Pequeña

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Ya solo queda lo último.

Le miré sin entender y seguí con lo que hacía.

—Ahora la gasolina. —Dijo a mi lado el chico.

Hice lo que me pidió y le eché gasolina al cuerpo inerte.

¿Está bien? —Pregunté después de echar unos litros de más. Él asintió y sonrió.

Lo estás haciendo muy bien pequeña. —Yo asentí y sin articular palabra encendí la cerilla. Me paré en seco.

No deberíamos hacer esto...

Tenía miedo de lo que pudiera suceder, de que nos pudieran pillar, a mí. Ya que él no hacía nada.

Hazlo tú. —Dije en un momento de cordura. Él negó con la cabeza.

Es tu trabajo pequeña. —Asentí y hice arder su pequeño cuerpo blanco. Vi de reojo como sonreía por el calor que las llamas desprendían como también vi su boca acercarse a la mía.

Bien hecho. —Dijo con su ancha sonrisa. —Ahora échale tierra.

—Lo siento. —Dije nada más vi como abría la puerta de su casa. Su cara somnolienta y su mano en su boca lanzando un bostezo al aire me hizo dar cuenta que había ido demasiado temprano a su casa.

—¿Lena?

—Lo siento. —Repetí lanzándome a sus brazos. Necesitaba eso, un abrazo, suyo. Lo echaba de menos.

—¿Sabes la hora que es? —Preguntó mirando el reloj de su cocina. Al ver que no respondía me abrazó de vuelta. —Pasa.

Asentí y entré en su amplio comedor color marrón tierra. Algo en él me era familiar.

—Subiremos a mi habitación mis padres están durmiendo aún.

Volví asentir y subí las escaleras en forma de caracol hasta la planta alta. Lucas abrió la puerta y me dejó entrar. Su cama desordenada y su persianas aún cerradas me hicieron sonreír.

Las 8:02 am

—Ups. —Dije al ver la hora en su reloj de mesa. —¿Lo siento? —Reí.

Asintió bostezando de nuevo.

—¿A qué hora llegaste a noche? —Preguntó Lucas sentándose en su cama deshecha. Imité su gesto y me senté.

—A las... ¿4? —Respondí nada segura. Lucas abrió los ojos sorprendido.

—¿Has dormido acaso?

Negué con la cabeza y bostecé.

—Tenía que pedirte perdón...

—¿Por qué?

—Ayer... Te hablé algo mal y estuve borde. —Contesté apenada, realmente no quería estar mal con él. Me sentía mal.

—Yo también lo siento no debí haberme metido en la conversación. —Se acercó a mí y me abrazó.

Asentí y volví a bostezar. Realmente estaba cansada.

—¿Quieres tumbarte? —Preguntó Lucas palmeando el lado derecho de su cama. Asentí no muy convencida y me tumbé a su lado. Lucas echó la manta por encima nuestro y me abrazó por detrás. Sonreí medio dormida.

Notaba caerme en medio del sueño cuando justo antes de dormir escuché las palabras.

—Te quiero pequeña.

No sabía si llorar de alegría o llorar de miedo.

Mindless #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora