Capítulo 9.

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MADISON.

Otro día de mierda más.

El sonido constante de la alarma me despertó, suspiré pesadamente alargando mi brazo para coger el móvil deslizando la pantalla desactivando el tono.

Por fin, silencio.

Una mañana fría, a veces pensaba quedarme en la cama todo el día. Total, mo existancia en este mundo no servía de mucho; excepto para matar.

El mensaje que recibí me obligaba a levantarme.

Tienes que venir a por . No te olvides por favor.

Mi pesimismo ante la vida hoy era más notable que nunca. Una ducha me vendría bien ahora mismo, me ayudaría a despejar un poco mi mente.

Recogí ya mi pelo, para ir adelantando tiempo. Dejé que el agua caliente corriera por mi cuerpo, me encantaba sentir ese quemazón en la piel.

Hacía que me relajara poco a poco.

Al finalizar miré el reloj, aún me sobraba tiempo. Algo realmente raro en mí, no me gustaba llegar pronto simpre llegaba tarde.

Al subirme en mi auto una rosa blanca descansaba sobre la luna. La sujeté mirandola detenidamente.

Qué estúpido hace esto.

La tiré a los asientos traseros, lo último que queria era las alucinaciones de Judith al verla y comenzar con sus comentarios absurdos acerca del amor.

Como de constumbre nos sentamos en los asientos finales de la clase. El tutor atravesó el aula, por una vez en su trabajo había sido puntual. Esto no pinta bien.

Mi vista viajó al que ocupaba anteriormente el castaño. Vacío.

- Buenos días, guarden su material y solo dejen un bolígrafo en la mesa, y mochilas al final de la clase junto a sus abrigos. -

Miré a mi derecha divertida, examen sorpresa. Mi compañera palideció, guarde las cosas en mi mochila y la coloque al final de la clase junto a mi chaqueta.

Es un obsesivo con el tema de copiar.

Lo único bueno era tener calefacción a mi lado, aunque podría jurar que en cualquier momento me quedaría dormida con el calor que desprendía.

Repartió las hojas y empeze a rellenarla, no era tan difícil como pensaba o eso pensaba. Seguramente la intuición me falla y tendría la mayoría de las respuestas incorrectas.

- ¡No tienes nada que hacer! Y yo no quiero pasar la tarde sola en mi casa. -

Llevaba todo el entrenamiento jodiendo con sus súplicas. Salir a ver tiendas era lo que menos me apetecía, joder no soy chica echa para eso.

- Haz unas cuantas abdominales más y despué comenzaremos con el saco. Y no te prometo nada. -

Sujetaba sus pies mientras ella hacia la serie de abdominales. Entre tanto subía y bajaba negando con su cabeza.

- Por favor. - rogó con su mejor cara para convencerme.

-Okey. Ahora concentrate de una buena vez. - reproché. Bebió un poco de su agua y se sentó en una de las bancas esperando el siguiente paso.

JAMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora