Un par de horas habían pasado desde que Tagoma se había dormido, cuando unos golpes en la puerta lo despertaron. Aun medio dormido, se enderezó en la cama y abrió los ojos esperando encontrar el diminuto cuarto que se le había asignado, pero en vez de eso, se encontró en una espaciosa habitación con muebles mucho mas sofisticados que los de su área.
Buscó respuestas a su alrededor, intentando recordar dónde estaba y que hacía ahí, cuando un murmullo a su lado llamó su atención; debajo de las sabanas y aun dormido, Sorbet se re-acomodaba en la cama.
Los recuerdos se amontonaron en su cabeza en un segundo; la conversación de los soldados y Sorbet en el comedor, correr de un lado a otro por toda la nave en busca de Sorbet, su breve encuentro con Dodoria y quedarse dormido en el pasillo, decir lo que pensaba y arreglar las cosas con Sorbet, e incluso su encuentro mas intimo con el.
Por un momento, se dispuso a recordar cada pequeño detalle que pudiera, el rostro de Sorbet y las palabras usada, pero los golpes en la puerta insistieron en su llamado y Tagoma regreso a su presente.
-¡Señor Sorbet!- Llamó una voz aguda desde el otro lado de la puerta.
"Debe ser San." Al reconocer la voz, Tagoma se levantó con intención de abrir la puerta, pero Sorbet se incorporó.
-¿Lo desperté?- Preguntó de inmediato Tagoma.
-No, la puerta.- Respondió, levantándose de la cama y tomando su ropa. -Quedate aquí.- Ordenó al dirigirse a la puerta.
Sentándose, Tagoma observó la espalda de Sorbet mientras abría la puerta y hablaba con el soldado. Aunque no quería admitirlo, pues seria decir que aun dudaba de la situación, su intención había sido abrir el la puerta y tratar de sacar un poco de información, pero no le quedaba mas que resignarse y esperar que Sorbet le dijera algo.
Después de un par de minutos, Sorbet despidió al soldado y caminó de regreso al centro de la habitación mientras leía atentamente una hoja pero, mientras la puerta se cerraba tras el, Tagoma alcanzó a cruzar miradas con San. La puerta no duró ni un segundo en cerrarse, pero estaba seguro de que, en el último instante, San sonrió.
Tagoma empezaba a maldecir la situación en silencio, cuando Sorbet habló.
-Es un llamado a la sala del señor Frieza. Las naves de Zarbon han llegado junto a sus prisioneros.- Dijo, sacudiendo la hoja antes de dejarla sobre el escritorio y dirigirse al cuarto de baño. -Te recomiendo regresar a tu área antes de que noten tu ausencia.- Agregó a lo alto.
Desde la cama, Tagoma se mantenía en silencio mientras su cabeza ya había empezado un nuevo debate al respecto. Sorbet actuaba como de costumbre. Tagoma no esperaba una reacción exagerada por su parte, como si fuera una esposa avergonzada, pero ¿no acababan de cambiar su relación drásticamente? El aun estaba recordando los detalles de las últimas horas. ¿Sorbet no estaría consciente de la situación? No es como si se tratara de una noche burda donde a la mañana no sabes si fue un sueño o verdad.
"No, es imposible que no haya una reacción." Determinó Tagoma, levantándose de la cama y caminando hacia el cuarto de baño.
Deteniéndose en la puerta, llamó a Sorbet suavemente, pero este se limitó a recargarse en el mueble frente a el, dándole la espalda a Tagoma. Volvió a llamarle, pero no hubo cambio.
"Entonces es eso," pensó Tagoma "no puede darme la cara."
Acercándose a el, posó una mano en el hombro de Sorbet y este se sobresaltó.
-¿Podemos hablar?- Preguntó Tagoma.
-¿De qué?-
Guardando silencio por unos segundo, Sorbet suspiró y finalmente se dio la vuelta, pero aun evadiendo la mirada de su soldado.
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¿A quién admiras?
FanfictionConvencido de que su destino es estar al lado del capitán que una vez le salvó la vida, Tagoma dedica su tiempo y esfuerzo para servirle a Sorbet mientras ambos trabajan en el ejercito de Frieza. Pero, ¿lo que siente es verdadera admiración? ¿O acas...