¿¡Novios?!

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Al poco tiempo de haber visitado su casa, Alex y yo comenzamos a salir más seguido, a veces iba y me visitaba, otras salíamos por un helado a la tienda a las afueras de la ciudad o simplemente nos sentábamos a charlar en alguna mesa de la cafetería de mis abuelos.
Cada vez que estaba con él sentía un hormigueo extraño en el estómago, me sentía más ligera y no podía parar de sonreír, me sentía... feliz; si eso era el amor, entonces era una sensación grandiosa que no quería que se fuera; era simplemente increíble.
Un día, al terminar el trabajo en la cafetería, Alex llegó y me pidió salir.
- Claro- le respondí entusiasmada, avisé a mi abuelo y salimos del local. Y estacionada a unos dos metros frente a la puerta estaba una flamante motocicleta deportiva azul marino con detalles negros.
- Te invito a dar una vuelta en ella- dijo al mirar que veía la motocicleta con ojos como platos- solo si tu quieres, claro.
- ¡Obviamente que quiero, tonto!- esa motocicleta, la adrenalina, el riesgo, Alex; todo lo que esa motocicleta implicaba me estaba llamando a gritos. Alex pasó por mi lado y de un lado de la motocicleta saco un casco negro, de esos que te cubren la cara con un visor, lo tomé de sus manos y me lo puse mientras él se subía a la motocicleta y ponía el motor en marcha; una vez que me ajusté el casco a la cabeza, subí a la parte trasera del asiento de la motocicleta, en cuanto me acomodé en el asiento Alex arrancó la motocicleta, sentí un tirón hacía atrás y en seguida me abracé a su cintura, aferrándome a su camiseta, por el movimiento que sentí en su espalda, pude adivinar que se estaba riendo.
Después de un rato en motocicleta por un pequeño tramo de carretera
Más o menos a cinco minutos de haber dejado atrás el pueblo; detuvo la motocicleta a la orilla de la carretera, unos metros más allá se veía la parte de atrás de un espectacular viejo y destartalado de un anuncio de refresco que se estaba despintando ya. Con cuidado me ayudo a bajar de la motocicleta y caminamos un rato en silencio.
-¿Qué hacemos aquí?- pregunté un poco ansiosa.
-Ya verás cuando lleguemos- me respondió. Por lo que yo podía ver, nos dirigíamos hacia el espectacular, sin hacer más preguntas seguí caminando detrás de él, cuando nos acercamos más pude ver que ahí donde estaban los postes que sostenían el espectacular la hierba estaba baja y que crecían unas preciosas florecillas blancas, rosas, violetas y de todos colores debajo de este, era simplemente hermoso como el sol se reflejaba en las flores iluminando los colores de estas, haciendo que se vieran aún más vivos.
-Guau- susurré- es hermoso.
-No tan hermoso como tú- me susurro Alex al oído, de pronto nuestros rostros estaban tan a poca distancia que podía ver que sus ojos tenían reflejos verdes cerca del iris, se acerco más y más; cuando menos lo pensé sus labios estaban contra los míos, enredados en un tierno beso. Se separó un poco.
-Me gustas mucho, Ma...- se quedó un segundo en silencio- ¿lo ves? Me dejas atontado, sé mi novia, Mei.
-Si- respondí volviendome a acercar a él y cerrando mis ojos- pero...
No me dejó decir nada más, volvió a cerrar el espacio que nos separaba y me besó de nuevo, y yo dejé que lo hiciera, no le pregunté nada más, permití que me besara durante un largo, largo tiempo.
El pensaba que no me había dado cuenta "Ma..." ¿Mary? No lo sabía, no tenía idea.
Tendría que investigar eso, aunque no me gustara lo que averiguara...

Verano En HuntvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora