Alex
Miré por última vez mi atuendo en el espejo, la ropa tenia un estilo más bien punk. Arreglé mi cabello para que las ondas marrón rojizo de mi pelo resaltaran y cuando ya estaba lista para salir, observé con nostalgia mi ropa cómoda guardada aún en una maleta.
Me pregunté si alguna vez me permitiría volver a usarla.
- ¡Alex! - El grito pertenecía a mi madre desde la cocina. - ¡Vas a llegar tarde!
- ¡Ya voy! - Grite de vuelta mientras tomaba mi mochila llena de libros que mis primos mayores me habían regalado, también tomé un teléfono, un táctil que una prima de mi madre me había regalado, nunca lo había usado hasta ahora, que era parte importante de mi plan.
Corrí fuera de la habitación y llegué rápidamente a la cocina, donde mamá me esperaba con mi desayuno empacado en papel de aluminio.
- ¿Dónde están tus lentes, cariño? - Preguntó mamá para mi mala suerte, tenía la pequeña esperanza de que no lo notara.
- Están en mi mochila, sabes que sólo los necesito para leer letras muy pequeñas.
- No importa, los llevas si o si.
Mamá solía ser muy estricta, para ella, todo tenía un orden. Cosa que nos ayudó mucho durante la mudanza. Papá en cambio, no ayudo, estaba ocupado trabajando como gerente de una tienda de la familia de parte de papá.
No le contesté a mamá, en cambio, tomé mi desayuno y salí de casa.
La escuela no estaba muy lejos como para ir caminando y de todas formas, no tenemos suficiente dinero como para comprar un auto. Apenas tuvimos suficiente para comprar la casa, que sólo tiene una planta, donde hay dos habitaciones, dos baños, una cocina y una sala de entretenimiento minúscula.
La comida también fue un problema, pero no el peor. Aunque no estaba muy segura de poder sobrevivir con los insípidos sándwiches de queso de mamá.
Ya había abierto mi desayuno cuando llegue a la zona de las casas con dos plantas, estaba a punto de pasar por al frente de una de ellas cuando choque contra un niño, no pasaría de los 6 años y tenía cara de hambre.
Miré a mi alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie del colegio que pudiera verme, una preocupación vana pues era muy temprano, así que le di mi sándwich al niño, que me agradeció con una gran sonrisa y corrió hacia dentro de una casa vieja y con pintura desgastada.
Me quedé un rato mirando a la casa, segura de que mis obras de caridad acabarían ese día, lo que me recordó que si llegaba tarde no podría efectuar mi plan
No me tarde más y corrí a la escuela.
Apenas crucé el alambrado pude localizar mi objetivo, una rubia con cara de tonta rodeada de un grupo de niñas aún más tontas.
Me acerque a la rubia con las palabras ya pensadas y un rostro de inocencia.
- Hola. - Salude amablemente, la rubia me miró incrédula, como yo esperaba. - Tienes unos zapatos muy hermosos.
- Pues si son hermosos, son los más caros que habían en la tienda. - Era fácil de controlar, sólo había que aplaudirle un poco y te aceptaría.
Una charla de ropa y de chicos (que yo no conocía) fueron suficientes para engatusarla.
- Me caes bien. - Dijo por fin. - te acepto en mi grupo de amigas, así que te podrás sentar con nosotras.
- Aww, muchas gracias. - Fingí estar realmente agradecida. - Voy a dejar mis cosas en el casillero y alcanzaré más tarde.
ESTÁS LEYENDO
Un paso hacia el límite
Teen FictionAnne es una chica sencilla, desde que tiene memoria vive en un orfanato, y desde que tienen memoria se ríen de ella. Los tiempos cambian ya sea para mejor como para peor y la pequeña Anne tiene que aprender a ser fuerte. Ella sigue luchando contra u...