Capítulo 38.

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STEPHEN.

El frío calaba en mi piel, a duras penas podía mover alguna parte de mi cuerpo. Logré menear algo mis piernas chocandolas con el suelo.

Mis tobillos y manos permanecían en la misma posición que el día anterior, prácticamente no los sentía. Y para variar mis ojos los tapaba ese sucio trozo de tela, solo se escuchaba en mitad de todo aquel silencio una gota caer una y otra vez.

Llevaba un día encerrado en este lugar, no había comido ni bebido en este periodo de tiempo. Mi boca se sentía totalmente seca, la sensación en ella era de ardor necesitaba líquido.

La tranquilidad se esfumó al oír el chirrido de la puerta, pesados pasos retumbaba era agobiante no saber de quién se trataba.

-Espero que hayas descansado lo suficiente, te espera un día muy largo. - Arqueé una ceja, no reconocí la voz no le ponía cara.

Destapó mis ojos, estaba en frente de mi con unas de sus rodillas en el suelo para estar a mi nivel. En unas de sus manos sujetaba una navaja y un botellín de agua.

-No queremos que te deshidrates, te necesitamos vivo.. por ahora. - quitó el tapón y sin previo aviso la introdujo en mi boca.

La necesitaba, cerré los ojos al sentir bajar por mi garganta. La sacó bruscamente echándome la mitad por encima de mi cabeza.

Sonrió maliciosamente, se levantó volviendo a la vieja mesa sentándose tras ella. Colocó sus pies sobre ella mientras ojeaba atentamente la pantalla de su teléfono y clavaba la navaja sobre la madera.

Pude ver que las llaves seguían ahí lo difícil es como llegar a ellas. Una idea estúpida pasó por mi mente, si lograra arrastrarme.. por intentarlo ya no perdería nada me llevaría un balazo u quizás algo  con el juguetito en sus manos.

Lentamente sin quitarle la vista de encima despegué mi espalda de la frígida pared, algunos de mis huesos crujieron. Me quedé unos instantes quieto al escuchar un ligero carraspeo proveniente de aquel tipo.

Esto era inútil casi podía moverme, el dolor y estar atado de manos y pies no me ayudaba nada. Unos desgarradores gritos femeninos retumbaron en estas cuatro paredes.

Mis ojos estaban clavados en el techo, mi corazón latía con fuerza imaginando lo peor.  Tan solo pensar de que esa voz perteneciera a ella y le hicieran lo que me imagino, no hay quien los salve.

Calmate. Sabe de esto, no es idiota para aparecer a plena luz del día.

Me repetía a mi mismo, puede ser cualquier otra chica. Tal vez estoy creando una película en mi cabeza, nadie me asegura que me pueda sacar de esta tambien expondría su vida y dudo que lo haga por mí.

O tal vez me equivoco, inhalé por mi nariz apoyándo mi cuerpo en el muro. Definitivamente me estoy volviendo más loco aquí encerrado.

Las voces censaron al igual que mi tortura con esos pensamientos, el sonido de pasos se hacían cada vez menos lejanos.

El candado de la puerta metálica fue abierto, primeramente apareció Vólkov con una asquerosa cara satisfactoria subiéndose la cremallera de sus pantalones, trague duro esperando ver de quién se trataba.

JAMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora