Capitulo 20.

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MADISON.

Me encontraba frente aquel edificio que usábamos para nuestras pequeñas torturas a los que trabajaban para Douglas, no muy inteligentes ya que siempre retenían alguno.

Abrí la puerta y allí estaba, sentado en una silla de madera, atado frente a Kurt el cuál lo miraba con odio, tenía sus puños apretados, algo había pasado mientras yo no estaba.

Volví mi mirada a el chico inspeccionando y en efecto, tenía un pómulo levemente rojizo, y su labio sangraba un poco.

Pero eso no le quitaba la sonrisa que tenía en el rostro, le gusta sufrir por lo que veo.

Me posicione detrás de aquel elemento, y pude ver cómo el labio de Kurt se torció de lado al verme.

Sabía que yo carecía de piedad, tengo bastante sangre fría como para poder verlo morir lentamente y de las peores de las formas sin que me de ningún tipo de remordimiento, incluso ni verlos sangrar cómo demonios, me removía.

—¿Qué te hace tanta gracia? ¿Acaso el que haya disfrutado de tu hija mientras me la follaba drogada? —

Se empezó a reír provocando que Kurt se levantara bruscamente tirando la silla lejos de él, salió sin decir nada.

Estos imbeciles siempre le tiraban trapos sucios sobre su hija, eso me hervía la sangre.

Su inmensas carcajadas haciendo eco en la pequeña sala me hicieron reaccionar, coloque mis manos sobre su cuello pasándolas por sus hombros, apretándolas; notando como su piel se tensaba.

— Cuéntame a mí que te parece tan divertido. —  dije apretando sus brazos.

Se calló de inmediato, me coloqué frente a él observandolo bien al igual que el a mí.

— ¿Madison Levror? — preguntó con nerviosismo.

Camine un paso más para que me viera la cara, ya que el pequeño rayo de lúz solo dejaba verle mi silueta.

Es increíble cómo su estado de estar riendo a carcajadas limpias paso a irradiar pánico, miedo, temor..

– Me aseguró que esto no pasaría. — nego maldiciendo entre dientes en tono bastante bajo.

Los dos hombres que me acompañarían esta noche se hicieron presentes a mi lado uno de ellos traía un cubo con un soplete y el otro pude ver una ¿rata?

Volví mi vista a él hombre que tenía delante de mí. Estás jodido.

Como iba a sufrir, ni se lo imaginaba hasta que ladeo su cabeza y vió lo que traían para el.

Lo arrastraron hacia una tabla, y lo tumbaron sobre ella. Hizo algunos intento para escapar pero todos en vano, de esta no te salvas.

Coloque mis puños a cada lado de su cabeza, lo miré por unos segundos mientras los chicos esperaban a mi orden.

— Escucha bien. Esa rata cuando noté el calor, presa del pánico empezará a buscar una salida la cual no encontrará gracias al cubo. —me acerqué a su oído susurrando. 

— Buscará otra forma, arañara y mordisqueara tu abdomen. ¿Sabes? podría atravesar tu cuerpo si se lo propone. —

Me incorporé viendo como su piel temblaba y tiraba de sus muñecas intentado quitar unos grilletes. Iluso.

— ¿Vas a hablar o pasamos a la acción? — dije ya con notable malhumor, sus labios permanecían cerrados así que lo tome como un no.

— Se agotó tu tiempo. —  los dos hombres se acercaron y la colocaron en su abdomen, a lo que empezó a removerse inquieto.

JAMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora