¿Quién más?

175 8 2
                                    

El viaje hacia la nueva base fue tranquilo y largo, sin mucho que llevar con el mas que un par de cambios de ropa, su mini ordenador y una vieja capa grisácea que no había utilizado desde que era niño.

Sentados en la misma cabina, Tagoma había observado como Sorbet llenaba un reporte detallado explicando la razón por la que había decidido llevar a un 'asistente' con el. El capitán, inmerso en sus pensamientos, no había notado la insistente mirada de su acompañante, quien parecía ser feliz solo con ello.

Después de una hora de haber subido al transporte, Sorbet por fin se recargaba en su asiento junto a Tagoma, dejando salir un gran suspiro antes de hablar.

-Espero con eso sirva para justificar tu presencia allá.- Dijo, volteando a ver al soldado.

-Lamento que tenga que pasar por estos problemas a causa mía, capitán.- Contestó Tagoma, contemplando el rostro serio de quien le hablaba.

-¿Lo lamentas tanto como para arrepentirte y regresar a ser un teniente de estrategia?-

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero no le costó mucho responderla.

-No, mi señor. Si puedo mantenerme a su lado, ¿por qué habría de arrepentirme?- Su respuesta fue mas directa de lo que había esperado y, por un momento, le preocupó que Sorbet reaccionara de forma negativa.

Vio como el rostro del capitán se mantenía serio, como si esperara una explicación; considerando que no quedaba mucho por hacer, colocó su mano sobre el delgado brazo de Sorbet y se inclinó un poco hacia el, pero justo en ese momento, una suave risa nació del mismo Sorbet.

Tagoma se paralizó un momento, escuchando la risa y tratando de descifrar qué significaba. Ahora era el quien esperaba una explicación.

Cuando Sorbet habló, su tono era bajo y soñoliento.

-De verdad sigues siendo solo un chiquillo. Entiendo que me veas como alguien más cercano por lo que pasó hace años, pero procura no actuar así frente a otros, podrían malinterpretarte.- Cerrando los ojos e inclinando su asiento, se acomodó para dormir. -Siempre has sido muy amable, debes cuidar eso en este ejercito.- Terminó, relajando su cuerpo.

-Pero yo no estaba...- Trató de explicar Tagoma, pero se dio cuenta de que Sorbet se había quedado dormido casi de inmediato.

"Amable", pensó un momento. El capitán de verdad pensaba que esa era solo su forma de ser, no se daba cuenta de que era un trato que solo le dedicaba a el.

Sintiéndose frustrado ante la idea de ser considerado solo un soldado 'amable', Tagoma pasó el dorso de sus dedos por la mejilla de Sorbet, procurando no despertarlo.

Se volvió a recargar en su asiento, dejando a su mente trabajar con las muchas formas en que podría seguir sirviendole a su capitán, mientras esperaba que anunciaran cuando la nueva base estuviera a la vista.

Algunas horas después, se avisó que estaban por aterrizar en el planeta donde se encontraba la base. Húmedo y muy caluroso, cubierto de áreas verdes y enormes lagos, las edificaciones metálicas alcanzaban grandes alturas, buscando escapar de la poca visibilidad que había entre los arboles de abajo.

Después de despertar a Sorbet de manera delicada, Tagoma y el bajaron de la nave al puerto, donde los esperaba un pequeño grupo de soldados.

Aunque la mayoría eran soldados de bajo rango, había algunos que resaltaban por su vestimenta distintiva, sobre todo uno que se mantenía al frente del grupo.

Alto y de cabello largo, sujeto en una trenza bien peinada, de piel verde claro y un rostro de facciones finas, el hombre avanzó unos pasos hacia ellos.

¿A quién admiras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora