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Cecilie me lo dijo pero no quise escucharla. Otra vez siendo víctima por ser tan ingenua.
Sentía rabia hacia mi misma. Ya no podía hacer nada por  borrarle de la mente a la preparatoria entera las fotos que habían visto.
Hablé largo y tendido con Phil. Él no recordaba demasiado por haber estado tan ebrio, pero una de las pocas cosas que recordaba, era a alguien molestando con una cámara de fotos instantáneas a todo el mundo, y que reía ante la reacción de muchos, corría del alcance de otros porque estaban engañando a sus parejas, pero yo caí en su terrible trampa, o en la que habían preparado Kylie con su grupo de amigos nefastos.

—Creí que Natalie era mi amiga... —dije casi susurrando.
—Natalie no es amiga de nadie —en un deja vú, Phil me recordaba algo que Cecilie había dicho pero no quise creerlo o por alguna razón equis, no quería aceptarlo, quizás porque fue la única que me habló en mis primeros días de colegio nuevo.

Mientras él me hablaba, intentaba recordar en qué pudo haberme mentido, porque si no era amiga de nadie, seguro que había inventado algo, algo... pero no se me ocurría qué podría ser.
Al regresar a redacción, Cecilie solo me miró sin preocupación. Supuso que luego de estar encerrada todo el día necesitaría algo de aire.

—¿Tomarás alguna clase? —preguntó mientras redactaba una de sus notas— porque de saltearte más de dos, llamarán a tu madre y no creo que este sea el momento para eso —volteó su vista a mi como queriendo que le diese la razón.

No lo pensé demasiado y fuí a tomar una de las materias.

Sentía que todos hablaban a mis espaldas, sobre todo los pesados del fondo, que ni por cerca eran Vivian o alguno de los chicos que estaban en esa fiesta; eran compañeros de equipo de Sav, unos que intentaban ser como él y Steve, pero por lo poco que había oído, era que se dedicaban a ser unos pesados inmaduros que solo imitaban. Los escuchaba reírse mientras Rebeca, una chica de cabello lacio con anteojos muy grandes y su ropa como si fuese que la compró en una feria de los años 20, leía. A esa chica la respetaba demasiado —en realidad, a todos, no conociendo a nadie, no podía darme el lujo de burlarme porque sí o hacer comentarios indebidos— me parecía la chica de la película "Carrie" pero una versión más nueva y mucho más bonita si solo se quitara esos horrorosos lentes. La profesora intentó callar a los idiotas del fondo varias veces, pero no lo había logrado. Imaginaba que Rebeca se levantaba y extendiendo sus brazos, los ahorcaba mediante telequinesis o los azotaba contra la pared para que se quedaran inconscientes sin joder a nadie.
En cuanto terminó la hora, intenté acercarme a ella, pero simplemente tomó sus cosas con prisa y salió del salón. Me resigné a que no habláramos al menos por ese día.
Fui al baño que para mi suerte, estaba vacío, hasta que estando al fondo, escuché a alguien sollozar y que la puerta principal se abría.
Me metí justo en el último de los divisores y escuché una conversación interesante: Kylie y Steven se seguían viendo a espaldas de Sav. Una de sus amigas intentó sacar a flote el diálogo sobre las fotos que me habían tomado pero dijo "eso ya ni siquiera tiene gracia" a lo que una de sus amigas continuó queriendo convencerla de hablar de ello:

—Pero tienes que reconocerle el mérito a la pobre Natalie. Fue una idea genial.
—No tan genial. Si ella hubiese aparecido desnuda con más de uno de los chicos que fue a la fiesta y hubiese salido en periódicos, sería genial. Tengo mejores ideas que esa perra.

Estaba a nada de salir del cubículo dando un terrible portazo, pero me contuve. Solían tardar demasiado arreglándose el cabello o retocándose el maquillaje. Algo más tenía que sacar de esa conversación.

—Ella solo quiere volver a ser mi amiga. Dejará en ridículo a quien quiera con tal de tenerme feliz, pero ya le he dicho miles de veces que deje de perder la poca dignidad que le queda. No volvería a ser su amiga ni por los buenos momentos, que fueron muchos. ¿Les conté que va a casa todos los miércoles? —sus amigas se indignaban muy forzosamente—. Es una maldita psicópata. Me lleva regalos de cincuenta centavos, chocolates horrendos que desde luego, no como porque tengo que mantener mi piel y mi figura, películas viejas, románticas, que son un espanto; se las he regalado a mi tía, a ella le encantan esas tonterías, entre otras cosas que ni al caso.

Ahora es mi TurnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora