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No acababan de encontrarle el sentido a aquel gran holocausto. ¿Cómo podía surgir una enfermedad mortífera de la noche a la mañana? Parecía mentira que se contrajera a través de una leve mordida y no pudieran hacer nada para evitarla, ¿acaso habrían encontrado alguna vacuna o antídoto para contrarrestarla?

Llevaban tres horas en coche y nadie había dicho una palabra. Por lo menos, habían conseguido salir de la ciudad a tiempo. La situación de Alex no facilitaba el viaje ya que, de vez en cuando soltaba uno que otro sollozo.

   —Alex, tranquilo, seguro que lo encontraremos y estará vivo —su madre intentaba darle esperanzas, aunque pensara lo contrario.

   —No es verdad, todos han muerto —había dejado de lamentarse y había cierto tono de dureza en su voz —tranquila Carmen, ya lo he superado.

Era la primera vez que llamaba así a su madre. Siempre era "mamá". La mujer se asombró durante un instante y se quedó callada. Si se dirigía a ella así era por alguna razón, no quería presionarle.

Continuaron su largo camino hacia Illinois, aún les quedaban muchos kilómetros por recorrer hasta llegar a su destino.

   —¿Ponemos la radio? —dijo Angela pareciendo ilusionada.

   —Ni os molestéis, seguramente no emiten nada a causa de los atentados —Dani, tan sabelotodo como siempre.

   —No perdemos nada intentándolo —afirmó el padre pulsando el botón de encendido de la radio.

Lo único que se oía eran interferencias; ni programas de radio, ni música, ni siquiera noticias sobre los ataques en Nueva York, nada.

   —¿Qué os he dicho? Siempre tengo razón —volvió a decir Dani.

Continuaron hacia su destino hasta que el cielo empezó a oscurecerse. Se estaba haciendo de noche, pero no tenían tiempo de parar a descansar, aunque estaban empezando a quedarse sin combustible.

Hasta que no encontraran una gasolinera, no podrían pararse. Enseguida vieron un cartel que indicaba que había una gasolinera a pocos kilómetros.

Cuando llegaron dieron por hecho que no habría trabajadores y repusieron el depósito lo más rápido posible para continuar su viaje.

   —Chicos, voy a buscar mierdas dentro del supermercado, ahora vuelvo.

Dani se dirigió al interior del pequeño recinto para ir a recoger provisiones, cuando escuchó un gruñido procedente del final de la tienda.

Se acercó para averiguar qué era ese sonido con un cuchillo en la mano, aunque se fue haciendo una idea de lo que era.

Detrás de unas estanterías estaba uno de los infectados, pero estaba atrapado entre dos baldas y no podía moverse.

Tenía un aspecto demacrado y horrible, como si hubiera estado pudriéndose durante años.

Se aproximó hacia el zombi y levantó el brazo para incrustarle el cuchillo en la cabeza, pero enseguida lo bajó, al no verse capaz.

   —¿Qué haces? O matas o te matan —se acercó Angela y le clavó el cuchillo en el cerebro —como en todos los videojuegos, siempre en la cabeza. No eres tan listo ahora eh, hermanito.

Acababa de matar a ese infectado delante de él y parecía no importarle nada.

   —An, acabas de matarlo... —dijo Dani casi en un susurro.

   —¿Qué querías que hiciese? Iba a matarte ese caminante.

   —¿Caminante? —dijo asombrado.

   —Yo les llamo caminantes, como en The Walking Dead.

   —¿Qué coño es The Walking Dead? —cada vez estaba más confuso.

   —¡Oh! Es verdad, eras demasiado pequeño para verlo. Era una serie de zombis, la mejor serie de zombis que se ha emitido hasta el día de hoy.

   —Pues la verdad es que no me importa mucho esa mierda retro, solo sigo rallado por este puto zombi —dijo cabreado.

   —¿Tanto miedo te dan? Ya lo has superado ¿no?

   —No me dan miedo imbécil, solo me pregunto... ¿de dónde coño ha salido este infectado?

   —Es verdad ¿no venían solo de la ciudad?

"Una enfermedad mortífera que se propaga por el aire" —leyó en un periódico.

   —Una enfermedad mortífera que se propaga por el aire... ¿eso quiere decir que todos estamos infectados? ¿Vamos a morir igualmente? —exasperó Angela poniéndose cada vez más nerviosa.

   —¿De qué coño habláis? —dijo Alex entrando por la puerta —¿Cómo que "vamos a morir igualmente"? —le imitó con tono agudo zarandeando las manos a la altura de su cabeza.

   —Hemos matado a un caminante. Bueno, he matado a un caminante.

   —¿Quieres que te dé un premio, o solo la enhorabuena? —dijo Alex sarcástico —¿Caminante? Esa serie es muy antigua, joder.

   —¡Ese no es el puto problema! —le cortó Dani —¡vamos a morir todos! —gritó lanzándole el periódico a Alex.

   —¿Y eso es malo? No escuchaba una noticia tan buena desde... —no acabó la frase —en realidad no sabéis si es cierto o no, la prensa de este país da asco. A lo mejor simplemente, podemos estar infectados pero eso no significa que tengamos que convertirnos en esas cosas —señaló al caminante muerto.

   —Es cierto, no debemos rallarnos tanto.

   —El único que se está rallando aquí eres tú, pero bueno —vaciló Ángela.

   —Que bien os lleváis vosotros dos —suspiró Alex volviendo a abrir la puerta para salir —daos prisa, si había un "caminante" ahí dentro, no me sorprendería que hubiera más fuera.

Cogieron toda la comida basura que pudieron cargar en sus mochilas y salieron de la tienda para volver al coche.

   —¿Qué hacíais? ¿Por qué habéis tardado tanto? —dijo la madre preocupada.

   —Había un caminante y lo han matado. ¡Ah! Y tenemos buenas noticias —sonrió Alex falsamente.

   —¡No seas idiota! —le gritó Angela.

   —¿Qué noticias? ¿Qué pasa? —intervino Gabriel.

   —Léelo tú mismo —le lanzó el periódico a su padre.

   —"Una enfermedad mortífera que se propaga por el aire" —leyó Gabriel en voz alta —¿Qué significa?

   —¿Te piensas que lo sé? Me importa una mierda todo lo que le pase a este mundo y lo que nos pase a nosotros.

   —¡No digas eso! Tenemos que aguantar hasta el final y poder tener una vida normal como la de antes —le gritó Angela notablemente afectada.

   —¡Yo nunca podré tener una vida como la de antes! Nunca podré volver a tener una vida normal.

   —Venga, vámonos. Se está haciendo de noche y no debemos estar aquí cuando se llene de "caminantes" o como queráis llamarlos. —dijo el padre ignorando a Alex —da igual lo que acabe pasando, nuestro objetivo seguirá siendo Illinois.

Subieron todos al coche sin decir ni una palabra. Tenían que llegar a su destino lo antes posible.

Continuará...

Apocalipsis 202Donde viven las historias. Descúbrelo ahora