Capitulo III: Sabueso sin sentido del olfato

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Mi débiles patas no daban abasto en comparación al carro del policía, pero seguí caminando derecho, en la dirección en la que había desaparecido,con al esperanza de que no haya hecho ningún cruce en su trayecto.

Para cuando me di cuenta había perdido el camino del bulevar. No le di importancia, fuera donde fuera, si habían humanos, habría comida. Que por desgracia es lo único que me mantiene en pie.

Sobrevivir... a veces quisiera arrancarme ese impulso y botarlo a la basura. ¿De que me sirve? Para lo único que soy útil es para incubar posibles lombrices en el intestino que se encargaran luego de no dejar rastros de mi podrido cadáver...

Ah, también sirvo para encarcelar buenas personas. Cierto.

Las personas son criaturas fascinantes, e incrédulas  Creen que burlaran a la muerte, creen que untándose cremas, haciéndose parecer mas jóvenes la engañaran, les quitara el ojo de encima...nosotros no luchamos contra ella. Es sabia. Si nos dice que llego el momento es porque ya nuestros objetivos han sido cumplidos. Y de no ser así  es porque debemos darle la oportunidad a otro que tiene mas energía y vigor para alcanzar el éxito...

Pero pareciera que los humanos no lo ven así  son demasiado egocéntricos  Lo que hacen ellos esta bien y el que venga no podría hacerlo igual o mejor. Acaso no saben que no es lo que hagan la razón de su reemplazo...

¡Son egolatras incluso para comunicarse! Hacen lo imposible porque aprendamos su dialecto...pero no hacen nada para entender el nuestro. -suspiro- pero que voy a esperar de unos seres que han decidido taparse los oídos, cerrar sus ojos, y vivir a través de los demás... como si se tuvieran miedo. Como si fuera terrorífico conocerse a sí mismos.

Y cuando por fin encuentro un humano que pareciera percibir el murmullo de sí en contacto con lo que lo rodea. Voy y lo encarcelo.

Me tiemblan las patas. No detecto ni el olor a humo del carro de policía. Ojalá todo le salga bien a mi amigo.

Esos policías.  Lo acusaron de posesión de drogas. Había escuchado esa palabra antes, de unos jóvenes que merodeaban como mapaches los bolsillos de las demás personas en el bulevar. Hablaban con intensidad. Como si se tratara de algo que necesitaban con urgencia, como si de agua en un día caluroso se tratase...

Estoy exhausto, me siento un momento. Creo que sera mejor buscar un sitio donde dormir, anocheció muy pronto hoy...

Crónicas de un callejeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora