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Mamá me despertó. Cuando vi por la ventana, ya era de noche. Me hizo miles de preguntas a las que no podía responder absolutamente nada porque a penas si podía desperezarme.

-He estado preocupada por ti. Fui al colegio y no saliste nunca! Ni siquiera tu amiga pudo decirme donde estabas.

Olvidaba que mi madre pasaba a recogerme a la salida de clases. Ni siquiera pensé en los problemas que me traería, solo le hice caso a esa chica de la cual ni siquiera sabía el nombre y salvé mi vida.

Bajé a cenar en completo silencio. Mamá estaba preocupada, se notaba en su cara. No dijo nada, solo respiraba despacio. Recogí la mesa sin hacer demasiado ruido, lavé los platos rogando que no me dijese nada, ni siquiera había inventado una excusa perfecta, olvidé llamarla para decirle que "había salido temprano".

-Tienes que decirme porqué volviste a casa- dijo a mis espaldas. Mis súplicas no habían sido escuchadas.

Luego de unos largos segundos sin decir nada, la vi sacar dos tazas de uno de los armarios, saquitos de té, azúcar y puso agua a calentar.

Me miraba esperando aún una respuesta coherente y tenía que sonar convincente. Era mala mintiendo, ya me lo habían dicho, pero si decía la verdad, sería arrastrada al día siguiente a enfrentar a mi compañera y no era ese el mejor plan para ponerme en ridículo. ¿Qué diría frente a la directora? a pesar de que no había hecho nada malo de lo que me arrepintiera, mi madre tenía cierto temor con que tuviese relaciones sexuales a mi edad, quizás no me creería, pero consideraba decirle la verdad, después de todo, siendo su hija y queriendo saber que había pasado, tendría que creerme, no había hecho nada por lo que pudiese sentirme culpable.

Sequé mis manos y me senté a la mesa nuevamente. Puso una de las tazas frente a mi y se sentó a mi lado esperando. Era todo oídos.

-Es que... vine a estudiar porque tengo un examen en unos días y me es muy complicado. Disculpa por no avisarte.

-Eso es todo lo que tenías que decirme. No sé porqué tardaste tanto en aclarar las cosas, Jadian...

-No siempre me crees.

-Si, puede que sea cierto, pero si tienes problemas con entender algunas cosas, lo mejor sería que busques un tutor o tendré que ponerte maestros particulares.

Esa podría ser una gran solución a todos los males, más que nada al mal llamado "Loca Celosa Kalye". Al día siguiente iba a matarme en el colegio o a humillarme de la peor de las maneras, ya lo había hecho una vez, estar vez sería peor, prefería la muerte a tener que cargar con las malas miradas de todo el alumnado y las habladurías a pesar de saber muy bien que todo lo que podrían decir de mi no era como lo habían hecho circular, pero nadie me creería.

-Pero no te daré ese gusto y eso me costaría mucho dinero- maldije para mis adentros -así que, prefiero que busques un compañero o una compañera que te ayude a pasar los exámenes.

Ladeé mi cabeza y le di un sorbo al té. Era de manzanilla, relajante natural que no lo necesitaba porque la pequeña siesta que había tenido, me ayudó a acomodar mis pensamientos.

-¿Me buscaste por toda la ciudad? -pregunté- es decir, es de noche, simplemente me esperaste afuera del colegio y como no salí ¿te fuiste?

-Tenía algunas cosas que hacer. Pero supuse que irías a casa. Nadie te conoce en ese colegio -dijo de mala manera-. Espero que este año al menos puedas hacer amigos.

Era tarde para que el timbre sonara en casa. Mamá tomó su bate de baseball, si, demasiado extremista como segura, pero era necesario. Preguntó en voz alta quien era y para mi sorpresa, a quien buscaban era a mi. Abrió la puerta y allí estaba, mis piernas temblaron mientras sentía una extraña felicidad recorrer todo mi cuerpo.

Ahora es mi TurnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora