06-10 -➽[SIX]

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— ¡Es increíble! — exclamó uno de los hombres de Yeon, con el que se reunió Jin hacía las ocho de la mañana del día siguiente, para vigilar los pasos desde lejos del mandatario Coreano, Jung Ho-seok, junto a la barra de un café de la plaza Pigalle—. Cada tres cuartos de hora, ¡vuelta a la carga, hasta el amanecer! Luego, el mandatario abrió una de las ventanas y arrojó fuera un cigarrillo. Iba a pecho descubierto, y eso que hacía frío, pero no parecía importarle demasiado. Sólo en ese momento decidió echarse a dormir... ¡y vaya si ronca!

— Vale, ve a descansar— dijo Jin encogiéndose de hombros—. No lo perderemos de vista.

Luego de unas horas el mandatario atravesó junto a sus guardaespaldas todo el barrio con la vista levantada y realizó frecuentes paradas ante determinados edificios, ciertos paisajes.

No mostraba ninguna desconfianza, la menor inquietud, como si la idea de que alguien pudiera interesarse por él resultase totalmente descabellada.

A las dos se detuvo a comer en un restaurante cercado al puente Caulaincourt. Uno de sus hombres constató que tenía buen apetito. Se zampó una docena de caracoles, así como una ración de choucroute y, a continuación, un trozo de tarta Tatin cubierta de crema chantillí. Durante la comida, bebió tres jarras de cerveza y luego pidió un licor.

A media tarde, un coche oscuro paró en el bulevar Des Batignolles. Dos de sus hombres se pusieron inmediato a la zaga.

El destino no era otro que Rueil-Malmaison. Bajó del vehículo cerca del centro urbano y caminó por las calles, al azar. Poco a poco, sin embargo, se hizo evidente que buscaba algo. O a alguien.

Se adentró en una zona de la ciudad bastante retirada y tranquila.

Había pocos transeúntes. Jung parecía dudar, atravesaba un cruce para batirse enseguida en retirada antes de tomar una avenida tranquila bordeada de casas señoriales rodeadas de parques donde crecían sauces llorones y robles.

Sin la menor muestra de desánimo, desandaba lo andado, caminando en zigzag sin manifestar el mínimo atisbo de impaciencia o irritación.

Se tomaba su tiempo. Jin, al corriente de sus peregrinaciones, ya sabía a que atenerse. Por eso, cuando uno de sus hombres le advirtió de que el mandatario se había detenido ante una casa abandonada con el tejado roto ni se inmutó.

El mandatario volvió al lugar del crimen, según el viejo dicho.

복수 revenge -➽ yeonhyun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora