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La joven permanecfa callada; aunque estaba asustada, no dejaba de observar las fotografías. El hombre sacó una caja de abajo del asiento y la abrió para mostrar el contenido a la chica.

—Esto es para cuando estés sola... ¿Lo conocías? Funciona de maravilla. Como el verdadero. i Vamos, no te avergüences! Tócalo . Siente su textura...

La joven observo el instrumento y luego miro a José Carlos.

—Ya te sentirás con más confianza —aseguro el hombre—

Tenemos muchas otras cosas cautivantes que te relajarán. Ya lo verás.

La chica estaba pasmada. El hombre le hizo preguntas sobre su menstruación sus sensaciones, sus problemas, y ella respondió con monosílabos y movimientos de cabeza.

—Está bien —asintió al fin denotando un viso de suspicacia —, los acompafiaré a la escuela, siempre y cuando me regresen aquí después.

-—¿ vives cerca?

—Si. Por la esquina donde va cruzando aquella muchacha.

— ¿ Es tu compafiera? ¿La conoces? iTrae el mismo uniforme que tú!

—Estudia en mi escuela.

—Llámala. ¿Crees que querrá acompañarnos?

José Carlos se quedo congelado. No podia ser verdad. Era demasiada desventura. Se trataba de la estudiante de recién ingreso.

El conductor tocó la bocina del automóvil y sacó el brazo para hacerle señales, invitándola a aproximarse.

—i Ven! —la llamo y luego comento en voz baja—: Asi se completan las dos parejas.

Historia sin títuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora