Capítulo 3: Pruebas

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Aunque supongo que sobra decirlo el cuarto estaba muy oscuro, demasiado para el gusto de Marcus. Era como estar parado en el vacío, palabra que le causaba escalofríos. Sin embargo esa felicidad no duró mucho, porque de repente y sin razón o explicación alguna empezó a caer. Era como si todo el tiempo hubiese estado cayendo de cara mientras que el cielo negro empezaba a aclararse a un azul muy claro con manchas blancas. Así es, estaba cayendo del cielo. Nuevamente, como si la experiencia no le hubiera servido, empezó a agitar los brazos inútilmente mientras que debajo de él una gran masa azul de agua de kilómetros y kilómetros de ancho y largo se empezaba a materializar, ¿Adivinaron? Sí, era el océano, un inmenso y amenazante océano que jalaba con fuerza hacia él, o por lo menos eso creía él.

Siguió aleteando y gritando desesperadamente mientras veía el océano gigante cada vez más cerca. (Dato curioso para los despistados, Marcus le tenía miedo a el océano y a masas de agua grandes) Entonces golpeó fuertemente el agua en un *SPLASH* salido de comics. El impacto le hizo perder el conocimiento por unos segundos y aunque no tardó mucho en recuperarlo, se dio cuenta del hecho más desafortunado de su vida, el agua en realidad sí lo estaba jalando. Lo succionaba hasta el fondo del océano con gran fuerza a lo que Marcus nuevamente (y ya me estoy hartando de eso) empezó a aletear como, no un ave, sino un pez, un descamado, peludo y pesado pez. Pero, sin importar sus esfuerzos por escapar de la fuerza, esta seguía jalando hacia abajo y ya se estaba quedando sin aire.

Entonces las palabras de Gen retumbaron en su cabeza de un lado a otro. *Procura hacer lo que esperas hacer*. ¿Que esperaba el hacer? Salir de allí, secarse y tomar un vaso de chocolate caliente, aunque pensar en eso no le servía de mucho. Tenía que pensar en algo, algo que lo sacara de el aprieto de gran magnitud en el que se encontraba. Obviamente la respuesta debía estar relacionada con magia, más específicamente con las escuelas a las que él aspiraba. La escuela de espacio lo podría teletransportar a cierta distancia, pero ya estaba demasiado hondo como para hacer eso. Las de tecnología y de fuego no le serían útiles en lo absoluto así que ni siquiera lo pensó. Lentamente empezó a sentir que le fallaban los ojos y su cabeza le dolía, empezaba a marearse, estaba perdiendo el conocimiento. Cerró los ojos para concentrarse, intentaba pensar en una solución, pero solo se le venían a la mente llamas rojas y ardientes alrededor de su cuerpo quemando todo a su alrededor. Era inútil, se limitó a esperar a el momento en que sus pulmones le fallaran mientras en su mente lo único que había era plasma rojo. Sentía como sus extremidades se acalambraron y su mente se nublaba y su cabeza se ¿Calentaba? Entonces no pudo aguantar y respiró llenando su pulmones abruptamente de agua. Su cabeza se calentó aún más y empezó a sacudirse en el agua. Después de un desesperado grito, se oyó un boom y toda el agua a su alrededor empezó a crear una burbuja de aire que se expandió rápidamente, de la nada, y se siguió expandiendo y expandiendo hasta desaparecer completamente todo el océano a su alrededor.

Marcus empezó a caer otra vez hasta que golpeó fuertemente el suelo. Con sus manos palpó arena así que supuso que estaba en un desierto. Se arrodilló y tosió agua varias veces para luego tomar aire en una inhalación muy profunda. Dirán que por lógica debería de estar en el fondo del océano. Pero Marcus ya sabía que la lógica no funcionaba allí. Por esa misma razón se levantó y lo que vio lo dejó estupefacto. No estaba en el fondo del océano, o al menos eso no parecía ser la base de una masa de agua salada. Enfrente tenía un océano de pedazos de metal, literalmente, pedazos de hierro, cobre, aluminio, níquel, titanio, entre otros, estaban esparcidos desordenadamente por todo el desierto hasta el horizonte.

"¿Ahora que?" Marcus susurró para si mismo luego de dar un suspiro.

Empezó a caminar por los desiguales pedazos de metal. Procuró mantener el equilibrio para no caer en las puntas probablemente infectadas de lo trozos. No sabia a donde ir pues independientemente de a donde mirara encontraba exactamente lo mismo, metal. Entonces piso una placa de hierro de tamaño medio la cual pareció moverse. Marcus se quedó helado y miró alrededor de la base, pero no parecía haber nada preocupante allí. Movió el otro pie encima de la placa y esta vez sí estuvo seguro de que se movió. Un suave balanceo de izquierda a derecha que lo ponía ansioso. Golpeó suavemente con el pie derecho y la placa se movió más. Esta vez empezó a saltar con fuerza pegándole a la base hasta que esta cedió, ¿O fue él quien cedió?

Otra Historia Sobre Magos (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora