Izumi

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Después de la vergonzosa escena que pasamos Mildre y yo, decidimos ir a mi casa para calmarnos.
Hicimos café pero en el transcurso no hablamos de nada. No soporté tanto tiempo de estar así y la abracé.

-Me siento muy mal.- me dijo mientras me devolvía el abrazo.- Rompí su amistad.

-No, yo la rompí y por mi culpa ustedes rompieron.

-No sé por qué no le dije nunca que te quería. Quizás me daba miedo el qué te diría.

-Nuestro error fue no decirle desde el principio. Bueno, ese es mi caso. Nunca le confesé mis sentimientos por ti. Pero lamentablemente tuvo que pasar esto.

-Me va a odiar siempre.- rió nerviosa.

-Pues ni modo. Si hay algo bueno de esto, es que ya nos lo quitamos de encima. Ya no te besará más...y estarás conmigo.- miré sus ojos y luego los cerró.
Me aproximé a besarla y me abrazó aún más mientras el beso se alargaba.

Sonó mi celular pero por el tono colgué y lo apagué sin interrumpir lo que hacíamos.

-¿Es tu novia?- me preguntó sin interés.

-Sí. Pero da igual.- sentí su sonrisa en mis labios y la pegué a mi cuerpo.- Te amo Mildre.- le mordí los labios y me empujó con su cuerpo hasta que chocamos con la barra.

-Yo también te amo.- esas palabras me hicieron sonreír y bajé mis manos hasta tocar sus glúteos perfectos. Jadeó en mi boca y me hizo gruñir.- Hagamos esto, por favor.

-¿Estás segura?- abrí los ojos como platos.

-Sí. No es la primera vez.- me sonrió y sus mejillas se sonrojaron.

-Lo sé, la primera vez no tardamos nada. Teníamos prisa, ¿recuerdas?

-Sí... Una semana antes de mi cumpleaños. Ese fue un excelente regalo de tu parte.- me besó el pecho.

Yo estaba tan feliz de eso, porque sabía que Ruiko ni nadie había llegado tan lejos.
Mildre me había entregado su virginidad y esa era la prueba de su amor por mí. Me sentía el hombre más afortunado del planeta por eso. Y no dudaba de sus sentimientos hacia a mí.

Quedó el silencio y sin perder el contacto visual, me desabroché el cinturón y pude ver que su pecho se alzaba y bajaba porque su respiración se había vuelto profunda.

Desabroché con lentitud sus botones y cuando vi su dorso descubierto casi me muero en vida. Tenía la piel más bonita que había visto en la vida. Su sujetador juntaba sus dos senos perfectos y se veían deseables. Quería morderlos pero aún no podía hacer eso.

Apropósito fui bajando la blusa por sus brazos, dejando que su piel se erizara con aquel roce y la dejé caer al suelo.
Ella con nerviosismo también desabrochó mis botones y en cuanto mi abdomen quedó descubierto, lo acarició con sus dedos.
Me lancé a besarla ahora yo la acorralé a ella.

La pobre estaba entre la pared y yo y se veía tan indefensa.
Se estremecía cada que pasaba mis dedos por su cintura y gemía también.
La cargué y la llevé hasta mi habitación.

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Habían pasado muchos días desde que Ruiko y yo no nos hablábamos.
Todo iba bien con Mildre, pero me di cuenta de que no éramos novios y no sabía si preguntárselo porque por algo ella no había sacado el tema.

En fin, lo parecíamos y me agradaba la idea.
Por otro lado, tenía un asunto pendiente. Izumi.

Izumi era una belleza de persona y era muy romántica. En poco tiempo comenzó a quererme y me daba unos besos que me hacían olvidar en esos instantes hasta mi nombre.

Historias que no viste en Enamorada de un celoso y hermoso pervertidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora