Era verdaderamente increíble. Miriam se estaba besando con el rubio y yo estaba cuidando la entrada del salón para que nadie los descubriera. Hasta dónde había llegado mi complicidad.
– Apúrense, porque ya quiero irme a mi casa.
Miriam: Listo, gracias, Alice.– Me puso una mano en el hombro y el chico sonrió.
Paul: Deberías hacerle caso a mi amigo Albert. Se muere por ti.
– Eso no lo puedo discutir contigo.
Paul: Como quieras. –Miró hacia mi amiga y le plantó un beso en frente de mis ojos.–Nos vemos.
Miriam: Adiós.–Dijo sin aliento y mi boca era una "o" perfecta.
– Dime por qué ha sido tan fácil. Apenas y se conocen.
Miriam: Hay química, de eso no tengas duda.
– Lo sé, pero fue fácil. Simplemente quisiste besarlo y lo hizo. ¡No entiendo!
Miriam: Simplemente acéptalo.
– ¿Qué va a decir tu mamá si se entera?
Miriam: No lo hará. Pero si Paul me invita a salir, tendrá que pedirle permiso a ella y a papá. Y yo quiero ver eso.
– Nadie se enfrenta a tu papá.
Miriam: Lo sé.– Me dedicó una sonrisa y luego salimos del salón.– Pero cuando se entere de que Paul quiere ser médico, entonces mi papá caerá en sus pies.
En el transcurso del día, no podía dejar de pensar en ese beso de Paul y Miriam. Me afectaba tanto que tenía miedo de que mi amiga saliera herida. Estaba demasiado ilusionada y deseaba con todas mis fuerzas que Paul no la lastimara.
No quería escuchar llantos. No quería que le pasara algo a ella, porque la quería como una hermana, y deseaba toda la felicidad para ella.
También me puse a pensar en las conversaciones que había tenido con Albert en el pasado.
Una vez me dijo que sería buena idea ir todos los días en traje de baño de dos piezas a la escuela. Ese día le dí la primer abofeteada.En otra ocasión, me dijo que me iba a comprar lencería a su gusto; en la cafetería me dijo que mis labios de seguro saldrían a manzana. Hace tres semanas me gritó que quería verme con un vestido transparente, y ese día le dí otra abofeteada.
Me daba cuenta que odiaba sus comentarios, pero en estos momentos los extrañaba. Me sentía confundida y enferma, porque me llegué a acostumbrar tanto a sus insinuaciones que ni siquiera las sentía pesadas ahora. Es más, ahora las...necesitaba.
No sabía qué hacer, y tenía que averiguarlo.
**********
Esa misma noche soñé con Albert. Luego la siguiente, y la siguiente. También la siguiente, y cuando lo veía, el pecho me dolía. Sentía mis latidos en mi garganta y sentía un fuerte impulso por esconderme cada vez que lo veía.
Albert no me hablaba y ni siquiera me volteaba a ver. Eso me dolía también, porque de alguna forma misteriosa, sentía que necesitaba a ese sujeto.
Quizás era porque ya no ejercía poder sobre él. Quizá ya no le gustaba y eso era lo que me enojaba, el que ya no podía tener cierto control en él. Quizá me gustaba tanto que no quería aceptarlo.
Así que un día decidí cortarme el cabello y cambiar de peinado.
*******
La cara de Miriam me recordó a la de una caricatura. Era como si no pudiera creer lo que veía.
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Historias que no viste en Enamorada de un celoso y hermoso pervertido
FanficA continuación leerás historias cortas que no se lograron detallar del todo en mi otra historia de "Enamorada de un celoso y hermoso pervertido" Si la leíste, las endentaras...