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Piérdeme el respeto

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Piérdeme el respeto.

V. 3 años después.






Colgué mi mochila en el hombro y me despedí de los chicos con los cuales compartía la clase de comida italiana. Salí del aula y me dispuse a bajar las escaleras cuando alguien me detuvo por el brazo.

-Camila...- suspiro algo agitado el chico con ojos azules y cabello despeinado. Le sonreí, arque una ceja incitándolo a que siguiera hablando. -¿Tienes algo que hacer esta tarde?

Levanto uno de sus brazos, rasco su nuca y desvió sus ojos de mí, dios estaba nervioso, escondí una sonrisa y negué con la cabeza mordiéndome el labio.

-Bien. –el suspiro, y comenzó a asentir con la cabeza. -¿quieres ir al grill a unas calles de aquí? Todos iremos.-se encogió de hombros y escondió sus manos en los bolsillos del pantalón.

Me mordí los labios, como cada vez que lo hacía cuando estaba nerviosa, aleje mi mirada de él, debatiéndome en sí debería ir o no. Volví mi vista a él y mirando lo a los ojos asentí con la cabeza, el sonrió enormemente, me hizo una seña con la cabeza para que fuera con él y así lo hice.

....

Que pequeño es el mundo. Mire con nostalgia el bar delante de mí, recordando el tiempo que pase trabajando ahí para poder estar estudiando donde estoy ahora.

-¿Vienes? –pregunto Mickey delante de mí, estiro su brazo hacia mí y tome su mano. Por una extraña razón, no se sentía mal,  incorrecto.

Este par de años tuve una que otra cita, claro siempre arreglado por otra persona, pero aun así citas, y siempre me había sentido incomoda, con ese sentimiento en el pecho de culpabilidad, como si estuviera haciendo algo incorrecto.

Pero ahora se sentía diferente, con él se sentía diferente. Contuve el suspiro que quiso escapar de mis labios y con el corazón corriéndome un maratón, entre en el bar con él.

Los chicos con los que nos íbamos a encontrar comenzaron a gritar y chiflar en nuestra dirección, fue imposible para mí no sonrojarme y sentirme apenada, hasta quise alejar mi mano de la suya, pero sus dedos se entrelazaron con los míos de forma aprensiva sin ser grosero o rudo. Mire nuestras manos unidas y se sintió bien, muy bien. Subí mi vista hasta él y me sonrió ligeramente, con las mejillas rojas.

Si esto era el comienzo de algo nuevo, no sabía si estaba preparada para ello.

....

Acabe aceptando otra cita con el. Esta vez nosotros dos solos. Mickey y yo. Se escucha extraño, Mickey y yo.

Con los dedos temblosos acaricie la pequeña medalla de oro que colgaba en mi cuello, cerré los ojos conteniendo las lágrimas.

Piérdeme el respeto. ☁ ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora