Kentaro

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A los pocos días de su cita me enteré que ya eran oficialmente novios.
Genial.

Ya llevaban tres meses y no había vuelto a pasar por su casa. Ni siquiera la había visto.
Era mejor así.

Ruiko notaba que mi comportamiento era distinto porque me conocía, pero jamás le respondí sus preguntas sobre mi actitud.

-Oye, ¿Quisieras ver una película con Mildre y conmigo?- me dolió esa pregunta.

-No lo creo, sería mal tercio.-sonrió.

-Bueno, no lo serias, igual su hermana va a estar. De hecho creo que quiere algo conmigo. ¿Te imaginas? Eso es cruel de su parte. Yo no le haría eso a mi hermano si tuviera uno. Se está metiendo en el noviazgo y me coquetea, pero no le hago caso.

-Que mal plan. Eso es horrible.

-Como sea. ¿Quisieras ir?- lo pensé un poco y me di cuenta que si yo tenía entretenida a la hermana de Mildre, ella y Ruiko podrían ser novios normales sin interrupciones. Por mucho que me doliera verlos juntos lo haría, solo por verla a ella, aunque no estuviera conmigo a como yo quisiera.

-Está bien. Pero si soy mal tercio me voy.- sonreí.

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Ruiko tocó el timbre y yo estaba nervioso porque sería la primera vez que entraría a su casa.

La puerta se abrió y salió una mujer que supuse que era su mamá.
Nos sonrió y nos dejó pasar.

El papá de Ruiko salió después de ella y nos dijeron que se irían a cenar a un restaurante.

-Tenemos casa sola.- dijo la hermana de Mildre.

-Solo veremos películas, Ashley. No trames nada.- su hermana hizo una mueca y se fue a la cocina.

-Hola.- le dijo Ruiko y le dio un beso en los labios.- ¿Cuál veremos?

-No tengo idea, pueden elegir.- sonrió y luego me miró.- Kentaro.- volvió a sonreír y yo hice lo mismo pero sin mostrar mi dentadura.

-Hola.- pasé mi vista a la cocina y vi que Ashley se iba a caer con un tazón que tenía agarrado.- Voy a ayudarla.- dije sin dejar de ver a su hermana porque no podía ver a Mildre. Me dolía.

-¿Me ayudas?- dijo Ashley.

-Si.- sonreí y le quité el tazón.

-Te dije que eran novios.- puse los ojos en blanco y la ignoré.

Nos sentamos en un sillón largo y lamentablemente ahí cabíamos los cuatro.
El orden era así: Ashley, Yo, Ruiko y Mildre.
Ruiko era el muro entre nosotros y eso lo agradecí mucho, porque no hubiera aguantado mucho si estuviera sentado junto a ella.

La película comenzó y era de terror.
Lo que me incomodaba más, era que Ashley me quería abrazar todo el tiempo, pero no podía decir nada porque me había comprometido a entretenerla. Me imagino que así estaría con Ruiko si yo no hubiera llegado y generaría problemas.

Entonces se fue la luz.

-¿Es en serio? Ahora pensaré que hay fantasmas en mi casa.- dijo Mildre.

-Es una buena teoría.- dije y Ashley se rió.- ¿Me prestan el baño?- no sé por qué pregunté eso, la verdad es que no tenía ganas de ir.

-Claro.- dijo Mildre.- Ashley, ¿Podrías llevarlo?

-No, voy a buscar una vela o algo. Llévalo tú.

-No te preocupes. Llévalo. Yo iré a buscar esa vela con Ashley.- dijo Ruiko y yo quería desaparecerme de ahí. Ya no aguantaba. Me estaba irritando todo por culpa de Mildre, porque me sentía culpable el quererla tanto.

Quería odiarla o superarla, pero no podía y me odiaba a mí mismo por no ser capaz de hacerlo.

Alumbramos con el la luz de la pantalla de nuestros teléfonos y al fin llegamos.

-Listo. Aquí es.- señaló la puerta y con la ligera luz pude ver su sonrisa. Me sentí tan mal que aparté la vista.- Ya no has pasado por aquí. Llevo meses sentada en esa ventana esperándote pero no te veo.

-Ya me aburrí de hacer eso.- dije con dureza.

-¿Por qué?

-No tiene caso hacerlo.- sonreí con tristeza y abrí la puerta del baño, seguido por ella y luego la cerró.- ¿Qué haces?- dije susurrando.

Sus manos tomaron mi camisa, apretándola con sus puños, se acercó y me besó en los labios.
Yo no sabía qué hacer, pero no pude más, no pude dejar pasar mi única oportunidad para besarla. La primera y la última.

Con nervios moví mis labios, atrapando a los suyos y la tomé de la cintura.
El beso se aceleró y chocamos sin hacer ruido con el lavabo, que gracias a Dios estaba en un tocador y por eso no tiramos nada.

Mildre me besó con hambre. Con deseo y eso me excitaba.
Bajé mis manos y le apreté los glúteos hasta hacerla gemir en voz baja.

Me desabrochó los botones de la camisa y entonces vi luz roja.

-No...- dije contrabajo y más me besó.

-¿No te das cuenta que te quiero?- esas palabras sonaron en mi cabeza como si fueran un eco. No me las podía creer. Mi corazón se aceleró tanto que pensé que se me iba a salir.

-¿Lo dices en serio?- le pregunté sin aliento.

-Absolutamente.- se lanzó a besarme y la cargué. La senté en el tocador y mi cintura quedó en medio de sus piernas.

Esta chica ardía en serio. Me estaba enloqueciendo.

-Se darán cuenta de que no estamos.- le dije.

-Ashley se encargará de Ruiko. Le gusta.- me mordió el labio y yo metí mi lengua en su boca, tocando la suya casi haciéndolas una sola.

Jamás había besado así a alguien. Jamás había hecho esto.
No sentí culpa alguna en pensar en Ruiko, porque todo lo que yo quería era esta chica. Solo ella y sabía que no podía dejarla ir.

Gemí en sus labios en cuanto pasó sus manos por mi abdomen y luego bajó aún más.
Me abrió el cinturón y bajó el cierre.
Su mano iba más allá de los límites y cuando me tocó íntimamente no pude evitar gruñir.

En eso volvió la luz y me alarmé tanto que la bajé de inmediato. Pero luego se volvió a ir.

-Me asusté de muerte.- dije. Y me di cuenta de que ella se acercaba de nuevo.

-Esto no puede pasar ahora por lo visto. Lo olvidé por completo.- dijo.

-Ruiko está a fuera. Se dará cuenta que estamos juntos.

-Lo sé.- soltó un suspiro.- Esto no se queda así.- me acorraló a la pared y choqué. Me besó de nuevo y yo la abracé todo lo que pude.
Le acaricié la espalda y ella hacía dibujos en mi abdomen con sus dedos.

Con dificultad se despegó de mis labios y salió a toda prisa del baño.
Segundos después salí como si nada hubiera pasado y nos dimos cuenta que nadie había regresado. Pero no nos arriesgamos en hacer algo que nos pusiera en evidencia.

Minutos después la luz regresó y cuando acabó la película decidimos irnos Ruiko y yo.
El beso que se dieron al final (como despedida) no me afectó en nada, porque sabía que Mildre me quería más a mí y me había dado el mejor beso de toda mi vida.

No sentí culpa, al contrario, me dejé cegar por la ilusión y me sentía bien.
Sabía que me quería y eso, a pesar de todo, me hacía el hombre más feliz.

Historias que no viste en Enamorada de un celoso y hermoso pervertidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora