Bienvenido a este Pueblo "Mágico"

10 0 0
                                    


Me invitó a quedarme con él una noche en aquel Pueblo en el que él estaba haciendo su Servicio Social. Nuevamente quebrantando las reglas, está prohibido tener visitas, así que me citó un poco noche para que no se enteraran en ese pueblo chico de Gran Infierno...

Llegué en Autobús, casi una hora de camino, por lugares que no conocía, él dijo que estaría pendiente de mí para que no me pasara de pueblo y que si me pasaba, iría por mí hasta la terminal del último pueblo y bueno, me pasé... Siempre me pierdo, es una de mis cualidades, pero esta vez no fue tanto, sólo me pasé una parada. Él llegó un poco tarde, como de costumbre, y al no verlo, me seguí, pero el chofer me indicó que me debía bajar ahí.

Le llamé y esperé a que llegara por mí. Me recibió con un par de regalos: En una hoja escribió mi nombre, como cartel, para irme a recibir, sólo que no le funcionó como tal en su tardanza, y detrás de ése papel, había una carta escrita sobre lo mucho que disfrutaba pasar el tiempo conmigo, mezclado con algunos poemas y canciones. Me gustó el detalle de haber escrito también en un abatelenguas un pedazo de una canción. Un par de regalos para recibirme ese día en su morada.

Vivía en el centro de Salud, con un par de prestamistas de servicio social, me parece que dos enfermeros. Que sí me vieron, pero parece que no me delataron. Cual típica residencia estudiantil, era un caos, un desorden, y mejor aún... Él era quien contribuía principalmente a ese caos...

Me contó que no le gustan los quehaceres domésticos, en toda su pedantería de médico, no se bajaba a hacer ese tipo de quehaceres, así que nunca lavaba los trastos, no le gustaba hacerlo y los dejaba. Sus compañeros  dejaban que se apilaran los trastos, pero era más fácil que ellos cedieran y lavaran por él a que él hiciera lo propio...

Fuera de eso, el lugar era aceptable, digamos... habitable... En el techo tenía una bonita vista del pueblo, había unas ricas quesadillas muy cerca y su cuarto era confortable. También había un desorden peculiar, pero era cálido. Me contó que lo ordenó un poco para mi llegada, pero igual tenía varias cosas porque estaba haciendo unas almohadas de color verde intenso...

Pasamos una noche memorable. No he escrito a propósito la primera vez que tuvimos relaciones sexuales, puesto que eso es de dominio netamente personal, sólo dejaré en estas líneas las huellas del sudor, de la sorpresa y de la pasión desatada aquella tarde en una oficina.

Esta noche, en su lecho, nos abrazamos con cariño, nos besamos con anhelo y tuvimos relaciones con mucha pasión. Yo estaba un poco desconcertado de que su compañera del cuarto de junto nos escuchara, pero a él poco le importaba y se entregó por entero al goce que aquel momento nos daba.

De poca experiencia en el terreno sexual, me dejé llevar por la locura y pasión que él tenía y me transmitía. Lo seguí por la noche, cuando caímos rendidos de cansancio para dormir un poco; lo seguí también un par de horas después, cuando nos despertamos para alivianar un poco más de la pasión que nos inflamaba y al final... Me siguió cuando era momento de dejarlo, temprano por la mañana, para salir desapercibido del pueblo y para que él se preparara para sus consultas diarias...

Según me contó, se siguió durmiendo y despertó tarde y así se puso a trabajar. Fue una buena noche y le siguió un buen día, donde la vida se veía diferente y me sentí dispuesto a seguir en esta relación. Me hace sentir bien y no quiero pensar más... No Quiero Pensar...

EnAmorAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora