· Capítulo 3 ·

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Quedé inmóvil, ese albino obviamente era Peter, unos chicos lo tenían agarrado por detrás mientras otro le golpeaba el estómago. Tapé mi boca con mi mano para no gritar (Si, no gritar...), se escuchaba la agonía de éste, y me hizo sentir mierda al no saber como sacarlo de esa situación.

El día cada vez se ponía más obscuro, y un extraño azul inundaba las calles, hasta que distinguí el sonido de las gotas chocar contra el suelo. 

Esta vez tiraron a Peter al suelo, y le patearon nuevamente, luego, se marcharon. Esperé un minuto aproximadamente y me acerqué a él. Lo miré, como mierda. Él estaba echo mierda, intenté despertarlo pero parecía inconsiente, así que lo intenté sujetar como sea para llevarlo a mi casa, y eso hice. Lo cargué en mi espalda y atravesando la lluvia llegué a casa.

-¡Mamá!-llamé desde afuera. Consecutivamente se abrió la puerta y al ver a un chico con la cara morada se asombró. Pasé por su lado yendo a mi pieza y dejé a Peter en mi cama, luego fui al comedor en donde se encontraba mi madre.

-Rachel sale en 15 minutos del taller, sería bueno que la fueras a buscar-le dije agarrando un vaso de agua.

-Cámbiate de ropa, estás empapado...¿Qué le pasó a ese chico?-preguntó preocupada.

-Lo golpearon, pero no pude ver quienes eran. Por favor no te metas-le contesté fríamente. Luego mi madre fue al auto para echarlo a andar e ir al colegio.

Fui a mi habitación a cambiarme de ropa, y eso hice, luego miré a Peter, con ropa mojada, y sin pensarlo dos veces le desabroché la camisa. Lo levanté un poco y se la saqué mientras que con la toalla que tenía junto a mi le secaba su blanco cuerpo. Sin darme cuenta, Peter había despertado y cuando me fijé en su rostro éste estaba completamente ruborizado, completamente rojo. Le devolví una mirada seria como diciendo: "¿Qué me miras así? Intento ayudarte, no te violaré".

Sin dirigirnos palabras yo seguí con lo mio, secando su cuerpo, y el me miraba sonrojado. Cuando terminé le tiré la toalla en la cara y fui a buscar hielo, pasándoselo para que lo use en su cara.

-¿Por qué me miras así?-dije por fin.

-Y...yo-bajó la mirada algo nervioso-Lo siento y...gracias.

-Bueno, es lo menos que puedo hacer al ser un espectador cuando te empezaron a golpear...Por cierto, buen cuerpo tienes-le bromeé. Una pequeña risa salió, casi murmurandola, y seguía rojo.

Le presté una polera y unos pantalones para que se pusiera, le pregunté por sus padres y me habló de ellos. Le costó, pero me confió hablarme de los maltratos físicos que le hacían, lo llamaban anormal por su peculiar piel y cabello, sus padres siempre estaban ebrios y cuando no, sólo dormían. Su madre era prostituta y su padre, bueno, no lo sabía, pero suponía que no trabajaba en algo bueno. 

Estuvimos un rato hablando, me dí cuenta de que estaba tiritando, pero no por frío. Levanté la mirada y vi sus ojos rodeados de pequeñas lágrimas junto a una sonrisa forzada. 

-Nunca le hablé a alguien de esto.-soltó.

Sentí la puerta de entrada, había llegado Rachel con mi madre.

-Eh, Peter, ¿Te gustaría dormir hoy aquí? No sería muy bueno que llegues a tu casa con esta lluvia, y es probable de que tus padres estén ebrios. Tampoco creo que se preocupen o te vayan a llamar- le dije. Él asintió con la cabeza.

Le dije que se quedara en la habitación. Le pregunté a mi madre si el albino podía quedarse y ella con curiosidad pero sin meterse en el tema aceptó, deduciendo la situación... Regresé a donde estaba Peter, se había puesto la ropa que le pasé. Estaba sentado con el hielo en la cara mirando una fotografía ubicada arriba de un pequeño mueble. En esa foto estaba Rache, mis padres y yo antes de que se separaran. Eramos pequeños, tenía unos 5 años en ese entonces.

-Puedes quedarte esta noche- Sonrió.

La tarde, con fuertes lluvias, fue pasando. Cenamos carne a la mexicana mientras veíamos un programa de TV. Dormiría en un sillón cama, en mi habitación, así llegando la noche nos fuimos a dormir.

Apagué las luces. Peter dormía en mi cama. Estuve mucho tiempo despierto, por alguna razón no lograba dormir. Vi el reloj y eran las 12.

-¿Estás despierto?-susurré.

Escuché un pequeño estruendo de la cama del opuesto, la cual fue su respuesta.

Me levannté y prendí una pequeña lámpara.

-Yo tampoco puedo dormir-



Al día siguiente la ropa ya estaba seca, fuimos juntos, los tres, al colegio. Esta vez mi madre hizo otro almuerzo, uno para Peter quien se encontraba por esto sumamente agradecido.

Las clases pasaron rápido y ya era horario de almuerzo. Como siempre me encontraba en el salón. Me levanté para ir al baño y le dije a Peter que si quería podía comerse lo que me sobraba de mi almuerzo.

Luego de ir al baño regresé al salón, pero esta vez Peter no estaba. Había dejado ambas loncheras encima de la mesa. Salí del salón y me puse a buscarlo por los pasillos. Después de varias vueltas me dí cuenta que no estaría allí, fui al patio y los busqué por cada rincón del establecimiento hasta que escucho unos pequeños gritos casi mundos de una de las esquinas oscuras, en la parte de detrás del colegio. Y allí estaba, Peter con un joven de último año junto a otro que le sujetaba las manos por detrás. Sabía lo que estaba pasando.

-Ya dime...qué demonios...-Escuhé decir tímidamente a Peter.

-Uff, ya te lo dejé claro, sé que fue tu padre quien robó el dinero del tráfico, así que te lo repito, más vale que lo devuelvas a más tardar el sábado si no quieres sufrir-

-¡Seba!¡Ya te dije que n- no terminó cuando un puño chocó con su estómago, haciéndole escupir saliva. 

-No sigas discutiendo. Trae pronto el botín que tu padre robó.- y ambos chicos se fueron.

Fui rápidamente donde Peter quien tosía fuertemente.

-Oh diablos, dime quienes son esos y te juro que los mato esta noche-le dije preocupado.

-Uh, no te preocupes-Peter sonaba como un muerto, parecía estar acostumbrado- Es lo mismo de cuando estaba más pequeño.

Se levantó con un poco de ayuda, lo llevé a enfermería, pero no había nadie. Le dije que se sacara la camisa, y sin mucha confianza lo hizo. Tome un poco de hielo y se lo puse en el estómago, en donde le habían golpeado más de una vez. Me senté a costas de la camilla y le dediqué una sonrisa que decía que no se preocupara.

-Gracias por ser mi amigo-dijo tímidamente. 

-Gracias a ti- 


Solo y para ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora