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Al final del camino, había una casa señorial que no habían podido contemplar hasta que atravesaron unas frondosas hileras de pinos altísimos. Era algo similar a la que tenían sus abuelos por parte de madre en Arizona, la única diferencia es que esta estaba algo más... adaptada a las circunstancias. Cerca de las puertas, habían colocado unos pinchos de forma estratégica, ¿para defenderse de los infectados? Eran largos y afilados, hechos de madera. También, había tablas de madera clavados en las ventanas de forma diagonal lo cuál también les ayudaba a protegerse. Alex, tras observar "las reformas", entrecerró algo los ojos al ver a alguien a quien parecía conocer.

   —¿¡Alexander!? —caminó hacia él el chico, reconociéndolo.

Ambos se quedaron con los ojos como platos antes de darse un fuerte abrazo. Más gente salió de la casa al ver el espectáculo.

   —¿Qué haces aquí Oliver? —le preguntó Alex tras zafarse de su amigo.

   —¿Qué haces tú aquí? —rió. —Cariño esta es mi casa, es a dónde me mudé cuando me fui de Nueva York.

   —Tiene sentido... —dijo algo confundido —¿Entonces ibas a la UI? —subió algo su tono de voz —¿Participaste en el proyecto?

   —Muy poco, recuerda que sólo estaba en mi primer año, aunque era bastante buen estudiante y estaba haciendo prácticas cuando pasó. Lo siento tío, nadie quería que pasase.

Le dio varias palmas en la espalda a Alex, que no se inmutaba, puede que presa del cansancio. Antes de entrar, les dieron una charla a los tres sobre la confianza y el uso de armas. Se les permitía tener un arma encima, como precaución, pero debían de tener cuidado. Alex cogió una pistola y una escopeta del coche de sus padres y Angela también cogió una pistola. Alex le miró con cara de pocos amigos a lo que ella susurró algo como "No te preocupes".

Después fue Dani quien quiso coger otra pistola, y Alex apareció detrás de él y sin decir nada, se la quitó de las manos entregándole una daga en su lugar.

   —Cuando aprendas a usar la daga te la cambiaré por un machete, te queda mucho para poder usar una pistola.

   —Pero An...

   —Te saca dos años y es más responsable que tú. Cállate y entra en la casa.

   —No puedes decirme lo que debo o no debo hacer. Sé cuidarme por mí solo, ¿sabes? Una vez fui a un campo de tiro con papá mientras tu estabas por ahí con Edward...

Alex le cogió por el cuello de la camisa y lo llevó detrás del coche con cara de querer asesinarlo.

   —Más te vale mantener la boca cerrada si no quieres que nos echen de aquí, porque parece que por fin hemos encontrado un lugar seguro, y no serás tú el que lo arruine todo. Harás lo que yo te diga a partir de ahora, porque aunque me cueste admitirlo —hizo una pausa suavizando la voz —somos un equipo... Y papá y mamá han muerto. Por eso soy quien manda sobre ti y sobre Angela. ¿Te queda claro? —volvió a su tono grave de siempre.

El menor asintió con la cabeza y ambos subieron los escasos escalones que había en la entrada de la casa. Ya se encontraban todos en el interior, salvo por ellos dos y por Mike, que se disponía a reconducir el coche para aparcarlo en la parte trasera de la casa.

Antes de entrar, Alex agarró a su hermano por los hombros de forma brusca y le miró a los ojos de manera desafiante.

   —No vuelvas a mencionar su nombre. Nunca. No se habla de los muertos.

Continuará...

Apocalipsis 202Donde viven las historias. Descúbrelo ahora