Capítulo 6

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Todos guardamos un secreto, algunos más graves que otros. Ella no lo sabía, pero pronto, revelaría su secreto y todo cambiaría.

Diana Miller

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Todos conocemos nuestras virtudes, defectos y limitaciones. Todos tenemos una vida, algunos, sabemos nuestro destino, otros no, sin embargo, siempre queremos cambiar el destino. En ocasiones, lo podemos lograr, pero otras, sabemos muy bien cuál es nuestro destino y no podemos cambiarlo.

Había pasado un año, un año desde la última vez. Esta vez fue peor. Mis manos comenzaron a temblar, quedé en estado de shock. Las personas me pedían que me moviera del lugar, que hablará por teléfono, que fuera a buscar ayuda. No pude mover ni un centímetro mi pie, no puede separar mis labios. Después de un tiempo sentí unas manos sobre mis hombros, volteo y veo a mi madre. La abrazo lo más fuerte y comienzo a sollozar.

“Todo estará bien”, me susurro mientras me seguía abrazando y con una mano acariciaba mi cabello como en aquella ocasión cuando tenía seis años y sucedió lo mismo. Había sido la primera y la última vez, hasta hoy. Pero algo había cambiado en estos doce años, ya no era más una niña, sabía muy bien lo que esto significaba y eso, me daba miedo.

Ya habían pasado dos días sin tener información concreta, según mi madre todo estaba bien, sólo era cuestión de tiempo para que todo estuviera como antes, así sucedió la última vez. Pero, esta vez era distinto, en aquella ocasión reaccionó rápidamente, ahora llevaba dos días y apenas estaba consciente.

Josh me marcó cuando llevábamos apenas quince minutos de retraso. No conteste su llamada. Marco demasiadas veces que perdí la cuenta de llamadas perdidas de mi celular. Había venido a mi casa esta mañana, pero no baje. ¿Que iba a decirle? No podía contarle la verdad, iba a hacer preguntas que no podía contestar. ¿Que se supone que deba hacer?

Le mandé un mensaje antes de dormir, le dije que lo sentía y que pronto le explicaría todo a él y a Nick, sólo necesitaba tiempo, necesitábamos tiempo. Me fui a dormir sin esperar su respuesta, y así llegó el tercer día.

Una semana después todo había vuelto a la normalidad, todo estaba como antes. El día anterior cuando mi madre me dijo que ya estaba bien, que volvería a casa, mi felicidad fue enorme, quería ir corriendo a su casa en ese preciso momento.

Me desperté temprano, baje a desayunar con mi madre. Ella noto mi ánimo y sonrió al verme alegre después de una semana. Más tarde vería a Josh y le explicaría el porqué no pudimos ir ese día al lago. Tampoco lo había visto en toda la semana, solamente hablamos unas cuantas veces por teléfono y por mensajes de texto.

Entre al garage, la banda acaba de terminar de ensayar. Me quedé parada en la entrada viendo como Josh y los demás miembros del grupo hablaban emocionados al mismo tiempo que no podía entrar lo que decían.

Toque la puerta para llamar su atención. Josh me vio y fue corriendo a mi dirección, me tomo de la cintura y me dio una vuelta, dejándome nuevamente en el suelo mientras con ambas manos tomaba mi rostro y me besaba.

-Hola- lo saludó en cuanto nuestros labios se separaron.

-Hola bebe- Josh besa mi frente -te extrañe- dice mientras me abraza pasando sus manos por encima de mis hombros, mientras los míos pasan por su torso.

-Yo también, de verdad lo siento, te debo muchas explicaciones, lo sé, pero no podía hablar- una lágrima traicionera cae por mi mejilla.

-No te preocupes bebé, no pasa nada-

Claro que pasaba algo, ya habíamos discutido el tema por teléfono. Su novia lo había ignorado prácticamente por una semana. Al principio tenía miedo de venir y que estuviera molesto conmigo, pero al parecer está de muy buen humor.

Los colores de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora