《•64•》

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Explicar es fácil.

Ellos no tienen recuerdo alguno. No tienen malas noches y tampoco corren por sus vidas. No han derramado sangre y tampoco han visto morir a sus compañeros, imaginar no cuesta nada, vivirlo es lo que duele.

-¿Han...ma-matado?- pregunta Vela con miedo.

Asiento la cabeza.

-Entonces es por eso que los llaman "la generación milagrosa" ¿No?- pregunta Aciel.

De nuevo asiento.

-Las primeras semanas fueron, duras, frías y solitarias- dice Marco.

Duele reconocerlo. Reprimo el impulso de ser fría y distante con ellos. Nunca lo he sido, la superficie cambia vidas. Pero por más que intento esconder mi mala mirada y mis ganas de no hablar no lo consigo, allá arriba no tienes tiempo de sonreír y reír, intentamos muchas noches volver a ser normales y tener un motivo para sonreír pero por más que lo intentamos hasta la risa de Susejh y sus ganas de cantar y bailar se fueron apagando.

-Cambiaron- comenta Alessandra.

-Todos cambiamos. No somos la excepción- le digo, inmediatamente le arranco la mirada para ponerla hacia arriba.

-Me temía eso. Por un momento pensé que iban a ser los mismos- dice Aciel quien esta sentado aun lado de Marco.

-No lo comprendo

Veo a Vela quien tiene la mirada sobre el piso. Se pellizca ciertas partes de la pantorrilla.

-¿Tan mala es la superficie?- se me queda viendo. Quieren que seamos los mismos. Me enoja que al vernos así no puedan tener válidos los hechos.

-Bueno Vela. El mundo no es como lo soñamos. Las ciudades están destruidas, los bosques son obscuros. Se pelean al día demasiadas batallas y muchas se pierden. Matamos niños, mujeres y hombres rebeldes y ellos hacen lo mismo con nosotros- me detengo porque se le llenan los ojos de lágrimas, mi lado sensible sale y por un momento no pienso decirle mas hasta que- somos soldados.

-Desde un principio se los dije- dice Alessandra con cierto tono que odio, el de "te dije"

-Hacemos bien matando escoria rebelde, no sabes lo que ellos nos hacen. Estuvimos apunto de morir gracias a unas malditas cajas negras y Marco perdió la memoria acerca del suceso. A Galeana la dejaron caer en pleno vuelo y a Sam...todo el tiempo la están presionando por que es nuestra líder y ella es la que decide- Susejh explota y le empieza a reprochar todo a Alessandra quien tuvo que recorrerse hacia atrás por el repentino cambio de voz de Susejh.

-Susejh basta- me paro en uno de los escalones más anchos para tomar la palabra- lo que queremos dar a entender es que por más que quieran que volvamos a ser los mismos no lo vamos a lograr. Hemos pasado tanto y nos han herido lo suficiente como para no confiar en nadie.

Mi sistema vibra y es un mensaje. Lo leo en la mente y me alerto al instante.

-Me tengo que ir, Marco te quedas a....

"Que se quedara a cargo" me río de la costumbre. Activo mi cinturón y subo hasta la escotilla pero antes de cruzarla me dentengo viendo el pasillo blanco a centímetros de mi cara.

-Fue un alivio volver a vernos. De verdad, no esperaba volver a encontrarnos. Pero ahora cada quien ha tomado su camino, espero que cumplan sus metas aquí en la capital mientras nosotros somos capitalistas y hacemos lo que los capitalistas hacen- diciendo eso abro la escotilla y salgo hacia el pasillo. Con las lágrimas intentando salir.

Matar Rebeldes

Me meto en uno de los elevadores creando susurros alrededor de mi. Vengo sola sin nadie de mi legión. Bajo hasta el piso cien, donde Delian me ha mandado el mensaje. Salgo del elevador sin saber a donde ir hasta que la veo a ella. Ha perdido peso y sus ojeras son más o menos como las mías, me intenta sonreír pero yo no lo hago, por más que lo intento no me sale curvear mis labios.

-Has crecido niña- cuando llego hasta ella me dice.

-El esfuerzo físico es brutal- le contesto- ¿Para que me necesitas?

-Yo no, se supone que ya no tenemos ningún lazo que nos una Sam, por alguna razón acudieron hasta mi para llamarte

-Nos están dando demasiadas libertades. No sólo es hoy- le digo. Ella comienza a avanzar y dudando me susurra.

-El otro día nos llamaron a los guías de la Legión AlfaOmega, hablaron acerca de utilizarlos como generales al mando de una tropa veterana. Aunque no se habló más del tema- doblamos a la derecha y poco a poco recuerdo el camino.

-¿Qué se traerán entre las manos?- digo con fastidio. Llegamos a la puerta y me acomoda la capa que al parecer la tenía mal colocada.

-No tengo idea pero no confíes en nadie

No confiar en nadie. Justo como Melissa me dijo hace unos días. Sin poder decirle nada me empuja tras la puerta y luego la cierra dejándome sola en la sala blanca que luego se abrirá para dejar ver al dictador. Nada pasa en unos segundos. Sabía que Delian hasta cierto punto estaba loca y siempre conspiraba de forma indirecta contra los superiores o se le salía decir una de sus paranoias. Pero ahora esto me preocupa. Algo que no se lo es pero me incumbe, tal ves yo soy el objetivo.

Se abre la sala nuevamente dejando ver sólo al dictador y al Consejo. No hay testigos.

-Capitalista Samanta, muchas gracias por acudir hoy- comienza el dictador.

-Estaba algo ocupada- insolencia, mal educada, mi objetivo es hacerlos enojar. ¿Hasta donde puede llegar el juego de las mentiras?

-Lamentamos la obstrucción de su descanso. Estamos enterados de que se unira a la tropa de la general Aurora para conquistar la ciudad Cúspide a las orillas del Sector A- dice uno de los del Consejo desde un archivo flotando alrededor de el.

-Es correcto- me cruzo de brazos.

-El objetivo de esta reunión es para hacer un trato- me dan ganas de reírme a todo pulmón. Son los más poderosos de la capital, los controladores de las vidas de los habitantes, soy una simple niña de quince años quien resultó ser buena peleando y tratan de hacer un trato conmigo. Tonterías.

-No me interesa

-Le interesará si sabe los requisitos y los canjeos- esta ves el dictador habla y atrae la atención. Subo la cabeza como si me interesara.

-El trato es este, usted acude a la misión y mata a todos los enemigos que le plazca con tal de elevar el nombre de la capital del occidente y después de eso la mandaremos a la capital del Oriente a recibir un entrenamiento especial- me están intercambiando. Se me escapa un chasquido de dientes.

-Chis, ¿Y si no acepto su trato?

-Tomaremos como rehenes a su familia y a la de toda su legión, usted decide- el dictador levanta una ceja. Me pongo tensa y siento como me hierve la sangre.

Tomar así a mi familia implica que soy alguien importante, pero no soy tan tonta como par no aceptar. No puedo poner en riesgo a mi familia y menos a la de los demás. Tengo que jugar mis cartas de un modo silencioso. Aunque me enoje y me enfuresca que lleguen a ese grado de amenaza.

-Esta bien, acepto su trato con una condición- le digo volviendo hacia la puerta- Diganle a la general que puedo moverme libremente y no habrá represalias por mis actos- ellos lo discuten a susurros.

-Condición aceptada.

-Muchas gracias por el trato dictador- salgo de la enorme sala.

Mi plan es mucho mas macabro de cualquiera que he hecho. Ahora mismo estoy comprometiendome en demasiadas formas, si esto llega a un final descubrir todo lo que hay detrás de las capitales y puede que llegue al paradero de mis padres, hasta ahora sólo hay un lugar por el cual buscar, es un suicidio. Lo se. Pero si no están en la capital del Oriente.

Están con los rebeldes.




Los Cien Pisos (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora