Capítulo 7

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Una vez tuve un sueño extraño. No era una pesadilla, tampoco un dulce sueño. Fue confuso, había una chica, un destino establecido, un camino y en medio, estaba yo, contemplándola, sin poder tocarla, solamente observándola. Cuando quise acercarme a ella, se desvaneció, se esfumo como el viento, sin dejar rastro. Mi corazón palpitaba fuertemente, sentía un extraño sentimiento, un vacío, no sabía muy bien el por qué, pero se había llevado algo de mí y era valioso. Muy valioso.

Nick Turner

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Toque la puerta dando dos golpes, como siempre lo hacía antes de entrar a la oficina de mi padre. Abrí sin esperar respuesta de su parte. Siempre daba dos golpes y entraba, era la única que tocaba dos veces antes de entrar.

-Buen día mi niña-

-Buen día papi- dije mientras me acercaba a él y le depositaba un beso en la mejilla.

-Pensé que aún seguías dormida- Negué con la cabeza. -¿Que sucede?-

-Quiero verla- sus ojos se llenaron de preocupación, él sabía muy bien que siempre cuando iba a verla era porque algo no me dejaba tranquila – solo necesito ir-

-¿Todo bien?- asentí con la cabeza -Dile a Anthony, no tardes mucho mi niña y recuerda, ella siempre está contigo- sonríe y le di un beso en la mejilla abrazándolo.


El pasto era de un color verde oscuro, se miraba húmedo. Seguramente lo han regado hace no más de unas cuantas horas. Suspiro viendo el sendero que sube la colina, necesitaba ir, necesitaba hablar con ella. Ahora más que nunca desearía que estuviera aquí conmigo, desearía que mi vida fuera distinta, que todo fuera como cuando tenía cinco años e iba al parque de la mano de mi madre. Una lágrima traicionera recorre mi mejilla, me la limpio disimuladamente. Anthony me sonríe dándome fuerzas.

-Aquí te espero, no tardes ¿De acuerdo?- asiento con la cabeza y bajo del auto para comenzar a caminar por el sendero.

Era un camino largo, me llevaba cinco minutos para llegar a mi destino. Comencé a pasar viendo las lapidas que se encontraban cerca del camino y sin pensarlo me introduje en mis propios pensamientos, aquellos que llegaban cada vez que venía a este lugar desde que fui consiente de todo.

-¿Papi?- digo con la voz entrecortada. Mi padre se incorpora en su cama, aun no estaba dormido.

-¿Qué sucede mi niña?- camine hacia la cama y con un pequeño brinco subí hasta su lado, él movió un poco las sabanas para que me acostara a su lado.

-Quiero ver a mamá- unas lágrimas comenzaron a caer por mis pequeñas mejillas. -Quiero que vuelva, ¿Por qué se fue?-

Mi padre me rodo con sus brazos y me pego más a su pecho. –Tu mama ahora es un angelito que te cuida y siempre está contigo, no puedes verla, pero ella está siempre a tu lado-

Negué con la cabeza sin aceptar su respuesta. –Pero yo quiero verla cuando este conmigo- Las lágrimas salían sin más mojando completamente mis mejillas.

-Lo siento mucho- dijo mi padre con la voz cortada.

¿Cómo le hacía entender a una niña de apenas cinco años que su madre estaba muerta? ¿Cómo hacía para que entendiera que su madre no volvería? Me abrazo fuertemente y comprendí que ya no volvería a verla, que por más que gritara por ella o llorara ya no estaría a mi lado, ya no me cantaría canciones para dormir ni me contaría mas historias fantásticas que se encuentran en los libros.

Los colores de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora