensata no se cansa de decirme que los motivos de que Sesshomaru no me quiera ver son porque siente algo por mí. Si claro, como si eso pudiera pasar. El hombre me detesta, solo eso.

-Bueno ya –me desespere, las hormonas no ayudan en este momento -. ¿Me van a llevar sí o no?

-Tranquila mami, que a mi bebe le hará daño.

-Miroku ¿Cómo que tú bebe? –Sango se cruzó de brazos riéndose.

-Que no es claro –él me rodeo y me abrazo -, él bebe es mío.

-No te conformarías siendo el tío –le dije riendo.

-No, yo quiero ser su padre –Miroku me soltó y corrió hasta Sango, abrazándose de ella como niño regañado -, Sango dile que me deje ser el padre. Lo quiero, lo quiero.

-Ya clámate. Sí Kagome dice que si es porque me dejara a mí ser la madre ¿Verdad Kagome?

-Por supuesto.

Los tres nos fuimos caminando con dirección a la casa de Miroku riendo.

Entre risas y bromas llegamos a la clínica del padre de Miroku.

El señor Yamato me trato muy bien, tenía manos delicadas y una actitud muy amable. Al principio del chequeo me dio miedo pero mis amigos me tranquilizaron. Me hubiera gustado que Inuyasha estuviera con migo pero me había cancelado de último momento diciendo que me vería más tarde, tal vez me estaba organizando una sorpresa. Aunque últimamente lo he sentido muy distante.

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