Soledad (Parte I)

1K 99 23
                                    

~Soledad
Se define como estar sólo, sin acompañamiento de una persona u otro ser vivo.

-Tonterías- murmuro mientras cierro el diccionario de golpe y lo lanzo fuera de mi alcance. No necesito de un libro; se muy bien lo que es la soledad.

Desde pequeño la única compañía han sido revoltosos pensamientos y tardes de melancolía. A temprana edad entendí la gran mentira a la que los adultos se someten y obligan a creer. La falacia universal... La felicidad. No hay tal cosa como << Y vivimos felices por siempre>>
En algún momento la terrible realidad te golpea y te das cuenta que todo es una porquería.

La mujer que me trajo al mundo, me aborreció desde el principio y si ella hubiese sido valiente , no estaría en esta mierda de vida. Preferiría mil veces no haber nacido, todo sería mejor...

Los primeros años de mi miserable vida los pasé en una casa hogar a las afueras de la ciudad. Todos los niños de ese lugar eran... Extraños. Parecían ausentes, no reían ni hablaban. Yo no era muy diferente al resto. Además que no me estaba permitido jugar, debido a la maldita enfermedad que mi progenitora me dejó como recuerdo.
Todo iba <<de rositas>> hasta que ese malnacido entró por la chirriante puerta; desde el primer momento en que lo vi, supe que mi estancia en ese lugar había terminado y recé para que todo fuera mejor. Que equivocado estaba.

Llegué a la mansión con unos pantalones demasiado largos para mis escuálidas piernas y una camisa mugrienta, la cual desapareció apenas puse un pie en la entrada de aquella construcción.

El temible hombre que me sacó de aquel lugar me ordenó seguirlo por una infinidad de pasillos hasta que llegamos a un recinto amplio y con olor a fármacos. Recuerdo con total claridad el rostro de la mujer moribunda en el rincón de la estancia, sentada en un majestuoso diván digno de la realeza.

-Aquí lo tienes, hermana. Querías un hijo, pues te lo he traído. Esta un poco enfermo, pero servirá para acompañarte- la voz hueca de aquel hombre hizo que mis piernas temblaran tanto que apenas pude disimularlo.

-Acércate, pequeño- por el golpe que me propino el desconocido, supe que aquella orden iba dirigida a mi, así que tratando de controlar los temblores de mi cuerpo, poco a poco me aproxime a donde se me ordenaba.

Cuando conseguí estar lo suficientemente cerca de aquella mujer, mi corazón se sacudió; no cabía duda que estaba muriendo, sus ojos hundidos eran una gran señal, pero bajo todo eso, pude ver a una hermosa mujer... Lástima que sus ojos decían todo lo contrario. Una de las encargadas de la casa hogar dijo una vez que los ojos eran las ventanas del alma y lo que veía en los ojos de la mujer era amargura, desolación y sobre todo vacío.

Comprendía de algún modo como se sentía aquella mujer, no por el hecho de su enfermedad, sino por la soledad que transmitía, una soledad que tarde o temprano terminaría por consumirla; al igual que sucedería en mi caso.

-Eres demasiado apuesto para ser un niño, ¿Qué edad tienes, pequeño?- su fragancia me hacia cosquillas al respirarla, era una mezcla entre orquídeas y funeral.

-Tengo doce años, señora - desconozco de donde salió mi voz, tal vez la necesidad de hablar con alguien era más grande que el propio miedo.

-Vaya... Perdona, pero no los aparentas, al verte pensé que tendrías cerca de nueve o diez años. Estas demasiado delgado y tu altura no ayuda. ¿A que se debe eso? - su tono preocupado me descolocó, apenas me conocía y, ¿estaba preocupada por mi? Imposible

-Como mencioné, hermana, El Niño esta enfermo: la loca que lo dio a luz era una adicta y poco después de canjearlo en el recinto, se dieron cuanta que era un bebé con síndrome de abstinencia lo que provocó su tardío desarrollo. Ahora esta un poco débil debido a la carente atención médica de aquel lugar, pero dentro de lo que cabe, esta bien- pronunció educadamente el hombre mientas que con pereza se dejaba caer en una de las suntuosas sillas del comedor.

Cada palabra dicha por aquel hombre fue una cubeta de agua fría para mi. De pronto no sólo conocía mi origen, además que me hacia una idea de que el lugar donde viví todo este tiempo no era una casa hogar, sino un local donde se hacían cambios, negocios con bebés y niños. Todo se estaba jodiendo cada vez más.

-Entiendo, hermano. Pero, yo pedí un niño sano en su totalidad. No se sí este niño será capaz de ayudarme. ¡Simplemente con verlo!, ¡Es tan delgado que apuesto lo que me queda de vida que no será capaz de llegar a los dieciocho años! - su voz subía cada vez más conforme pronunciaba cada palabra, hasta que expulsó todo el aire de sus pulmones, teniendo que recurrir al tanque que descansaba a su costado.

Pacientemente, en medio de la habitación esperaba mi destino, rogando una vez más que todo fuera mejor; y de nuevo: estaba tan, tan equivocado.

~~

La muy sinvergüenza si que se había equivocado, sigo vivo y coleando a mis veintiún años. Claro que la vieja no pudo verlo, murió poco tiempo después de mi décimo séptimo cumpleaños.

Se preguntarán lo que sucedió después de mi llegada a ese lugar, pues... Todo fue una mierda.

Por supuesto, fui a los mejores institutos de la cuidad, tenía comodidades y por primera vez en mi vida vestía ropa a mi medida; todo parecía genial si alguien lo veía desde el exterior, pero una vez que cruzas la puerta de la mansión te das cuenta de toda la "maravillosa" vida que me cargo encima: pocos meses después de llegar a la residencia, fui obligado a tomar cursos de primeros auxilios para la vieja (nunca supe su verdadero nombre, ya que no se molestó en decírmelo. Por lo que me tome la molestia de buscar un buen apodo para ella: " Blue "); como decía, primeros auxilios, cursos básicos de enfermería, todo lo necesario para poder cuidar de Blue, así que imaginarán lo que sucedió, me convirtieron en su enfermero / niñero.

Siempre supe que mi vida era un espejismo, algo imaginario. Yo mismo era un cascarón vacío, todo lo bueno que traía al nacer se fue evaporando poco a poco con la ausencia y el hastío.
Principalmente algo que había estado atada a mi es la maldita soledad: los adultos te dirán que lo que sientes ahora pasará, que todo tomará su curso y el desenlace será feliz...

¡Mentira!

Al morir la vieja, mi corazón sintió... Un vacío, diferente: Ahora era libertad.

Por obra del destino, al cumplir la mayoría de edad, se me fue entregada una cantidad exorbitante de plata, Blue si que fue agradecida, ¡Ja!
Con ese dinero me mude a la capital e ingresé a la universidad, elegí cualquier especialidad y me dispuse a disfrutar mi vida.

Todo fluyó bien los primero meses, de nuevo fingía ser feliz y al llegar a casa la sonrisa falsa desaparecía dejando una mueca indiferente.
Lo gracioso es que el primer día ni siquiera tenía idea de a donde dirigirme, cual fue mi sorpresa al conocer mi especialidad: Literatura.

Pasaba el tiempo sumergido en libros, analizando poemas y escribiendo haikus.

Pero... Había algo que faltaba en mi vida: no sabía como vivirla, ser independiente, hacer lo que deseo son cosas que nunca me imaginé. La soledad me acompañaba para cualquier lado, necesitaba algo o a alguien en mi vida...

Y como si de un rayo se tratase, de pronto algo impactó contra mi pecho: Ella

Hola! Pues aquí esta lo que sucedió con nuestro SeHunnie. Mientras escribía, tuve algunas ideas y pues... Decidí agregar más cosas a la parte de Sehun, por lo que decidí dividirlo en dos.
La segunda parte la subiré lo más rápido posible.
Gracias por leer
Disfruten...
-Lee 🌸

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 22, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Despedida (Oh Sehun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora