—Scott, suéltame –dije por fin, después de varios intentos inútiles de zafarme de él. Su agarre era firme a mi alrededor a pesar de que, creo, estaba dormido— Scott —chillé un poco más fuerte y me removí contra su cuerpo.
No sabía qué demonios ocurrió ayer, no sabía por qué tenía puesta su ropa y no sabía cómo es que terminamos durmiendo en el baño uno sobre el otro.
Me moví, en otro intento por liberarme y esta vez lo conseguí. Escuché a Scott maldecir entre dientes, lo miré para confirmé que seguía dormido. Salí del baño a hurtadillas. Necesitaba mi ropa pero no tenía idea de dónde rayos estaba. Revisé en tres cuartos diferentes, abriendo las puertas despacio y asomándome poco, tras la cuarta puerta vi mis cosas rigurosamente dobladas sobre una silla.
Supuse esa debía ser la habitación de Scott. Su cama era grande, tenía un estante con varios libros, me acerqué y leí algunos de los títulos, en su mayoría de Stephen King y John Katzenbach; frente a la cama había un televisor empotrado a la pared, debajo, una cómoda con varios cajones. Encima tenía dos perfumes, desodorante, cera para el cabello y un peine. Al otro lado de la habitación había un ropero y un escritorio con una lámpara de noche.
El cuarto era grande y además lo tenía limpio y arreglado.
Tomé mis cosas y le puse el pestillo a la puerta.
Cinco minutos después ya estaba fuera de la casa.
Mi blusa estaba sucia, así que me he quedé con la camiseta de Scott. Ya se la devolvería después.
YO: * Pete, ¿dónde estás? ¿Sabes algo de Queen? *
Le escribí y envié.
Me tumbé en la cama, sentía que la cabeza me iba a explotar de un momento a otro y me dolía el abdomen. Agarré mi neceser para la ducha y fui a los baños. Eran casi las ocho de la mañana y era sábado, así que las duchas estaban vacías. Me di la ducha más larga que podía, me urgía volver a mi cama y dormir hasta el día siguiente.
Encendí el televisor, aunque me dormí a los poco minutos.
Mi móvil vibró una y otra vez. Había estado tratando de ignorarlo pero la vibración en contacto con la madera de la mesita de noche hacía que tuviera un zumbido muy fuerte. Lo cogí y contesté sin mirar quién llamaba.
—¿Aló? —Mi voz sonó grave por la larga siesta que había tomado.
— ¿Cómo estás? —Sonó su voz al otro lado de la línea. Abrí los ojos de par en par y me despabilé lo más rápido que pude.
—Eh... bien, bien. Bueno me duele un poco la cabeza pero nada por lo que no haya pasado antes.
—¿Volviste a vomitar? —Preguntó de lo más normal.
No, por favor no.
—¿Vomité ayer? —Pregunté tímida. Qué vergüenza.
—Muuuuucho —dijo soltando una risa.
—Agh... —cerré los ojos con fuerza— por favor, dime que no vomité en tu auto...
—No, mi auto no. Vomitaste sobre mí.
—¡Oh! Scott, lo lamento muchísimo, de verdad... pero que pena... soy un asco total. —Me reí pese a sentirme muerta de pena—. Yo no debí beber demasiado pero es que se me han pasado las copas y no sé... lo siento, Scott. Uff... Lavaré tu ropa o pagaré tu lavandería. Creo que es lo míni...
—¡Dakota, cállate! —Soltó una carcajada. Una que nunca le había escuchado antes. Sabía que se me había soltado la lengua, solía hablar mucho y muy rápido cuando estaba nerviosa, pero no era para que él echara semejante risa—. Oye... es broma —respiró para calmarse— no me vomitaste ni vomitaste mi auto. Pudiste sacar la cabeza antes. Y sí, bebiste demasiado y no debiste hacerlo, pero te relajaste mucho. No pasa nada —suspiró.

ESTÁS LEYENDO
CHAOS
RomansaElla, una estudiante dedicada a su carrera. Divertida e inteligente. Hija mayor de una pequeña familia que aparenta a sus ojos ser perfecta, sin embargo ésta guarda demasiados secretos; secretos que saldrán a la luz hasta que ella se enamora de él...