Capítulo 33.

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(EDITADO)

Emma's POV

Habían pasado cuatro meses y hoy era el último día de clases. Cuatro meses que sabía que estaba embarazada y cuatro meses desde que Hache se fue.

—¿Cómo estás?—Me preguntó Carol mientras caminábamos hacia la última clase. La barriga era notoria, pero como siempre iba con ropa ancha se podía disimular.

—Bien.—Carol sabía que yo no estaba bien, pero aun así decidió no insistir. Sabía que el vacío que sentía era imposible llenarlo. No podía negarlo, no entendía el por qué se había ido si las cosas estaban tan bien entre nosotros. Ni siquiera Tyler lo entendía.

Decidí seguir adelante con el embarazo, después de darle muchas vueltas. Quería tener a ese niño o niña. Hoy me especificaban que género iba a ser mi futuro bebé.

—Después del ginecólogo podrías venirte con Zac, Dani, Tyler y conmigo. Vamos a salir esta noche.—Me ofreció Carol. Era cierto que desde que Hache se fue, yo casi no salía. No tenía ganas de salir, tenía ganas de volver a verle a él, de saber de él, pero decidí dejar de pensar en él por un rato y me centré más en mi.

—Bueno, me lo pensaré.—Sonreí.

- - -

Me encontraba tumbada en la camilla, con el gel aplicado sobre mi pequeña barriga.

—Parece que va a ser un niño.—Anunció ginecólogo.

Acaricié, con delicadeza, mi pequeña barriga. Un niño. Sonreí.

Recogí mis cosas y salí del edificio. Eran las siete cuando llegué al apartamento y le comuniqué la noticia a los demás.

—Vas a ser una madre estupenda.—Me dio un beso en la frente Tyler.

—Eso espero, rubito.

- - -

Era tarde, pero aun así decidí salir a dar una vuelta porque todavía no lo había asimilado. Recogí mi pelo con dos horquillas ya que me molestaba. Le dije a los chicos que en vez de salir con ellos, prefería dar una vuelta. Ellos asintieron y salí del apartamento.

Eran las once de la noche y no había un alma por las calles de San Francisco. Llevaba un rato caminando, cuando escuché pasos detrás de mí. Normalmente no solía tener miedo, pero esta vez era diferente: temía por mi hijo.

Notaba que los pasos cada vez estaban más cerca. Me giré.

—¡Luke!—Coloqué una mano en mi pecho.—Me has dado un susto de muerte.

—Lo siento, Em.—Se rascó la nuca. Estaba nervioso, más de lo normal.—Perdóname por esto.

Y lo último que recordaba era verlo todo negro.

- - -

Desperté cuando el coche aún estaba en marcha. ¿A dónde me llevaba Luke? No podía moverme: tenía las manos y los pies atados.

—¿Por qué Luke?—Él me miró por el retrovisor, pero no respondió. Intenté deshacer el nudo de las manos, pero era imposible. Solo conseguía hacerme más daño.

—Estate quieta o será peor.—Me avisó con una voz que daba miedo. Me quedé quieta, mirándolo por el retrovisor hasta que detuvo el coche en una mansión enorme. Estaba muy confusa hasta que lo vi a él con una sonrisa, esperando en la puerta.

—¡Emma! No sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento.

—Vas a pagar por todo, Dave.

Él solamente rio y llamó a sus matones.—Al sótano.—Les ordenó.

Sus matones me agarraron de una manera un tanto brusca. Miré a Luke.—¡Eres un cabrón!—Pero él simplemente me miró con una mirada que no supe identificar.

Me empujaron por unas escaleras que parecían no tener fin hasta que llegamos a una puerta que contenía un candado: eso indicaba que lo peor estaba por venir. Me metieron hasta el fondo de la oscura y fría habitación, me cortaron las cuerdas de las manos y de los pies y bruscamente, las sustituyeron por grilletes. Grité y pataleé, pero todos mis intentos fueron en vano. Los matones eran más fuertes.

Cuando se aseguraron de que ya estaba encadenada, salieron de la habitación y pusieron el candado.

Me levanté y caminé hasta que los grilletes se tensaron y no me dejaron avanzar más, buscando por las paredes y el suelo, cualquier objeto punzante que pudiera liberarme de esos horribles y fríos grilletes.

—Déjalo, no vas a encontrar nada. Es inútil...—Dijo una débil voz que me sonaba.

—¿Lisa?—Pregunté esperanzada.

—¿Em?—Su voz también sonaba esperanzadora. Era ella. Era Lisa.

Intenté acercarme a ella, pero era inútil, las cadenas no llegaban. Lo tenían todo pensado, era muy difícil conseguir escapar de ahí.

—Vamos a salir de aquí, vamos a...—Pero la puerta se abrió de golpe. Y un Dave con una sonrisa malévola entró.

—Vaya, vaya. Las cuñadas juntas de nuevo.—Se burló con una carcajada. Con pasos lentos iba acercándose a mi, así que no me quedó más opción que retroceder hasta que choqué contra la fría pared.

Su dedo se posó en mi barbilla.—¿Dónde está Hache?

—¿¡Dónde!?—Gritó al ver que no respondía. Me estremecí.

—No lo sé...—Respondí con un hilo de voz.

Me golpeó la cara.—Me dices dónde está o tu hijo y tú acabaréis como Elisabeth.—Amenazó. Un escalofrío me recorrió al recordar la historia cuando me la contó Hache. Dave nos tenía a todos vigilados. Sin duda, era la peor persona que existía.

—Te juro que no lo sé.—Sollocé. Ahora mismo lo necesitaba más que a nada. «Hache, ¿dónde estás?»

Levantó la mano para volver a golpearme, pero no lo hizo. Volvió a colocar un dedo sobre mi barbilla.—Ya que no lo sabes, voy a hacer contigo lo que quiera.—Y dicho esto, me dejó temblando.

Tenía que salir de aquí, costara lo que costara.

—¿Estás embaraza, Em?—No podía verle los ojos, pero sabía que los tenía iluminados.

—Sí...

Lisa se levantó y sacó fuerza de donde no las había.—Vamos a salir de aquí Emma y Dave va a pagar por todo.

Hache. Saga H1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora