2. Living.

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Punzie

Después de una larga discusión con mis padres sobre no querer ir al dichoso campamento de verano, cómo niña pequeña haciendo berrinche, me fui a mi habitación, me tiré en mi cama boca abajo y grité, gruñí y golpeé la almohada.

Escuché a Pascal desde su habitad.

—Pascal, no estoy de humor, lo lamentó pero no creó... de hecho, un paseo suena bien, me ayudará a despejarme, a pensar, y tal vez se me quité el mal humor. ¡Eres el mejor Pascal!, me voy a duchar y vamos al parqué—me levanté de la cama y me fui a duchar. Al salir del baño, me puse unos shorts negros, una sudadera blanca con azul; qué por cierto era algo holgada y me caía de un hombro, y mis converse blancas qué no podían faltar. Desde luego me peine y tomé mi bolso.—Estoy lista Pascal, ven amiguito—lo puse en mi hombro y esté se camufló.

Estaba a punto de salir cuando una tos falsa me hizo voltear.

—¿A dónde vas?—preguntó papá.
—Por hay—respondí seca.
—¿Dónde por hay?—volvió a preguntar y rodé los ojos.
—¡Al parqué!, ¿feliz?—volví a la perilla.
—¿Con el permiso de quién?—¡Ugh!.
—De nadie, sólo quería ir al parqué a tomar aire fresco—contesté con semblante impasible.
—Puedes ir al jardín—¿acaso es enserio?, ¡Dios!, qué pesadilla.—¿ahora soy una pesadilla?, estás cruzando el límite señorita—vale debo dejar de pensar en voz alta.
—Claro qué no padre, es sólo qué... ¡Ugh!, olvídalo, iré al jardín—gruñí molesta—parezco una damisela encerrada en una torré, es demasiado patético—dije para mi misma, bufé y me dirigí a las escaleras para subir a mi habitación.
—Está bien, puedes ir, pero no llegues tardé—¿cuándo he llegado tardé?.
—Gracias—respondí sin emoción alguna—y no llegaré tardé—dije saliendo.

Por fin salí de ese encierro. Ok, tal ve sea un poco exagerado, todo el drama.

El parqué no quedaba tan lejos así qué me fui caminando y de caminó me compré dos barras de chocolate, siempre me sube el ánimo el chocolate, ¡amo el chocolate!.

Me senté en un columpió a comerme mi segunda barra de chocolate, le di un poco a Pascal y se puso de color marrón haciéndome reír.

—Estoy de mal humor porqué mis padres me enviarán a un campamento de verano y no me parece justo qué no escuchen mi opinión o mi decisión, odió los campamentos de verano, es horrible, tan sólo pensar en eso, me da escalofríos—le conté a Pascal.
—¡Oye, tu!—avía un chico castaño llamando la atención de alguien a mi alrededor, por un momento pensé que sería yo, miré a mi alrededor y no avía nadie más qué yo, así qué me señalé para estar segura—¡si tu!, ¡la rubia!, ¿no haz visto a un perro corriendo frenético?—se fue acercando a dónde me encontraba.
—Ha muchos en realidad—dije acariciando a Pascal.
—¿No haz visto a un perro de raza Golden Retriever?—se acercó a mi y sacó su teléfono del bolsillo y puso la pantalla frente a mi cara—es el, ¿no lo haz visto?—si me parece haberlo visto.
—En realidad sí, lo vi por la fuente, se veía desorientado y perdido, deberías darte prisa a buscar lo—le dije.
—Muchas gracias, adiós—se fue corriendo en busca de su perro.

Me seguí meciendo en el columpió.

—¿Pascal?, ¿te dormiste?—al parecer si se avía dormido—es una lástima, voy a comprar un helado y Pascal no podrá comer—Pascal abrió los ojos instantáneamente haciéndome reír.
—eres un pillo, vamos—me levanté del columpio dejándolo libré, de inmediato una niña de cuatro años trató de subir a el, pero evidentemente ese no era un columpió para bebés. Caminé hacia el señor del carrito de helados—¡dos helados por favor!, una barquilla y una tinita—pedí con una gran sonrisa, me encanta el helado.
—¿De qué sabor?, jovencita—me puse en puntillas para ver los sabores.
—Chocolate y vainilla—sentí unas manos en mi cintura y a parte sentí mi espalda pegada contra un torso. Cuándo estoy a punto de voltearme, unas grandes manos son colocadas en mi rostro impidiéndome ver.
—¿Quién soy?—esa voz la reconocería a donde fuese.
—Eugene...—dije quitando sus manos de mi rostro. Me volteé para verlo con una sonrisa.
—Hola preciosa—Eugene, es un chico muy popular, el clásico coqueto, atractivo, rompe corazones, guapo, revoltoso, alocado, extrovertido, irresponsable, rudo, rebelde y demás... pero yo he tenido la dicha de conocer al Eugene lindo, tierno, adorable, sensible, amable, caballeroso, divertido, inteligente, protector y cariñoso. A ese vulnerable chico huérfano, a ese qué está conmigo en las buenas y en las malas, en las adversidades y las victorias. A ese qué me ofrece su apoyo sin esperar nada a cambió, a ese qué me escucha, qué sin importar qué lo llamé en la madrugada el me atenderá y me escuchará. Ese qué me da consejos, ese qué me ofrece su hombro para llorar. Eugene es el mejor amigo del mundo mundial.

—Hola, ¿qué tal?—saludé.
—¿Todo bien?—me preguntó preocupado, el me conoce mejor qué nadie.
—Ahorita te cuento—le dije volteando me para tomar los helados.
—Aquí tiene sus helados señorita, ¿y usted joven quiere uno?—tomé los helados con una sonrisa.
—Una barquilla de chocolate, por favor—pidió Eugene. Yo pagué mis helados.
—Te esperaré en aquella plaza—le dije a Eugene señalando la plaza.
—Ok.

Me senté en una de las bancas de la plaza, puse el helado de Pascal en la banca y el bajó de mi regazo para comerlo. Se veía tan adorable. Así qué decidí sacar mi iPhone y tomarle una foto.

«Click»

Pascal se veía súper lindo.

—Es mi nuevo fondo de pantalla—le dije a Pascal, el sólo gruñó.—me encantaría saber qué significa ese gruñido—dije en un suspiró.
—Ya sabes lo qué el dice, "te amo, eres la mejor"—dijo Eugene poniendo la voz más grave.
—Lo se—reí un poco—¿cómo has estado?—le pregunté lamiendo mi helado.
—Yo bien, cuéntame qué pasó—le di una media sonrisa.
—Me conoces mejor qué nadie y sabes qué odio los campamentos de verano—Mascar se avía terminado su helado y el mío se estaba derritiendo, así qué me apresuré a comerlo.
—Sí, lo se.
—Pues... a mis queridos padres se les ocurrió la grandiosa idea de enviarme a un campamento de verano—resoplé.
—¿Qué?, ¿es enserio?—ni Eugene se lo creía.
—No—dije con sarcasmo alargando la "o"—¡obvio, qué sí!—dije rodando los ojos con molestia.
—Ya vale, no te desquites conmigo. Pero no entiendo ¿porqué?—puse los ojos en blanco.
—¡Qué se yo, Eugene!, no puedo creer qué mis padres me estén haciendo esto, me niego a ir—otra vez apareció mi lado de berrinche.
—Bueno no importa, vamos a pasarla bien, sabes mañana abrirán la feria, estará increíble, ¿quieres ir conmigo?—me emocionó muchísimo hasta se me olvido el mal humor.
—¡Súper!, ¡sí, si quiero ir!—dije emocionada.
—Sabía qué te gustaría mi idea—dijo con una sonrisa de lado.

Con Eugene y Pascal pase todo un día de diversión.

—¿Te parece si vamos a por unas hamburguesas?—pregunté.
—Genial, tengo hambre, pero sería más genial si las compramos y vemos una película en Netflix—sugirió Eugen.
—¿En tu departamento o en mi casa?.
—En tu casa, vamos—tomó mi mano y fuimos a Burger King, compramos cuatro hamburguesas, dos de pollo y dos de BBQ. A parte también compramos chocolate y algunas otras golosinas.

—¡No te rías!, ¡tu vas a lavar mi playera!—entrábamos a la casa.
—¿Yo?, ¿porqué?, no fui yo quién ensució tu playera—dije de forma inocente.
—¡No!—dijo con sarcasmo alargando la "o"—¿quién embarró sus manos llenas de chocolate suizo en mi playera?, ¿fui yo?, ¿fue Pascal?, ¡ah ah!, ¡fuiste tu señorita!—me reí y puse mi mejor cara de inocente.
—¿Yo?, ni siquiera me gusta el chocolate—dije en broma. Eugene soltó una carcajada carente de humor.
—Eso no te lo crees ni tu misma, amiga—nos vimos y reímos.
—Ya, ya, no sufras, luego te la limpió, vamos a mi habitación—dije tirando de su brazo hacia las escaleras.

Escuchamos una tos falsa y volteamos.

—Hola padre.
—Hola señor Corona, vine a traer a Rapunzel—Eugene se pone de nervios cuándo ve a mi padre, aunque a mis padres les agrada Eugene.
—Hola Eugene, ¿ya te vas?, ¿no te quedaras a cenar?—preguntó papá.
—Yo...—interrumpí a Eugene.
—No, no se iba, compramos unas hamburguesas y subiremos a ver una película—le anuncié.
—Oh, qué bien, la señora Amanda está limpiando tu habitación cariño, podrían ir al living—lo miré con los ojos entrecerrados.
—Mmmju... bueno, Eugene lleva todas las cosas al living y en un momento te veré allá—subí las escaleras y entré a mi habitación.

Y Amanda claramente no estaba limpiando, ni siquiera estaba en mi habitación.

°°°

Hey!!, no estaba muy inspirada qué digamos, pero tienen que entenderme, estaba cuidando a mis primos, y son cinco, ¡cinco niños revoltosos!

En fin, luego les subo el otro capitulo.

Saludos, besos y abrazos.

Briggitte.

Summer LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora