El primer beso

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Le di un recorrido turístico a toda la escuela en busca de paz mental y también para ordenar mis pensamientos. Yo solita, y sin que nadie me ayudara había arruinado todo. Yo fui la cereza de mi propio pastel.

Estaba mal lo que había hecho, y ahora Brad pensaba que estaba perdidamente enamorada de él. Lo usé a mi beneficio y ahora se estaba enamorando de mi porque pensaba que al fin había encontrado a la chica de su vida.

Brad no merecía –por muy mujeriego que haya sido– que alguien lo usara para un rato. No me puse a pensar que Brad podría tener sentimientos, y lo escogí porque creía que era de piedra.

Cuando regresé al salón, la mayoría de la clase estaba saliendo. Una compañera me dijo que la clase de educación física sería en la piscina porque el profesor nos iba a enseñar a nadar estilo competencia. Fui por mi mochila y me quedé sola. Me hundí en mi silla y la cabeza me retumbaba como un tambor. Quería no ser tan dramática y decirle a Brad que se calmara, pero no sabía cómo. Si tuviera que ser honesta, le partiría el corazón y era lo que menos quería.

Cuando salí del salón, en la misma puerta me encontré con los preciosos ojos de Albert Jones.

–Me asustaste. Todo estaba callado y el que te encontrase...

Albert: Disculpa.– me sonrió y noté distancia, porque ni siquiera me miró. El sujeto entró al salón por un termo, y lo observé hasta que no tuvo opción más que verme.– ¿Te pasa algo?

–¿Por qué?

Albert: Porque siempre me has ignorado y huido. Se me hace muy raro que me veas ahora. – Me llevé la mano al pecho al sentir que mi corazón pegaba gritos y tragué saliva.– ¿Te duele?– con su vista señaló mi pecho y yo asentí con la cabeza.– ¿Quieres que te lleve a la enfermería?– Se plantó en frente de mi.

–No hace falta.–La voz se me quebró y apreté los ojos en señal de alerta.

Albert: Alice.– Me tocó el brazo y aguanté la respiración.– Si te sientes mal te juro que puedo llamar...– me atreví a mirarlo y todos esos candados mentales que tuve antes cuando hablaba con cualquier chico, se abrieron automáticamente.– ¿Por qué...te brillan los ojos?

–No lo sé.– murmuré y tomé la mano que Albert tenía en mi brazo. Su expresión era de sorpresa e incredulidad.

Me miró desconcertado y el nudo en la garganta me estaba matando. Sentía que el alma se me iba a salir sin saber el por qué. Y podría ser, que estuviera enamorada de Albert Jones sin darme cuenta de la intensidad del sentimiento.

Albert: ¿Segura que no quieres que te lleve a la enfermería?

–No, gracias.

Albert: Entonces, ¿Podrías devolverme mi mano?

–No, Albert.

Albert: ¿Por qué?

–Porque no quiero. –La apreté más y Albert se acercó. El pecho comenzó a dolerme de nuevo y esta vez hasta mis oídos podían escuchar mis latidos.– ¿Me sigues queriendo?

Albert: ¿A qué ha venido esa pregunta?

–Responde.

Albert: No es de tu incumbencia.

–Entonces es un sí.

Albert: Pues velo como quieras. De todos modos no tiene importancia ahora que estás con Brad.

–Yo no estoy con nadie.

Albert: Se besaron ayer.

–Si supieras por qué lo hice.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2017 ⏰

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