—¿ Alguna vez has acariciado a una mujer desnuda? —José Carlos carraspeo y el hombre soltó una carcajada—. Mario, pásame una revista para que la vea tu amigo.
Su compañero escolar obedeció de inmediato.
—Deléitate un poco. Es una ocupación muy, muy agradable... — La portada lo decía todo—. Vamos. Hojéala. No te va a pasar nada por mirarla.
Abrió la publicación con mano temblorosa. En otras ocasiones había visto algunos desnudos, incluso revistas para adultos que sus compañeros escondían como grandes tesoros, pero jamás algo asi... La condición del hombre, degradada hasta el extremo, extendía sus limites en esas fotografías. Las
tocó con las yemas de los dedos; eran auténticas; las personas realmente fueron captadas por la cámara haciendo todo eso... Lo que estaba mirando iba más allá de la exhibición de desnudos, Ilegaba a la más grotesca perversidad.
Había quedado, como su compañero del asiento trasero, hechizado y aletargado.
—Muy bien. Hablemos de negocios. Necesito fotografías de chavos y chavas de tu edad. Como puedes ver en mis materiales artisticos, el acto sexual puede hacerse con una o con
varias personas al mismo tiempo. Es muy divertido. También realizamos filmaciones. Nunca has pensado en ser actor?
—el auto se internó por una hermosa unidad habitacional, rodeada de parques y juegos infantiles—. les parece esa muchacha?
Mario y José Carlos vieron al frente. Una jovencita vestida con el uniforme de su escuela caminaba por la acera. El auto llegó hasta ella y se detuvo.
—Hola.
La chica volvió su rostro afable y pecoso. José Carlos abrió la boca, guardando la respiración.
Durante dos semanas había espiado casi a diario a la hermosa joven de nuevo ingreso. Era elegante, dulce, de carácter
